Otra jornada más del Villa de Bilbao, modalidad pop rock encajada en el jueves 29 de septiembre, otro día más coincidiendo con el fútbol, es decir, la presencia de público se ve disminuida, digamos que estábamos en la Bilborock poco más de 100 personas. Como todas las semanas os relatamos nuestras impresiones, está despidiendo el mes de septiembre.
Los primeros en subirse al escenario fueron The Zephyr Bones, formación asentada en Barcelona pero en sus filas cuenta con tres chilenos, música psicodélica ambientada en nubes con melodías forjadas con efectos y arreglos de guitarra, teclado y el uso de un sintetizador.
Registros de voz oníricos y celestiales, que se sumergen en espacios variados y no caen en los patrones establecidos, dejando espacio para surfear en ritmos de garage y onda surfera, como en “Weird Summer”, también trazando caminos hacia la pista de baile, “Sorrounded”, y despedirse en tonos caóticos dejando toda la fuerza a manos de la batería.
Les dio tiempo a tocar ocho temas, defendiendo su propuesta y demostrando de que son capaces, en dos de los temas el guitarrista tomó las riendas a la voz, en el resto era el teclista.
The Zephyr Bones
Rápidamente pasamos a otro tipo de sonidos, el que practican los bizkaínos de Cavaliere, formación experimentada que se presentan en formato trío, cuyo bagaje musical viene de bandas como Atom Rumba en el caso de su cantante Alvaro Segovia, o Penadas por La Ley si hablamos de su batería Galder, también aparece el nombre de Low Life Empire donde el bajista Eneko Cepeda militó.
Seis temas por delante, canciones que crecen en matices, densidad y cercanía, muy en la onda de Black Sabbath. Un chute de rock enérgico donde la batería coge fuerza y protagonismo, alimentado por las cuatro cuerdas del bajo, cogiendo electricidad y personalidad, en una temática cercana y sociable con letras en castellano, explorando raíces setenteras como bien demostraron en “Demasiado” o “La Hora de la Violencia” ya en tonos más melódicos, quizás nos recuerde a la banda cántabra Los Deltonos.
Sus raíces son personales, los registros de voz identificables y desde la primera escucha uno se da cuenta del nivel que tiene esta banda, totalmente brillante, es el fruto del paso de los años y la experiencia adquirida en otros proyectos y bandas. Consiguiendo que temas como “A la Cara” o “No me Esperes”, cerrarán una gran actuación, ascendieron en potencia y nos dieron un buen sopapo en toda la cara. Algunas fueron laureadas por el público nada más acabar, y eso no suele ocurrir tan a menudo.
Cavaliere
Último en salir, la formación de Málaga, J.J. Sprondel, que tuvieron que actuar en formato trío tras la ausencia de uno de sus guitarristas, un imprevisto que en ningún momento les obligó a abandonar, sino todo lo contrario, cuajaron una brillante actuación, bajo un sonido personal con raíces experimentales que tiran hacia el rock setentero, también flamenco, jazz y funk rock inclusive, algo que no dejó al público indiferente.
Brillaron en cada nota, impulsaron su rock que les hace únicos y nos recordaron en instantes a los desaparecidos Piratas o Lagartija Nick, dejándose llegar por una raíz poética como bien pudimos escuchar en sus temas, en uno de ellos se inspiraron en un tal Espineta, al que fue dedicada.
Un equilibrio perfecto dentro dela música experimental, o un viaje de jam session como nos dejaron en la tercera canción, también hubo momentos cuando su bajista tocó con los ojos cerrados, y su hermano, cantante y guitarrista Carlos Moratalla, viviendo al máximo la actuación, con entrega y genialidad.
Actuación sobresaliente, creemos que tienen el billete de vuelta para volver a verlos en la fase final, esperemos acertar.