Si hay dos grupos que son especiales para los compañeros de insonoro son Porco Bravo y Lendakaris Muertos: molan mucho, tienen muchísima fuerza y cuentan con los frontman más tarados y divertidos que andan girando actualmente por estos lares. Así que si tenemos hacernos algunos kilometrillos con el coche para ver a estas dos pedazo de bandas compartiendo cartel, pues carretera y manta. Y así nos plantamos en Burgos en la gigantesca Sala Hangar, antiguo cocherón de locomotoras de RENFE y hoy reconvertido en sala de conciertos y locales de ensayo. A pesar de que “Mírame” (tema con el que abrieron el concierto los de Barakaldo) ya había comenzado mientras nos picaban las entradas, nos costó poco colocarnos por delante: concretamente al lado de la bendita columna que ocupa la mitad del escenario y que tanto molesta en los directos. 

Aún no había mucha gente en “Solo quiero bailar” ni en su particular animal caliente, “Lasciva”, pero parece que los botelloneros del exterior se dieron cuenta de lo que se estaban perdiendo y a la llegada de “Mienten” el concierto se puso mucho más interesante, señores sin camisetas,  primeros pogos y los lechones de Vizcaya decidieron empezar a fusilarnos el cráneo con balazos de rock. “Nunca pasa nada” y “Correo” dieron paso a uno de los protagonistas del bolo, el pecho de Manu Gallego,  que tras verse grapado con la prensa del día se envolvió en un fuego purificador al ritmo de “La Piara” y sí, rey, a esas alturas ya estábamos todos cachondos y grapados (peligros de estar en las primeras filas) pero da igual,  nosotros también somos de jabalís, grapas y rocanrol.

Sudor, bailes, codazos y “Brindaremos juntos” si nos dejan entre tanta bengala: en la mano, en el micro o en el puto ojete de Manu, como en “Donante,  que volaba sobre el público sin trampa ni cartón.  “El cazador”, gorrinos, más fuego, el porcino senior paseando sobre nuestras cabezas a lomos de su tabla de surf y con las tetas aún sangrantes, nos dejaban el combo de la gran “Lemmy” y “Eléctrica actitud” para cerrar un concierto que bien mereció que nos tiráramos al barro.

Pero señoras y señores, nosotros tenemos más influencia con los lendakaris que tu tiene…bueno, más bien es al revés, ya lo comentaba La Jefa™ en el Facebook corporativo: Insonoro quiere (mucho) a los lendakaris y ver nuestras pegatinas y camisetas encima del escenario  nos llena de orgullo y ojeras farloperas. Además, hay que reconocer que estábamos esperando con muchas ganas otro zurriagazo cerebral como solo lendakaris saben arrearnos con sus directos

Es un gusto ver cómo evolucionan las giras de los grupos y la de un discazo como el “Cicatriz en la Matrix”  (gran guiño al primer disco de los cika, como no podía ser de otra manera, ¡que de casta le viene al galgo!) ha evolucionado mejor de lo que nos podíamos esperar.

Desde el primer tema, “Tenemos a la pasma”, volaron los minis, nos sacudieron a mamporros y ese puntito de felicidad que solo los navarros saben darnos brillaba en nuestras caras, ya con el setlist en la cabeza, el cuadernito en la mano y el oso panda en el corazón. “Cerveza sin alcohol”, “El último txakurra”, “Drogopropulsado”. Llegamos al “Detector de gilipolleces” sintiendo que esos golpes de los brazos iba a dejar buena marca y aquello no había hecho más que empezar ¡que se note que somos “Héroes de la clase obrera”!

Un buen saco de temas cortos y contundentes nos iban cayendo encima como “Pasau de rosca”, “Esto no es punky” y acabamos como gilipollas aplaudiendo en un avión disfrutando del conciertazo que se nos estaba viniendo encima. Los continuos saltos de Joxemi, los hostiazos de Potxeta a la batería, las carreras de Jokin por el escenario o las idas de olla de Aitor, sí, porque a Ibarretxe se le pira tanto la pinza como al bueno de Henry Rollins en la época más loca de Black Flag. Volteretas, cabriolas y saltos sin control ni sin mesura encima de un público que lucha ferozmente por llegar a tocarle las mechitas rubias del pelo mientras nos pasa por encima. Quién sabe si dentro de unos años aparece haciendo de nazi cañón en la versión autóctona de Sons Of Anarchy. Con o sin el tutú rosa con el que nos sorprendió el pasado sábado.

Entre los “Gora España” apareció  “Arnaldo Schwarzenegger” (sí, es un copypaste, yo tampoco soy capaz de escribirlo sin copiar) cediendo el turno a “Vine, vi y me vendí”, “Fuimos ikastoleros” y al espontáneo de la noche que se marcó un moonwalker digno de ver en la intro de “Teletecho o propofol”. A estas alturas ya andábamos medio asfixiados, con el pelo rumbero y el cuerpo empapado en sudor y kalimotxo mientras  seguíamos cantando, con la voz de Urrusolo Sistiaga, temazos como “Centro comercial”, “Húngara chúngara” o “Se habla español”. Con más pena que aliento llegamos a la recta final, no apta para “Veteranos de la kale borroka” pero sí para punkis muy borricos. Y de esta guisa cerraron con “ETA deja alguna discoteca” y nuestro querido “Oso panda” en un concierto que hizo que cada kilómetro que hicimos para verlo, mereciera la pena.