El Tojo Producciones se ha tomado muy en serio eso de traer buena música a Cantabria, si hace unas semanas nos sorprendió organizando varios eventos con el madrileño Luter y los suyos, la noche del 16 de febrero hizo lo propio, pero con una de las bandas del momento, Kitai, un grupo con una progresión ascendentes que se está comiendo los escenarios de medio país.

Pero antes, y como mandan los cánones, la banda local Mi Pequeña Venganza se encargó de calentar al público, MPV siguen siendo Toño a la guitarra y voz, Gerar al bajo y Victor a la batería, pero su música está evolucionando, replanteándose sus composiciones y dando una vuelta de tuerca más a la hora de ejecutarlas.

Para llevar varias semanas en el dique seco les vimos muy compactos y con caras de complicidad, haciendo notar que son los mismos de siempre, que crearon este proyecto los tres y que podían tocar juntos con los ojos cerrados. Tanta fuerza le pusieron al asunto que en el segundo de los temas, cuando estaban interpretando “No Mires Atrás”, Toño rompió una cuerda, y a partir de ese instante, aparecieron las miradas de temor por si volvía a romper otra ya que no le quedaban guitarras de recambio.

Escuchamos algún que otro tema nuevo que posiblemente forme parte de su próximo trabajo, “Lagunas de Cristal”, que la verdad nos dejó buenas sensaciones, también aparecieron a escena sus temas de siempre como “Disparos” o “Gritando para Nadie” ya en la parte final del concierto, unas canciones que en su día fueron estrenadas en ese mismo local hace casi dos años, Sala Niágara de Santander para ser exactos.

MPV tienen un grupo de séquitos que les siguen a sus conciertos llueva o haga calor, por eso siempre cuentan con gran apoyo y es de agradecer, ¿cuántas bandas locales hemos visto que les van a ver sus primos?, pues muchas, y el problema radica en que un día tocan en Santander y al día siguiente también, pero ese es un tema delicado que algún día afrontaremos en la sección de rumiaciones.

Cumplieron su función, nos hicieron pasar un buen rato y nosotros descubrimos a unos renovados Mi Pequeña Venganza. Y para terminar, “Quién me espera” y “Desvía tu Mirada”.

Llegó el momento de ver con nuestros propios ojos a una banda de la que habíamos oído hablar mucho y bien en estos últimos meses, hablamos de los madrileños Kitai, que subieron (o bajaron) al norte para presentar su último álbum “Pirómanos” siendo Santander la primera vez que la visitaban, una capital de provincia menos por desvirgar.

Kitai lo tienen todo por triunfar, son jóvenes, con un futuro prometedor, hacen buena música, tanto a nivel compositivo como instrumental, una puesta en escena atractiva y manejan los directos de principio a fin. El público demanda este tipo de grupos, que no se casan ni con el rock, ni con el indie ni nada por el estilo, hacen lo que quieren hacer, dan rienda suelta a su imaginación y sacan pepinazos como “H20”, canción con la que empezaron su show.

El rojo es su color, el fuego su arma y con eso nos atracaron nada más empezar, salieron con pasamontañas rojos y no se les quitaron hasta que terminó “H20”, lo hicieron muy fuertes, bruscos, agresivos, como diciendo “eh, que Kitai ya está en Santander, ¿qué pasa?”.

Cada miembro con un rol definido, Edu a la guitarra, que nos dejó con la boca abierta unas cuantas veces, en especial cuando tocaba y punteaba con una sola mano, Fabio, un bajista como la copa de un pino, pegaba unos golpes tremendos a las cuerdas, con unos slaps directos y sin distorsión, Deiv, un batería muy participativo, tocando sentado, de pie, haciendo giros y vueltas con las baquetas constantemente y aporreando con garra esos platos rojos que le identifican, y por último Alex, nuestro Iggy Pop, que no paró de moverse en ningún momento, poniendo efectos en las voces e ignorando el pie de micro (rojo, por cierto) que sólo le utilizó en un par de ocasiones.

La columna vertebral del concierto fue su disco “Pirómanos”, creo que escuchamos todas las canciones, pasando por “Fuego en la Radio”, la susurrante “Rivera Maya”, la sintetizada “Tirar a Matar”, “Volcán” o “Desierto” con esos riffs suculentos e interminables.

Antes se venir al norte, un amigo de la banda les dijo que se iban al barro, y no le faltaba razón, un grupo que tiene éxito en las grandes ciudades del país, cuando visita otras capitales de provincia con menos población tienen que luchar para ser escuchados y poco a poco conseguir más adictos, y eso es el barro, es la pura realidad de todas las bandas nacionales, y como dijo aquél, el camino se hace al andar. En Santander seríamos algo más de cien personas, la próxima vez, 200 y así sucesivamente, a no ser que la caguen en su próximo disco, que todo puede pasar :).

También escuchamos el tema “Origen” del 2013 o “Que Vienen”, con esa forma peculiar que tiene Alex al cantar, un tono o tonos distintos, como si fuera un pasota y se fuera degastando en cada letra, sin olvidarse del tema que les da nombre (o al revés), “Kitai”, único momento en el que Alex cogió la guitarra acústica y se puso a tocar el solo ante la atenta mirada de sus compañeros.

Un espectáculo en mayúsculas que no le faltó ningún detalle, nos hubiera gustado ver a Deiv en las alturas tocar el último tema como suelen hacer en las grandes salas, pero en el Niágara eso es imposible, al menos salió de su sitio, cogió la caja de la batería, y dejó que la peña la sujetara en alto mientras le daba verdaderos mamporrazos, haciendo participar al público una vez más.

Un directo muy ensayado, dejando la improvisación para los movimientos, una banda de futuro y una patada en la boca a toda esa gente que dice que no hay relevo generacional, patada a la que un servidor se suma.

¿Para cuándo la próxima?