Viernes 23 de febrero y un frío que hace jurar en hebreo. Así. Nos movemos hasta Bilbao, que allí siempre hace un par de grados más (dicen), y en cualquier caso, Zartako-K y Lendakaris Muertos en el Antzoki nos harán entrar en calor. Seguro.

Las puertas se abren a las 21:30, y no perdemos tiempo en entrar. De verdad, mucho frío. De momento no hay gran presencia de público: la gente va llegando poco a poco, y los que estamos nos concentramos frente al escenario haciendo bulto ahí.

A las diez en punto están los Zartako-K en posición: ocho tíos luciendo polo blanco con buena diversidad de instrumentos de viento, teclado, guitarra, bajo y batera. De la misma arrancan con "Alienados", un corte de su último disco del mismo nombre, "Alienados", sacado en 2017. Melodías pegadizas y bailables que acompañan a letras críticas con el sistema y que recalcan las contradicciones propias de vivir en él: "es una pena que ellos (los niños africanos por los que lloramos) hagan la ropa que voy a estrenar". Enlazan con "Hablan", de su segundo disco "Odol Berria" de 2015, vuelven al tercero con "Baserriko lagunak" y de nuevo al segundo, "Métete al bar".

La siguiente en caer es "Eraso erasotzaileari", y si bien hasta ahora el ambiente ha sido distendido, con esta canción empieza la verdadera fiesta. Los concentrados a pie de escenario no dan abasto con los bailes, lo que hace que la banda también se venga arriba y se cree una sintonía de implicación entre los de las tablas y los que los vemos desde abajo. Continúa la actuación con temas en su mayoría del álbum "Alienados" como "Mensaje desde el primer mundo", "El sistema te quiere así", "Fracasado pero con orgullo" o "Burusoila", que dedican a todos esos punkis que quedaron por el camino y en la actualidad le dan a la música comercial. No pasan una. Tampoco pierden la oportunidad de recalcar los incidentes ocurridos unos días antes en Bilbao a cuenta del partido del Spartak, recordando de paso la figura de Iñigo Cabacas.

Además de los temas del tercer trabajo del grupo, hay también buena presencia de cortes del segundo, por ejemplo "Rude girl", "Garaitezinak", o "La lista negra", otra que invita a la fiesta. La única canción que tocan de su primer disco "Kalekumeak" es "Yo fui pankartalari". Con "Rudies" van cerrando una actuación que por cuestión de minutos no llega a la hora de duración. Se ha pasado rápido, entre bailes y cervezas, tanto los asistentes como la banda, que en algún momento recuerdan a los de la barra que no tienen casi reservas de bebida "y somos de Navarra...". Un buen rato nos han hecho pasar los de Tafalla y su street ska.

No pasa mucho tiempo hasta que salen a escenario los Lendakaris Muertos, unos 15 minutos, quizás algo más. En ese espacio de tiempo el Antzoki se ha llenado por completo. Incluso hay buen número de gente en el balcón de arriba, aunque el mogollón se concentra abajo: hay que estar a pie de cañón, es la gracia de un concierto de esta gente. Un público muy variado en cuanto a media de edad que se entona cuando suena la intro habitual. Ya está liada. Rompen con un par de temas seguidos de su último disco "Podrán cortar la droga pero no la primavera" (2017): "Gore E.T.A." y "Último resort", y los enlazan prácticamente del tirón con "Cerveza sin alcohol", de su primer trabajo.

Estoy en las escaleras, que con cierta perspectiva se analiza todo mejor, y tres temas han sido suficiente para que aquel grupo de personas dejara de ser "individuos viendo un concierto" para convertirse en una masa con identidad propia. Una marea compacta y hermanada que baila, canta, suda, se desfoga, liderada por la figura de Aitor. Liderada tampoco es la palabra, porque aquello tiene mucho de espontáneo a pesar de que casi siempre pase lo mismo en los conciertos de los Lendakaris. Todos mis respetos hacia esta banda que consigue crear un ambiente catártico donde las emociones se diluyen en pogos sanos, pero nada suaves: el que diga que no sudó, MIENTE.

No quiero entrar en una lista detallada de canciones y discos correspondientes porque más o menos sabemos qué suena en el repertorio de los navarros. Obvio que cayeron muchos temas del último disco además de los dos con los que abrieron, como "Speederman", "Lamentablet", "El 4k se llevó a mi chica" o "No ez no". Pero aquí la "txitxa" está en el ambiente y las cosas que pasan, y en hora y media hubo tiempo de sobra para todo.

Por ejemplo clásicos como "Húngara chúngara" o "Urrusolo Sistiaga I", cuyo estribillo se alargó lo que se alargó el paseo de Aitor sobre los brazos del público por la estancia y después por su propio pie mientras ponía el micro a disposición de todas las voces que quisieran cantar. "Veteranos de la kale borroka" y "Modo dios", en las que el pogo no dio tregua. Besos literales en las tablas antes de "Besos gaztetzeros" entre los de la banda y asistentes como Kristian, venido desde Santander, y las felicitaciones con el "happy birthday" al "dear Potxeta", que estaba de cumpleaños.

Momento de cerrar, y no pueden faltar para redondear la noche "ETA deja alguna discoteca" y por supuesto, "Oso panda", con la mascota paseándose por las tablas y el "ojeras farloperas" atronando el local.

Acelerado e intenso. A la mierda con ese par de grados extra que supuestamente ofrece el botxo en comparación con otras localidades: con Zartako-K y Lendakaris Muertos fueron muchos más.