Da gusto cuando te encuentras con una artista cuya única intención es que su público se divierta. Bette Smith salió al escenario del Getxo Blues como un huracán. Embutida en un mono plateado, dos brillantes boas al cuello, botas de plataforma blanca y enorme pelucón a lo afro, el primer contacto con la cantante de Brooklyn es impactante. Con un subidón más propio del final que del principio de un concierto, Smith lanzó, nada más aparecer en escena, caramelos, flores y todo lo que tenía a su alcance.
Bette Smith abrió la jornada del jueves del veterano festival vasco(este año ha cumplido nada menos que 30 años) en sustitución de Earl Thomas, que se cayó del cartel semanas antes y nos ofreció un show lleno de luz y brillantina que nos transportó a la parte más disco década de los setenta, al menos en su estética. Con un único disco a su nombre (tiene un par más firmados con otro alias), la espectacular artista combinó temas propios con un buen puñado de versiones, todas ellas archiconocidas. Tras el salir en tromba con el ritmo bailón de “French Fries” y “Shackle”, se marcó el “Tell Mama” que popularizó Etta James y poco después “Nutbush City Limits” de Tina Turner. Para entonces, el público se lo estaba pasando en grande, rendido a los continuos contoneos, guiños y simpáticos gestos de la pizpireta cantante.
Bette Smith
Mantener semejante ritmo era impensable, por lo que en la parte central del show, Bette Smith tomó asiento en el centro del escenario para ofrecer su versión más íntima. “Manchild”, “Thrill Is Gone” de BB King o “I Will Feed You” rebajaron pulsaciones y permitieron que los músicos se lucieran con sus solos. Fue la parte más floja del show. Smith no posee una gran voz y sin su contagioso entusiasmo y sus bailes el espectáculo pierde pegada. Afortunadamente, en el tramo final retomó el pulso y llegó a su máximo apogeo con “Sinner”, un tema que permitió participar al numeroso público, que coreó con fuerza el estribillo animado por toda la banda. Para los bises se valió de otra versión, esta vez “Livin For The City” de Steve Wonder, con la que cerró un show pensado y ejecutado para la diversión.
Mientras veía a Bette Davis en acción, todo actitud, casi cabaretera y en ciertos momentos rozando un ridículo que no alcanzó nunca, me vino a la memoria el titular del prestigioso The New York Times en 1979 a propósito de la primera actuación que Lola Flores ofreció en el Madison Square Garden: “No canta bien, no baila bien, pero no se la pierdan.” Pues eso.