COLABORACIONES
 Crónica
 
Resurrection Fest 2018 - Parte IV - Sábado
  14/07/2018     
  Elena Ortega     
  Jon Rivas
  Recinto, Viveiro, Lugo
  
www.insonoro.com

El día con el que culmina el festival y que tiene como cabezas de cartel a Kiss logra colgar el sold out en la puerta. Dentro ya se ven esparcidos por aquí y por allá a simpáticos fans de la banda que no han dudado en maquillarse tal y como dicta su reconocible estética. Caras pintadas en blanco y negro, cuernos arriba y lenguas fuera. Esto es Rock and Roll.

Esta vez al entrar me detengo en el punto lila que se encuentra situado cerca del acceso principal. Esta es una carpa promovida por el Concello de Viveiro que tiene por objetivo garantizar la seguridad de las mujeres en eventos y fiestas multitudinarias y que funciona como punto al que puede acudir cualquier mujer que sienta que pueda necesitar la asistencia tanto de las fuerzas de seguridad, como de la unidad sanitaria o voluntarios que allí se encuentran. A su vez, reparten material relativo a la concienciación sobre violencia y abuso hacia las mujeres de forma que nosotras mismas podamos identificar cuándo se está dando una de estas situaciones y un protocolo para frenarlo.

Al ver este tipo de iniciativas, que se replican ya en prácticamente todos los festivales, a una le entra una honda sensación de satisfacción y de gratitud hacia todas las personas que la llevan adelante.

  
Ambiente
 

Ahora sí, en lo musical, comienzo catando a los catalanes Malämmar. Un power trío instrumental capaz de fabricar un caústico postmetal con tintes de doom y sluge que los hacen francamente intensos. “Vendetta”, su último LP, está agotado en el bandcamp del grupo mientras que la concurrencia en el Desert Stage parecía apreciar la singularidad de la formación ovacionando a la banda corte tras corte.

Después en el escenario principal saltaba ya como el polvorín Frank Carter & The Rattlesnakes y su punk rock 100% british, con su segundo y último álbum “Modern Ruin” aún coleando. En un momento son capaces de montar el circle pit más grande de todo el festival, subir a la legión del ResuKids al escenario y además hacernos mover las caderas con temas como “Snake Eyes”, “Devil Inside Me” o “I Hate You”, con la que se despiden y levantan a todo el público una vez más al desaforado grito de “Te Odio”.

  
Malämmar
 

Por otro lado, francamente difícil era entender la propuesta de Igorr en el Ritual Stage, que bajo la etiqueta de “experimental” ofrecieron un show que bajo mi punto de vista no había por donde cogerlo. Una cantante lírica (bien), un cantante para guturales con aspecto de haber mezclado a un blacker con Predator (que distraía mucho la atención), un batería y un Dj formaban la complicada e inverosímil mezcla. En cualquier caso, el grupo se encuentra inmerso en  “Savege Tour” con su último álbum y al parecer tienen bastante aceptación en Europa, no en cambio con la que suscribe estas líneas.

  
Igorr
 

Como la seda fue el concierto de Prophets of Rage en el principal en lo que para mi fue el mejor bolo de todo el festival. Para los que aún no lo sepan, esta formación de All Stars viene compuesta por ex miembros de Rise Against The Machine y encabezada por Tom Morello con la única excepción de Zack De La Rosa, al que B-Real de Cypress Hill y Chuck D de Public Enemy (más su Dj Lord), vienen a reemplazar de forma absolutamente magistral.

Un sonido de infarto, riff brillantes y afilados y temas clásicos tanto de RATM como “Guerrilla Radio” o “Bullet in the Head”, como “How I Could Just Kill a Man” de Cypress Hill lograban que la concurrencia no posara los pies en el suelo ni un sólo instante. Además nos dedicaron “Heart Afire”, que corresponde ya al material propio de la banda y que (permítame la expresión) es tan jodidamente bueno como lo que ya venían haciendo en sus respectivas bandas. Acaban con un apoteósico “Bulls on Parade” y “Killing in the Name” en la que además de forma muy espontánea sale a colaborar Frank Carter. Conciertazo de los norteamericanos.

  
Ambiente
 

Otro norteamericanos a los que nos moríamos por ver era a los reyes del Glam; Kiss. Cuando cayó el telón y la banda apareció subida en un pedestal que se encontraba suspendido en mitad del enorme escenario, ya me tenían conquistada.

Junto con el gusto de comprobar que la imagen que guardo de ellos se corresponde con la que veo en el escenario aún con el paso del tiempo, es una maravilla. Quizás Paul Stanley no sea capaz de calcar el falsete de mitad de “I Was Made for Lovin' You” pero lo que es verdad es que el show que dan es digno de ver al menos una vez en la vida. Gene Simmons no paraba de posar con su larga y roja lengua fuera, o te que soltaba llamaradas de fuego como en “Firehouse” o volaba por el escenario como en “God of Thunder”. Aunque ya haya dvds donde se desvela su espectáculo completo, no me gustaría espoilear todo lo que aquella noche ví, es mejor vivirlo in situ. Simplemente acabar comentando que “Love Gun” y “Rock and Roll all Nite” venían acompañadas de una performance que deja con la boca abierta a cualquiera.

  
Kiss
 

Magníficos Kiss, tan grandes que se pasaron casi media hora sobre el horario establecido, lo que hizo que Alestorm tuviera que esperar ya una vez subidos en el Ritual Stage. Si bien es cierto que los escoceses dan bolos de lo más divertidos, con ese pirate metal tan suyo, para mí este no fue uno de sus mejores. El sonido se me antojaba sin fuerza, como enlatado, como si Kiss hubiera acabado con todas las reservas de decibelios del festival. Un sonido amortiguado que estropeó un poco mi experiencia.

Con todo y con eso, pildorazos como “Mexico”, “No Grave but the Sea” o “Captain Morgan's Revenge” siempre son bien recibidos y si además vienen coronados por la hilarante “Fucked With an Anchor”, poco más se puede pedir.

  
Ambiente
 

Y qué mejor que cerrar el festival con los brutales Exodus, que pese a las horas y al cansancio acumulado logró tener al público corriendo y saltando como locos. Estos clásicos del Thrash Metal cerraban su tour de 2018 en Viveiro y como marcaba la ocasión se esmeraron con temas como “Blood In, Blood Out”, canción que da nombre a su último álbum, “A Lesson in Violence” o “The Toxic Waltz”.

Y con la misma arrolladora potencia con la que comenzó el Resurrection Fest, acabó cuatro días después, tras habernos ofrecido más de cien bandas y acogido a más de 80.000 espectadores. El año que viene más, porque mejor no se puede.

  
Ambiente
  
 
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