COLABORACIONES
 Crónica
 
Calella RockFest 2018
  12/10/2018     
  Marta Tobar     
  Fran Cea
  Fábrica Llobet, Calella, Barcelona
www.insonoro.com

Tiene mucho mérito el Calella Rockfest. En sus seis años de existencia siempre ha demostrado un gusto exquisito a la hora de contratar bandas y ha lucido una organización impecable. Pero sobretodo, el Calella Rockfest tiene mucho mérito por el mimo y cariño con el que cuida al público, a los músicos, y a todos los que hacen posible que esta maravillosa fiesta del Rock se celebre cada año en la localidad catalana.

En esta edición, cada día estuvo claramente diferenciado por el estilo de las bandas. El viernes, más salvaje y festivo, comenzó con Dry River y su peculiar propuesta. Aparecieron todos los músicos uniformados por un traje color burdeos, lo que les confería una estética de banda swing de los sesenta, hasta que atacaron “Fundido a Negro” y apareció esa original mezcla entre hard rock melódico, metal y rock progresivo tan difícil de clasificar. Con Ángel Belinchón al frente dando cuenta de sus habilidades vocales, los de Castellón elaboraron un show en el que incluyeron divertidos gags y que el público disfrutó con el hambre que da el primer bolo de un festival.

  
Dry River
 

Hellsingland Underground se han ganado el respeto y la admiración de un buen número de fans gracias a sus continuas visitas a nuestro país. Su rock de raíces sureñas y melodías pops fue el toque de elegancia del viernes. Los suecos dieron un concierto homogéneo y bien estructurado, en el que destacaron los duelos de guitarras y el carisma de su cantante, Charlie Granberg. Sonaron “As Dreams Go By”, “Evil Will Prevail”, una magnífica versión de “No Regrets”y se guardaron para el final “You Saved Me”, “Earth’s Gonna Shake” y “Northern Country Boy”, con la que abandonaron el escenario por todo lo alto.

  
Hellsingland Underground
 

Era el turno para Lordi y sus espectaculares disfraces. Los noruegos tuvieron que renunciar a gran parte de su escenografía por las limitaciones de la sala, lo que privó al público de escenas sangrientas, muñecos diabólicos y demás parafernalia que suele acompañar a sus shows, aunque mantuvieron el “asesinato” de una monja por parte del bajista.

Cumplieron con un concierto de mínimos en el que pudimos escuchar  “Would You Love a Monsterman”, “Missing Miss Charlene”, “The Riff” y “Who’s Your Daddy”. Para los bises reservaron “Devil Is a Loser” y la archiconocida “Hard Rock Hallelujah”, con la que pusieron punto final a una actuación de la que se esperaba más.

  
Lordi
 

Como no podía ser de otra manera, Nashville Pussy salieron en tromba y sacudieron sin tregua una descarga tras otra ese rock asalvajado que tan bien les sale. Ruyter Suys sigue siendo un torbellino en escena, no para ni un segundo y se lleva de calle las miradas de los asistentes como si de un imán se tratase. A su lado, Blaine Cartwright ejerció de líder, cantó (o lo que sea que hace) y se mostró tan irreverente como le corresponde.

Con la energía fluyendo a raudales por la sala, atacaron “Piece of Ass” y “Wrong Side of a Gun”, que sonaron poderosas. El sudor y las ganas de juerga no paraban de aumentar al ritmo frenético de los americanos y de pepinazos como “Go to Hell”, “I’m so High” y la genial “Why, Why, Why”. Para cuando llegó el turno de los bises, la sala hervía y el público rugía para impedir que terminase la fiesta. “Struttin’ Cock”, “Till the Meat Falls off the Bone” y, cómo no, “Go Motherfucker Go”, pusieron el punto final bien entrada la madrugada. Sencillo, directo y adictivo. El show de Nashville Pussy siempre funciona.

  
Nashville Pussy
 

A primera hora del sábado, las caras resacosas y los ojos somnolientos daban buena cuenta de que la noche anterior había sido larga y divertida. Pero la jornada prometía mucho y había que prepararse para otra buena noche de rock. Cuando Rocking Horse se subieron al escenario, el público aún se estaba desperezando. Les costó por ello comenzar un concierto que fue de menos a más y que terminó con el público encantando con la calidad de la banda.

A base del rock clásico de temas como “El Mundo al Revés” o “Dale al Botón”, Rockin Horse se ganaron el respeto y admiración de la audiencia, y con la versión de “Highway Star” tocaron el corazón del público, que les despidió con un gran aplauso.

  
Rocking Horse
 

La gran sorpresa del Calella Rockfest fueron sin duda Electric Boys, de los que se esperaba un buen concierto y firmaron un auténtico bolazo. Su hard rock va más allá del facturado dentro de sus fronteras, recogiendo en sus composiciones influencias americanas e inglesas, lo que les aporta un toque distintivo y único. Sobrados de actitud y con un look cuidado hasta el detalle, a la banda de Connie Bloom les bastó un par de temas para meterse al público en el bolsillo. Con “Spaced Out” demostraron que sus nuevos temas están a la altura de clásicos como “Rags to Riches” o “Captain of My Soul”.

La banda hizo gala de un excelente estado de forma, sonando compactos y bien engrasados, y sacaron petróleo de unas canciones que siguen sonando actuales, como en “The Change”, a la que le dieron un nuevo giro, “Angel in An Armoured Suit” o la fantástica “Electrified”. También realizaron un par de curiosas y singulares versiones, “No Woman, No Cry” de Bob Marley y “Tom Sawyer” de Rush, que supieron llevar a su terreno con maestría. Cuando el público ya estaba en éxtasis, se unió a la banda Charlie Granberg, el cantante de Hellsingland Underground, e interpretaron “All Lips N’ Hips” en un final glorioso.

  
Electric Boys
 

Pocos dudaban de que Mike Farris pudiese fallar pero posiblemente nadie esperaba ver el magnífico espectáculo que el americano nos tenía preparado. Farris volvía a visitarnos tras la publicación de “Silver & Stone”, su primer disco en cuatro años, un disco de alma negra lleno de soul, que hacía presagiar un concierto bien distinto. Pero en cuanto subió al escenario, observamos que estábamos ante una versión diferente del genial músico. Más guapo y más joven que nunca, Mike Farris lucía un cuidado look rockero. Esa fue la primera pista de por dónde irían los tiros. La segunda era la composición de la banda, guitarra, bajo y batería, además del propio Farris.

Eligió para empezar “When Mavis Signs” de su nuevo trabajo y según abrió la boca dejó, inevitablemente, impresionados a los presentes con su excelencia vocal. Muy pocas gargantas en el mundo pueden presumir de la cantidad de recursos, matices, tonos y registros que posee la de este hombre. Pero Mike Farris es mucho más que un cantante inigualable y a Calella llegó acompañado por una banda que competía en nivel con su líder, destacando Bart Walker, su guitarrista, de una técnica y sensibilidad abrumadoras. Con ellos consiguió dar la vuelta a los nuevos temas, despojándolos de su componente soul, en parte por la ausencia de coros, y dándoles un tinte mucho más rockero. Así sonó "Snap Your Fingers" e incluso temas de su etapa gospel como “Can't No Grave” tuvieron un toque más eléctrico.

Con el público en éxtasis desde los primeros minutos, Mike Farris se mostró pletórico, y despachó una magnífica y endurecida versión de “Homeless Child” de Charlie Musselwhite. Algún despistado aún se preguntaba dónde estaba el lado espiritual del cantante cuando llegó uno de los momentos de la noche (y habría varios). Hacía muchos años que Farris no interpretaba los temas de Screamin’ Cheetah Wheelies con banda, y si caía alguno siempre era él sólo en acústico. Por eso, cuando comenzó a sonar la maravillosa “Magnolia” a más de uno se le puso un nudo en la garganta. Parece que por fin Farris ha vencido a sus demonios y puede hacer una merecida revisión a su pasado más rockero. 

Mientras el público intercambia sonrisas cómplices, conscientes de estar ante, posiblemente, el concierto del año, el show siguió fluyendo a un nivel estratosférico. Tras “Are You Lonely for Me, Baby”, nos concedió otro regalo de SCW, “Father Speaks”, que desató de nuevo la emoción entre los asistentes. Pero Mike Farris nos tenía reservados aún más momentos de pura magia. Rindió un sentido homenaje a Tom Petty, primero de una forma más personal con “Swingin” (su preferida de Petty, dijo), luego con la conocidísima “American Girl” y completó la tríada con “Room at the Top”. Inenarrable. Cuando el público pensaba que ya no podía volar más alto, Farris se despidió con “Hello From Venus” y firmó un concierto que no olvidaremos jamás.

  
Mike Farris
 

Siguiendo con la tradición, el Calella Rockfest optó por una banda poderosa para cerrar el festival, los incombustibles The Bellrays. La elección no pudo ser más acertada porque con lo que había hecho Mike Farris unos minutos antes, había que tenerlos muy bien puestos para actuar tras él. Pero a Lisa Kekaula y los suyos les sobra arrogancia, calidad y actitud para salir al escenario dispuestos a patear los culos de los más incrédulos. Aparecieron mostrando esa rabia que tanto les caracteriza y bombardearon sin piedad temas de punk soul a ritmo frenético. Lisa es una frontwoman carismática como pocas y mostró su poder sobre las tablas mientras a su lado, Bob Vennun, saltaba y se retorcía mientras afilaba su guitarra. Llegaron a Calella con su formación americana y un nuevo disco bajo el brazo, del que despacharon algunos temas. Incluso uno fue cantado por el bajista y Bob tomó el protagonismo vocal en “Never Let a Woman”.

Se lanzaron en avalancha con “Bad Reaction” y “Mine All Mine” ante una concurrencia dispuesta a la diversión. Sin tregua, “Living a Lie”, “Everybody Get Up”, “Man Enough” o la adictiva “Infection” aceleraron corazones y permitieron lucirse a una Lisa que demostró que por algo es el alma, la imagen y el empuje de la banda. The Bellrays mantuvieron el ritmo de principio a fin y dieron una impresionante lección de cómo cerrar un festival por todo lo alto, algo que el público les agradeció con una cerrada ovación.

La sexta edición del Calella Rockfest confirma, si no lo estaba ya, la enorme calidad de este festival. Una edición que tiene un día, el sábado, que quedará en su historia como una de las mejores jornadas allí vividas. Buen trato, buen ambiente, buena organización, excelentes bandas. Tenemos que hacer que el Calella Rockfest se perpetúe. Como sea.

  
The Bellrays
 
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