Ilegales volvían al Teatro Barceló dos años después; esta vez en circunstancias muy distintas, ya que presentaban “Rebelión”, su ultimo disco; y volvían cicatrizadas las heridas y apaciguado el dolor con los que tuvieron que tocar el día de San Jorge de 2016, aunque no olvidada la pérdida: “El presente está hecho de pasado y futuro”.

Salieron vistiendo las camisas a rayas blancas y negras con las que han promocionado el disco; a excepción de Willy Vijande, que lo hizo luciendo camisa totalmente negra.

Tras una breve introducción de “Mi vida entre las hormigas” atacarían el nuevo material con “No tanta, tonto”, canción que se puede aplicar a todas las drogas, hasta a la que en los últimos meses está tan en boga y causa estragos sean cuales fueren sus colores y tenga más o menos rayas... “No la agites tanto, tonto”, podría decirse en este caso. “Hola mamoncete”, otra perspectiva sobre  el mismo tema, sonaría a continuación.

La iluminación en rojo predominó a lo largo de la noche; como rojo intenso es el color de la portada de “Rebelión”, una gran obra que no llega a los treinta minutos, duración considerada mínima estándar de los discos de vinilo de antaño. No necesitan más tiempo para poner las cartas sobre la mesa, dar un repaso a la actualidad y dejarla al descubierto, desmontando el discurso dominante, como en “Suicida”, “Mi amigo Omar”, “Mundo carapijo” y “Si no luchas te matas”, las cuales sonaron esa noche.

Estas canciones son tan cortas, aceleradas, y precisas como un bisturí, que no es de extrañar que el disco acabe con “El Bosque fragante y sombrío”, una pieza más relajada y bellísima de cuatro minutos y pico, que también ofrecerían en el concierto. Algo que el público celebró.

De sus primeros trabajos tocarían “Ella saltó por la ventana”, “Agotados de esperar el fin”, “El norte está lleno de frío”, “Enamorados de Varsovia”... canciones con las que entroncan directamente las que han creado para “Rebelión”. Tampoco se olvidarían de su anterior disco, del que sonó “Voy al bar”, emérita composición sobre “la verdadera patria con que puedes contar”.

En esta gira retoman “Ángel exterminador”, interpretada sin saxo. Reto del que salen airosos, aunque Jorge explicara que todavía les quedaba dar algunos retoques a los arreglos. Y es que resultaba una lástima que hubiera quedado fuera de su repertorio desde su regreso hace tres años, pues, junto con “Querida Milagros” de El Último de la Fila, se trata de las mejores canciones antibelicistas y antimilitaristas de la década de 1980 en castellano. Su filosofía (“El mundo es basura pero me gusta estar vivo”) desgraciadamente cada día está más vigente. En ella, Mike Vergara hizo un gran trabajo con los teclados, dejando patente que está plenamente integrado con los veteranos de la banda, entre los que se podía apreciar los ostensibles gestos de satisfacción de Jaime Belaustegui mientras golpeaba la batería.

Curiosamente, en esta ocasión no tocaron “Europa ha muerto” ahora que está a punto de materializarse oficialmente lo que ellos anunciaron hace treinta y seis años. Será que a Jorge no le gusta recrearse en los subrayados cuando la cuestión ya es obvia.

La que casi nunca falta en sus conciertos es “Yo soy quien espía los juegos de los niños”. Y el público siempre rompe en una ovación cuando Jorge canta eso de“nuevos cantantes hacen el ridículo en viejos festivales como Eurovisión”. No falla nunca.

Nunca han sido un dechado de corrección política. Ni de callarse nada. Pero precisamente esa es una de sus virtudes.

Además, sus canciones han soportado muy bien el paso del tiempo.

Por eso, después de arrasar en los años ochenta pese a saber tocar y sonar bien, se caerían de las radios comerciales en los años noventa y posteriores por sus temáticas crudas y realistas –como hablar de suicidio, por ejemplo (había vuelto la censura)-, bajando su popularidad desde entonces, para regresar a mitad de esta década con mucha fuerza. Y es que siguen siendo un grupo fundamental del rock en castellano.

Para ir acabando, las obligadas: “Soy un macarra”, esa gran gamberrada; el himno “Tiempos nuevos, tiempos salvajes”, cuya letra cada  cierto tiempo vuelve a reflejar exactamente la realidad social que se vive en ese momento; “Dextroanfetamina”, que puso a todo el mundo a bailar el pogo que continuaría con “Bestia, bestia”.

Antes del final, Jorge daría las gracias al público por haber agotado las entradas en un tiempo récord. Por lo que hace poco han confirmado una actuación en Madrid para el 25 de mayo de 2019 en La Riviera.

Terminarían con “Destruye”. Otra clásica indiscutible e imperecedera.

Es una suerte para los milenials que Jorge Martínez -como  ha reconocido en alguna ocasión- haya sobrevivido a todos los locos que hay en él, pues, en tiempos de triunfitos y música prefabricada para el éxito y el consumo rápido o de exabruptos con letras de mensajes excesivamente mascados, aún están a tiempo de conocer y disfrutar a Ilegales.