Después de una larga y cansina semana de trabajo, ¿se os ocurre una forma mejor de empezar el fin de semana que echándoos unas risas viendo a Los Gandules en directo? La verdad es que pocos planes pueden ser más interesantes y, pese a que había otros eventos muy apetecibles, no dudé ni un instante en acercarme a ver a los aragoneses.
En esta ocasión el grupo musical venía presentando su disco “Directo al ¡sofá!”, lógicamente grabada en vivo y publicado a finales del 2018 y, como ya hicieron a principios del año pasado, su cita con nuestra comunidad tenía lugar en la sala Black Bird de Santander, por lo que esto prometía y esperábamos una buena respuesta de público, como ha sido habitual en anteriores ocasiones.
Y es que Los Gandules, formados hace 17 años, han ido ganando seguidores a base de sus divertidas canciones, además de aparecer en diferentes medios de comunicación, basando su repertorio en las adaptaciones de canciones populares con temáticas de actualidad, al margen de sus improvisaciones y ocurrencias en directo, sin duda alguna el lugar donde poder disfrutar de la esencia de la banda.
Ya desde que llegué a la sala santanderina pude apreciar que el concierto de Los Gandules no es un concierto al uso, con buena parte de la gente, que llenaba el local, sentado en las mesas ubicadas en todo el local, y algunos otros sentados en primera fila para poder ver con nitidez el evento.
Como es habitual en las actuaciones de Los Gandules, primero subieron los falsos teloneros, osea los Escafandra, que viene a ser la versión futurista de el dúo aragonés, con sus característicos disfraces, repasando una seria de breves piezas como “Einleitung”, “Desde luego no esperaba encontrarte embebido en la lectura de un periódico” o la siempre divertidísima “Pienso, luego Egipto”, donde nos pidieron unos aplausos, para seguir con “Todo roto (Catástrofe)”, acordándose de Juan José Padilla, “Hellraiser”, “Blond Knallt”, con esa mención al presidente de Estados Unidos, terminando esta fase del concierto con “Instrumentalmusik”.
Mientras sonaba “Polichinelas Song (Jacinto Benavente)”, muy cantada por todos los presentes, se despojaron de sus ropajes, para aparecer ya con sus características batas y en ropa interior, mientras nos saludaban con un buenas noches Castro Urdiales, continuando sus vaciles con alusiones al tirón de Vox en Santander, a las escaleras mecánicas que están cerca la sala y alguna mención a Revilla, para recordarnos que estaban presentado su disco en directo, reconociendo que eso demuestra que son un grupo en decadencia, y que el repertorio iba a ser muy parecido al de la otra vez, llegando el momento de “Pony (Equino de mis entretelas)”, con referencias en la canción a Bustamante.
Los Gandules
Otro objeto de ironía por parte de la banda fueron los sobaos, uno de los dulces típicos de Cantabria, y a los que harían alusión durante varios momentos, así como el rollo facha que hay en Cantabria, algo a lo que hicieron mención antes de la divertidísima “Matorral Genealógico (Soy mi nuero)”.
Tampoco se libraron de sus improvisaciones ciertos directores y directoras de cine, ironizando sobre el titulo de sus películas, para seguir primero con “Remedios de la abuela” y luego con “Pimientos en el Padrón”, en donde volvieron a vacilarnos con las ventajas de ser de Cantabria, siguiendo con el cachondeo por las escaleras mecánicas.
Pero lo verdadero grande de los conciertos de Los Gandules es esa complicidad con sus asistentes y como es habitual, uno de los momentos más esperados es su balada “De agujeros en montañas (La tuneladora)”, en la que contaron con la colaboración de dos personas del público, que acabaron abrazados en mitad de la sala.
Prosiguieron con “Vigilante nocturno de Chopin”, uno de los temas que más me gusta de la banda, antes de llevarnos junto a “Aquellos cachondos líderes del este”, de nuevo con la colaboración, en esta ocasión, de cuatro personas, para que sujetasen unos carteles y bailasen en la parte del estribillo, todo ello con el consiguiente cachondeo, tanto del grupo, como de los colaboradores y el resto de la sala, que nos lo estábamos pasado en grande.
Llegaba otro de los momento más esperados por sus seguidores como es “Si Gagarin llevara casco (La Nasa siempre lanza cohetes)”, con parte de cuya letra, por cierto, han sacado unas camisetas que uno de los integrantes del dúo, concretamente Tobo Gandul, llevaba puesta, canción en la que la participación de la gente es de nuevo muy importante para que el espectáculo sea más ágil, aprovechando la ocasión para recordar a cierto “cantante” de San Vicente de la Barquera.
Llegaba el momento de una sucesión de temas cortos, que empezaron con “Obstetricia en Bucarest (Ginecólogo Rumano)”, en la que nos pidieron colaborar alzando los brazos igual que en “Paté de pato”, siguiendo, por petición de alguien del público, con la poco frecuente “Miguel Angel y El Greco”, para concluir este bloque con el “Like a rolling stone”.
Los Gandules
Precisamente Tobo Gandul se desprendió de su guitarra a la hora de encarar “Cleptocupromano de guante blanco”, esa desternillante historia, en la que de nuevo nos vacilaron, en este caso ante la ausencia de AVE en Cantabria, para seguir con la maravillosa “Cuídame el gato”, que se intercaló con “Falsos techos en febrero” y un amago de striptease por parte del mencionado Tobo, antes de concluir el tema pidiendo a los técnicos luces rojas y amarillas, porque querían que aquello tuviera un ambiente más español.
Era el momento de empezar a despedirse, aunque como nos dijeron, si queríamos alguna más igual tocaban más temas, pero de momento era el turno de disfrutar con la extensa y cachonda “La década apestosa mix”, con referencias a Ben Hur, a los avestruces, a los celiacos, a la tuna y a los ciclistas entre otros, dando por terminada su actuación, en un principio.
Pero nadie quería que aquello finalizase, y la gente pedía otras tres, a lo que ellos dijeron que pensaban tocar cuatro, como así fue, empezando por “Cenao”, en la que de nuevo improvisaron la letra, en este caso más por accidente que por otra cosa, para ponerse vascos, como ellos mismos dijeron, y seguir con “Purulento es el pus”.
Como estábamos en la tierra del flamenco, dijeron irónicamente, era el turno de “Control de aliento extremeño”, con la gente dando palmas, antes de poner el punto y final al concierto con la siempre esperada “Ese loco material”, con toda la gente cantando y la banda aprovechando para invitarnos a pasarnos por su puesto de merchán, dando por terminada así su velada tras casi dos horas de actuación.
Una vez más, Los Gandules nos hicieron pasar un gran rato, con una interpretación muy amena y muy divertida, como es habitual en ellos y es que da igual que los hayas visto más veces y que algunos delas improvisaciones sean conocidas, la realidad es que son una ganaría de directo porque siempre te sacan la sonrisa o la carcajada.
Nada más acabar el concierto, el dúo estuvo sacándose fotos con la mucha gente que lo quiso, demostrado que Dun Gandul y Tobo Gandul son igual de divertidos dentro y fuera del escenario, lo que hace que consignan más seguidores allá por donde van.
No cabe duda de que la próxima vez que vengan, allí estaré para volver a disfrutar con sus ocurrencias.
Y así terminaba está divertida noche de viernes en el Black Bird, de donde me fui con una sonrisa de oreja a oreja, pese a que estaba lloviendo, gracias al buen rato que nos habían hecho pasar Los Gandules y a la enorme amabilidad que, como siempre, tuvieron la gente de la Black Bird.