El público del Teatro Circo Price recibiría a Ketama con una cerrada ovación cuando empezó a sonar su música, aunque se llevaría dos sorpresas. Primera, que en un primer momento tan solo estaban sobre el escenario los músicos que acompañan a los tres Carmona en esta gira. Segunda, que poco después solo aparecerían dos de ellos; faltaba Antonio. Aunque enseguida le oirían cantar “Karta kanción”; eso sí, mientras se iba moviendo por entre las butacas del anfiteatro ante la sorpresa del público.
Fue calculando perfectamente su desplazamiento de forma que acabaría la canción junto al extremo opuesto del escenario desde donde había empezado, quedando en condiciones de poder salir a cantar “Djamana djana” junto a su hermano Juan y a su primo Josemi.
Se notaba en el ambiente las ganas con las que el público ha recibido el regreso de Ketama y su flamenco-fusión después de más de catorce años. Aparte de sus seguidores asentados, de los que no han perdido ninguno, han elegido un buen momento para poder captar nuevos admiradores de su música entre los más jóvenes, los cuales nacieron o eran muy pequeños cuando el grupo ya se había separado.
La primera artista invitada de la noche sería Lolita, uniéndose al trío para cantar “Se dejaba llevar”, la canción de Antonio Vega -con quien Ketama grabaría esta soberbia mezcla de pop y flamenco en “De akí a Ketama” y desgraciadamente desaparecido hará ahora diez años.
Ketama
Lolita se disculpó antes de empezar a cantar por estar muy constipada. “Muy constipados estamos todos”, replicó Antonio Carmona, cuya voz se notaba tocada.
También se les uniría más adelante Claudia Brant, recientemente galardonada con el Grammy en la categoría de mejor álbum de pop latino y venida desde Los Ángeles para interpretar con ellos “Ni blanco ni negro”.
La tercera y última invitada sería la jerezana Mala Rodríguez para poner su voz en “Problema”, un tema en el que también contarían con la colaboración de Javier Colina al acordeón. Hubo un momento al principio de esta canción durante el que Juan y Antonio se abrazarían emocionados tras escuchar las notas del acordeón.
Pero las colaboraciones vocales en este concierto únicamente las pondrían mujeres. Tres mujeres. Tres grandes artistas, cada una en su género musical.
Entre unas y otras colaboraciones habría un par de largas piezas flamencas que sirvieron de lucimiento de los dos guitarristas del grupo. En ambas se acordarían de sus respectivos padres. Empezaría Josemi, solo en el escenario con su guitarra de principio a fin. Sin embargo, en la de Juan al final entraría el grupo para acabar la pieza.
La mayoría de canciones que ofrecieron en este su segundo concierto de la gira de regreso (el primero fue en Granada) eran de mitad de 1990 a finales de la década y fueron incluidas en el álbum en directo “De akí a Ketama” (remasterizado en 2019). Es comprensible que se centraran en sus trabajos más popularmente conocidos porque el público del Teatro Circo Price esa noche era bastante heterogéneo. Así, a continuación sonarían “Loko de amor” y “Agustito”. Durante esta última los asistentes les ayudarían a cantar aquello de “toma, Ketama; toma, Ketama...”
Ketama
Anunciaron que se iban con “Vente pa Madrid”, durante la que todo el público se levantó de sus asientos para bailarla. La diversión estaba servida por unos de los más significativos integrantes de lo que se vino a llamar “nuevos flamencos”, que llegaron con su música más allá de los tradicionales seguidores del flamenco al enriquecerlo nutriéndolo con pop, jazz, músicas del mundo...
En esas estaban cuando aparecería en el escenario para cantar Juanito Carmona, hijo de Juan, quien ya no se marcharía de allí hasta que no acabara el concierto. Además, en mitad de la canción, bajo la algarabía del público, Antonio se puso a tocar el cajón en el centro del escenario, acabando rodeado por el resto de músicos.
Resulta significativo que tocara el instrumento de sus inicios en Ketama, cuando todavía formaban parte del grupo Ray Heredia y José Soto “Sorderita”. Y es que “todo el amor es percusión”, como cantaba el propio Antonio Carmona en “Para vivir”.
Saldrían del escenario acabada la canción pero, sin requerir demasiado esfuerzo del público y sin darles tiempo a sentarse, volverían para cerrar la noche con “No estamos lokos”, rumba que consiguió abrirse paso entre la generación de los “jóvenes del Kronen”, ya que atrapó una forma más sana de entender la vida y las relaciones personales y enganchó a un amplio abanico de público a su música. Sigue enganchando veintitantos años después, y el público se sigue identificando con ella. Puede servir perfectamente, ésta y todas las canciones que sonaron esa noche, para que se acerquen a Ketama las generaciones más jóvenes que escuchen ahora su música por vez primera. Más adelante ya podrán dedicarse a conocer todos sus matices y su riqueza musical más en profundidad.
En catorce años largos han pasado muchas cosas y, aunque han kambiao los tiempos, todavía no estamos lokos en este 2019. Al menos no del todo...