Volvía a celebrarse el BBK Legends como ya comienza a ser tradicional por estas fechas, situando otra vez al género rock en el centro de atención de las miles de personas que peregrinamos al Centro Ola de Sondika, centro especializado en la atención a personas con algún tipo de discapacidad intelectual, a ver a los artistas convocados en esta edición entre los que se cuentan figuras tan ecuménicas como los Beach Boys o Little Steven. Éstas fueron nuestras principales impresiones:
El pistoletazo de salida al Legends lo firmaban Amann & the Wayward Sons, proyecto personal del bilbaíno Pablo Amann cuya banda realiza una combinación visceral de sonidos de amplias influencias americanas de aroma psicodélico, rock sureño, rock progresivo de los 70"s como señala el propio nombre de la banda, un homenaje al himno de la mítica banda Kansas "Carry on wayward son". Abrieron con el single de adelanto de su esperado nuevo álbum "Let me row" primera canción que sonó en el festival que habla de la situación humillante que a diario se vive en el Mediterráneo con los migrantes y sus ansias de encontrar una vida mejor en el continente europeo. Sonaron también canciones de su anterior álbum de estudio como "Interstellar trip", "In the cove of Dead corpses" o "Free Soul", y algún tema nuevo del material que editarán en Septiembre.
Por criticar algo, quizás Pablo no alcance como cantante una nota muy alta, aunque cumpla con su savoir faire, carisma y estilo sobradamente con una actuación en la que también brilla una sección rítmica engrasada y un sonido que cumple expectativas a los asistentes que, a esas horas, empiezan a tomar posiciones para ver el festival.
Amann & The Wayward Sons
La segunda sesión musicalera del festival corrió a cargo del clásico de la canción folk rock vasca Anje Duhalde. El que fuera miembro de Errobi y más tarde del grupo Akelarre, ofreció un concierto cálido y cercano con formato muy rockero centrado en las canciones de su cuarto directo "Ibelean Zuzenean Grabaría" pertenecientes a toda su trayectoria como "Gure Lekukotasuna","Maitasun Nortasum" o "Gitarra Zahar Honekin".
Destacó a la guitarra solista Remy Gachís a la guitarra en una actuación en la que la interacción con el público fue constante y las canciones de Anje fueron coreadas por la audiencia. Patrones americanos con ecos a los grandes, Dylan, Young, a veces con un punto a la canción francesa de su admirado George Brassens o incluso al bonaerense Leon Gieco. Intensidad guitarrera, fraseo cantautoril y hechuras de banda rodada que suena compacta, redonda, por momentos éspléndida. También tocaron "Etxeco Andre" y un encore con el que se despidieron del Legends.
Anje Duhalde
La tercera del cartel era nada menos que la cantautora Suzanne Vega. Icónica en el colectivo feminista, se plantó en Sondika sin más acompañamiento que el guitarrista Guerry Leonard( por cierto, este señor llegó a producir a David Bowie) y su característico bombín de atrezzo para abrir con la conocida “Marlene on the wall” comenzando así un recital marcado por la genialidad de la intérprete neoyorquina y, como decimos, una instrumentación sobria en contraposición a los arreglos preciosistas que marcaron sus principales producciones allá por mediados los 80"s.
Con algún acople en el sonido a la segunda canción cayó la que todo el mundo esperaba, su hit al maltrato infantil "Luka" que la hizo mundialmente famosa. La verdad que la voz la clava con la sonoridad justa en un Bilbao atento a la diva. Una voz frágil, honesta, que sobrevuela Sondika por momentos mientras el público se mece a su ritmo cadencioso y lírica afilada.
La neoyorquina de adopción viste de negro, con cazadora de cuero y fular manteniendo una figura envidiable a sus ya !60 años!. Y así se fueron sucediendo los números, viejas canciones como "the Queen and the soldier" con finales tristes, con nostalgia de tiempos pasados, con amores fallidos-que error- y una intimidad por momentos quizás excesiva que hizo que el gig gravitara entre baladas con algún arreglo swing y medios tiempos interpretados con ímpetu y elegancia neoyorquina. Ah! para despedirse eligió "Tom"s diner" y su pegadizo estribillo que hizo las delicias del público.
Suzanne Vega
Para los profanos, en palabras de Sabino Méndez la palabra Beat evoca un movimiento que interpreta la palabra en su sentido más etimológico anglosajón de “golpear” o “sacudir”. Pues bien, eso mismo provocó Paul Collins Beat desde el inicio con " Let me into your life" canción de ritmo anfetamínico que hizo mover las caderas al respetable. Paul marcó los tiempos en una interpretación dinámica en la que, aparte de la mencionada, se sucedieron clásicos en su repertorio como "Rock and roll girl" o " You won"t be happy" en una traca inicial que elevó la temperatura del Legends varios grados celsius.
Como telonero de grupos como The Police o the Jam, Paul demuestra su magisterio con una sucesión de canciones inmediatas, cortas, de esas que secan el corazón que diría Nico Velvet pero llenas de amor al mismo tiempo. En busca de la canción perfecta, chicos. La banda española formada por Octavio Vinck a la guitarra, Juancho al bajo y Ginés Martínez sirvió de acompañamiento perfecto a sus canciones powerpoperas.
Clásicos inapelables muy celebrados en su set list como "Dreaming" , "On the highway", "All over the world" se fueron sucediendo sin descanso. Se nota. que sus influencias son bandas de rock como Beatles, Ramones o Blondie cuya banda les debe su " Hanging on the telephone", singlelazo que suena antes de la despedida, la pegajosa "Don"t wait up". Keep on rockin", Paul.
Paul Collins Beat
Como cabezas de cartel nada menos que estaban programados los Beach Boys. Los chicos de la playa se acercaban al País Vasco para presentar sus himnos atemporales. Al igual que el inigualable Bob Dylan tiene una gira interminable con más de 150 conciertos al año, los californianos, sin duda uno de los grupos más influyentes de la historia del pop rock, se traen entre sus manos otra gira interminable a sus setentas mal traídos años, con actuaciones en los lugares más recónditos del planeta.
Como de una ola gigantesca se tratara, saben explotar un legado tañido de hits grandiosos llenos de rock and roll, surf rock, rock psicodélico y dulce pop que les ha reportado millones de discos vendidos. Aunque el genio de Brian Wilson ya no esté( la última vez que se fue de gira con ellos fue en el año 2012), continúan liderados por el cantante y maestro de ceremonias Mike Love y por el teclista y voz Bruce Johnston.
El concierto empezó con imágenes de la banda en sus días de gloria, al ritmo de "Do it again", "Surfin Safari" y "Catch a Wave" y su pléyade de éxitos intemporales. Aunque la ejecución vocal se resienta, los actuales Beach Boys siguen contagiando sus brillantes canciones a un público más que emocionado por la gramola musical de estos chicos. Entre falsetes, voces a capela y coros con progresiones, los Beach Boys desgranan su repertorio a un BBK Legends entregado a estas alturas. Sí es cierto que suenan excesivamente nostálgicos, acercándose sus canciones al doo-wop de las Ronettes e incluso al rock más primigenio de Chuck Berry y discípulos.
¿Son detentadores de la eterna juventud? Quizás no, pero su repertorio se impone ante una audiencia ávida de escuchar su próximo éxito, siendo conscientes todos de la ocasión histórica que supone ver por estos lares a estos veteranos con discos como "Pet Sounds" y "Smile" en los que la banda abrió nuevos horizontes musicales.
Pero por encima de estos imponderables lo que se planteó es diversión por encima de todo. "I get around" , "God only knows"," Wouldn"t it be nice" o "Good Vibrations" suenan casi frescas, poderosas, gemas de género que los Beach Boys administran con sabiduría. Para acabar eligen la ramoniana "Rockaway Beach" y el "Fun, fun, fun". Eso, diversión.