Tiempo atrás cuando íbamos de concierto, lo hacíamos amparados por la oscuridad de la noche. Hoy, el ‘tardeo’ imperante se ha comido a los conciertos nocturnos. Aquellos que disfrutabas más si cabe rememorándolos cuando volvías a casa a altas horas de la noche haciendo resonar las botas por las calles desiertas y con pitidos en los oídos. Se me antoja raro ir hacia el recinto del concierto y que todavía reluzca Lorenzo en el cielo cuando siempre he tenido un romance con su amada.
Llego con el tiempo justo por mi visita relámpago a tierras cartaginesas a las que fui para firmar libros. Mareas de gente para ver a los Marea, hordas de camisetas negras que contrastan con el blanco de Marina Beach. Si a alguien le viene bien el sol es al que va con la mochila de cerveza fresca, tan solo nos falta una pizza y ‘voilâ’, nuestros ojos vuelan al foodtrack (¿dónde quedaron aquellos carromatos con ruedas de bici y una plancha?) y nos sentamos a esperar ver a Bocanada.
Toda una sorpresa descubrir que el cantante, es familia del gran Kutxi Romero…capisci? Todo queda en familia. Incluso antes de saber quiénes eran mi comentario era lo mucho que se parecen tanto física, como artísticamente. Es una grata sorpresa. Voy a ver dos conciertos por el precio de uno…casi como escuchar dos discos nuevos de Marea. Ojo, que no parezca una crítica, personalmente me gustaron. ¿Qué se me hace raro que casi suene como un tributo con la que les ha caído a los tributos por parte de los Marea? Un poco sí y no ocultaré mi discrepancia sobre esas declaraciones, sin embargo, sería gilipollas si no disfrutase como un enano de dos grupazos, tan solo por discrepar…con lo que me gusta hacerlo y lo que aprendo cuando lo hago.
Creo que Bocanada tienen muchísima proyección por delante y estaré ahí para contar nuevos conciertos.
Bocanada
Diecinueve mil gargantas se hermanaron para reclamar impacientes a las estrellas de la noche. Mucho tiempo sin revisitar algunas canciones que, como se demuestra esta noche, van a acompañarnos durante mucho tiempo. Aunque cambie el soporte de escucha y atrás queden los walkmans y sus cassettes o aunque los que pintamos canas se nos haga raro ir hacia un concierto a la luz del día, la emoción cuando aparece el grupo principal, no cambia. Algo en Marea me hace recordar esa hermandad que solo conozco en grupos de rock donde muchos hemos compartido melenazos y sudores varios.
Como viene siendo habitual, mi garganta se planta en la tercera o cuarta canción, lo cual no es motivo para seguir berreando. Pierdo la noción del tiempo y del espacio sin siquiera conocer a fondo las canciones del último disco, que son las que más abundan en el set list que no pudimos conseguir. Pese a que el concierto se centró en su último trabajo no dejaron de sonar los clásicos que todos esperábamos. Incluso alguna colaboración con Alberto Cereijo de “Los Suaves” casi al final de un concierto para recordar y es como quiero recordar a “Marea”, lejos de todo el ruido que han generado en los últimos tiempos y que demuestran la gran madurez de un grupo que pudo haber sido mucho más grande de lo que es.