Aparte de insufribles olas de calor, la temporada estival trae a la capital numerosas apuestas musicales, entre las cuales se encuentra el ciclo Las Noches del Botánico, un evento muy cuidado en un entono de lo más agradable y con interesantísimas propuestas musicales en formato largo que casi siempre cuelgan el letrero de sold out.
Entre los conciertos que protagonizaban el cartel de la semana pasada, tuvimos la oportunidad de asistir al de Iván Ferreiro, que vino desde el norte dispuesto a combatir el calor de la noche del jueves, y como todo queda en familia, el encargado de abrir la velada fue Amaro Ferreiro, que ofreció un breve recital con temas de su Biólogo - “Enfermedad estéreo”, “Lógica del límite” o “Madam Mim”, entre otros - mientras el público iba tomando, tímidamente, posiciones en el césped (irónicamente) artificial del Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense. |
A las 22 horas, con una cuidada puntualidad salían a escena Iván, Amaro y el resto de la banda brindando con un público que entre cervezas, refrescos y abanicos les recibía con una calurosa ovación. El concierto comenzó a modo de retrospectiva con “Ansiedad”, tema que abría el último disco de la etapa de Los Piratas. Tras bromear sobre el hecho de que al no tratarse de un festival no contaban con toque de queda, Iván Ferreiro, como perfecto anfitrión, nos ofreció un generoso recorrido por su Casa: nos paseó por “Tupolev”, dimos un garbeo por “Casa (, ahora vivo aquí)”, e incluso un “Viaje por dondenosabidiusientan”, haciendo paradas en “La otra mitad” y “El pensamiento circular”.
Todas ellas bien engarzadas en una primera parte con temas de sus Las siete y media, Mentiroso mentiroso y Canciones para el tiempo y la distancia entre los cuales destacaron la animada “Pájaro azul”, la mágica “El viaje de Chihiro”, la estimulante “N.Y.C”, y, por supuesto, una inesperada “M” que, contra todo pronóstico, levantó más miradas de emoción que cámaras de móvil.
“El pensamiento circular”, a modo de charnela, conectó con un segundo bloque que se intuía importante, pues como comentó mi acompañante, “Cuando Iván se pone las gafas, es que la cosa es seria”. Y así fue. Una tras otra, fueron cayendo canciones que nos inundaron de una intensa nostalgia noventera y a modo de huellas nos transportaron no sólo a otro tiempo, sino a otros lugares.
Las encargadas de ello serían “Fecha caducada”, “El equilibrio es imposible” y “Años 80”, tras la cual encararíamos la recta final del concierto, que aunque se vio afectada por problemas de sonido en el micro de Iván no supuso un contratiempo demasiado grave, ya que la voz del público, como si de un mantra se tratara, acompañó a la característica y perfecta voz del mayor de los hermanos Ferreiro en “Cómo conocí a vuestra madre”, “Una inquietud”, “SPNB”, y “El dormilón” para cerrar el círculo con la canción más dolorosamente certera de toda su discografía: “Turnedo”, que vino introducida por la primera estrofa del tema que el vigués canta con los sevillanos Maga, “Diecinueve”. |