Llegó el amanecer del segundo día, y en este sábado soleado y con la misma previsión de calor, comenzó la jornada del festival que nos congregó alrededor de esta tierra de campos. Las tiendas de campaña comenzaron a abrirse, y no era inusual ver a algún grupo que en esos momentos avanzados de la mañana, se dirigía hacia la zona de acampada en lugar de partir de ella, buscando ese pequeño rato de sueño ligero entre tanta fiesta de festival y posterior.

El espectáculo empezó a desarrollarse por las calles del pueblo, con una sesión vermú amenizada y sonorizada por el grupo Los Desgraciaus, que consiguieron que entre ronda y ronda por los bares, la gente moviera algo más que las manos y las cabezas, haciendo que el ritmo invadiera las terrazas. Además, había que sumar el colorido y la variedad que aportaban los disfraces de todos los participantes al concurso, de temática más bien aleatoria, en el que se vieron todo tipo de atuendos, desde los sacados directamente de Aliexpress, hasta los que se lo trabajaron en chapa y pintura en sus casas.

Cuando los termómetros avanzaron más allá de los 30 grados y los relojes marcaban las 17:30, irrumpían en el escenario un grupo muy conocido y familiar para los castellanos, Sinaia, vecinos de un vallisoletano como yo, y a quienes he visto en más de una ocasión y en más de dos en el bar que les pertenece, el Purgatorio. Fueron capaces de inundarnos con aún más calor del que ya teníamos, algo totalmente soportable, teniendo en cuenta que fue uno de los mejores conciertos del sábado, sin duda.

Supieron entregarse en instrumentos y voces a todo el público que estábamos ya acechando su música desde el primer minuto, y he de decir que Iker, el batería en sustitución de Iván, lo hizo de forma impecable, a la altura de lo que se espera de alguien que ha participado con Habeas Corpus. Muy grande esta combinación de metal, punk y rock con parte de procedencia de Medina, y la mejor forma de dar por iniciada la segunda tanda de bandas del Vintoro.

Aún seguíamos echando humo por toda la energía recibida de Sinaia, cuando apareció en escena el siguiente grupo, uno que arrastra mareas de seguidores allá donde van, y cuya agenda les ha permitido hacerse un hueco en el festival toresano. Cuando Los de Marras llegan, la fiesta no empieza, ellos son la fiesta. Su rock es directo, divertido, burlón y canalla, y así fue como el público no paró de mostrar en ningún momento una enorme sonrisa en sus rostros, por el buen rollo que transmiten estos chicos valencianos.

Todo el tiempo que coparon las ondas sonoras fue muy bien aprovechado, y la acústica se propagó por todo el recinto, incluso para aquellos rezagados que aún seguían disfrutando del fresco de la piscina, situada justo junto al polideportivo. Ya cuando estaba a punto de terminar su directo, el sol comenzaba a perder fuerza, pero no así los asistentes, que parecían tener sangre hipervitaminada corriendo por sus venas.

Uno de los principales reclamos de este cartel estaba a punto de llegar, y esos eran Def Con Dos. Sin duda, este cartel puede afirmar de haber contado no sólo con nombres importantes de bandas nacionales, también con artistas que suman ya una trayectoria de varias décadas, las mismas que cumple ya el que firma este texto.

Quizás sea una banda que ha evolucionado y modificado su estilo y su género con el transcurso de los años, pero de lo que no cabe duda, es de la variedad que aportaron en el escenario a partir de las 20:45, momento puntual en el que se personificaron frente al público. Podemos definirles como rap metal, con gran presencia de rimas y de un estilo combativo y crítico muy definido y afilado, por el que se han ganado tanto defensores como detractores. Las tablas de Toro vibraron con cada golpe de voz de César, y las rimas volaron por el aire transportadas por las guitarras y la batería, para llegar a todos los rincones del recinto.

Durante este lapso de tiempo entre un grupo y otro, dimos por inaugurado oficialmente el verano, siendo posiblemente el día más largo de todo el año, algo que quedó patente en el prolongado atardecer, que casi permaneció para saludar al siguiente grupo, otro de los más esperados del cartel. Este es el año de Evaristo, sin duda, habiendo anunciado su regreso y unión con La Polla Recods, y haciendo una de las giras con Gatillazo que más festivales está visitando este año. Allí estaban puntuales a las 22:30, un grupo que, aunque es de reciente formación, comparado con otros con los que han compartido cartel, saben hacerse notar y demostrar su experiencia, puesto que algunos de ellos, han escrito con letras indelebles el movimiento punk de este país, tanto su nacimiento como su establecimiento.

No hace falta que demuestren todo lo punkarras que son, puesto que sólo con verles salir al escenario, ya queda claro que estos vascos van a dar caña para todos, tanto a los de arriba, como a los de abajo. Se les notó en todo momento que estaban disfrutando y divirtiéndose con lo que estaban haciendo, y el público se entregó en la misma medida a su directo, quedando integrantes y participantes fusionados en uno de los mejores ratos de toda la noche.

Pasábamos del sábado, era nacimiento del domingo, cuando llegó uno de los momentos que más esperaba de todo el festival. Koma es un grupo que se me escaparon dos veces antes de tener la oportunidad de verles, y siendo además en un espacio abierto, en lugar de en una sala, no podía perdérmelos por nada.

Ellos fueron uno de los principales motivos para confirmar mi asistencia a este festival, y allí les tenía, por fin, en directo. Yo me considero una persona más inclinada al metal que al punk, y por ello, saber que su repertorio está conformado por guitarras pesadas y bajos con mucha presencia, es una garantía de que me iban a gustar.

Si algo puedo decir, es que, al igual que Sinaia, fueron de los mejores espectáculos del sábado, de principio a fin, y sus ritmos se me quedaron clavados como cuerdas fuertemente atadas en la carne. Hora y cuarto de lo que muchos allí buscábamos y queríamos, voces fuertes y ritmos rasgados, que nos dejaron los cuellos más cerca de la extenuación de lo que pensábamos.

El reloj no miente, y cuando vimos la hora que se acercaba, fuimos conscientes de que llegaba el momento de la despedida. Fue un acierto reservar para el final a una banda que no era tan enérgica como las anteriores, puesto que ya muchos empezaban a ocupar el césped o las barras, en lugar de permanecer en sus sitios frente al escenario. The Locos llegaron, para evitar que unos cuantos abandonaran el recinto, y apropiarse de sus últimas fuerzas, esas que se negaban a quedarse en sus cuerpos, no sin antes haber saltado o bailado un poco más. Una muestra más del movimiento punk y ska madrileño, con un inconfundible toque obrero y luchador, pero a ritmo de humor y de burla.

Su algo más que dilatada década sobre los set list les han servido para darse a conocer en muchos rincones, y Toro fue uno más de todos los que les han visto llegar. La nota diferenciadora la otorgó Pipi, su vocalista, con un gran elenco de disfraces: si pestañeabas, muy posiblemente le vieras con otro atuendo distinto al de unos segundos atrás.

Y... del mismo modo que este que subscribe está a punto de terminar su crónica, así fue como el Vintoro quedó despedido. Todo el recinto fue llenándose de besos, abrazos y manos a modo de despedida, por los que no iban a verse más en este marcado y recordado fin de semana, y los que se quedaron una noche más, pudieron disfrutar del amanecer del domingo, rodeados de todos esos camaradas del punk, compañeros del rock, y hermanos del metal.

Disfruté de toda la compañía de esas personas, muchos de ellos amigos, otros tantos conocidos, y en gran medida, simpatizantes. Me dicen que mi número de la suerte es el 4, así que, Vintoro 2020, allí nos veremos, en tu cuarta celebración de tu música.