El curioso doble cartel que conformaban Tomatito y el legendario George Benson en el ciclo Las Noches del Botánico aglutinó a un nutrido y variado público en una calurosa noche del verano madrileño. José Fernández Torres, Tomatito, es, sin lugar a dudas, uno de los guitarristas más virtuosos en el panorama flamenco actual y aunque muchos esperaban que coquetease con el jazz y el blues, en esta ocasión se mantuvo fiel al estilo que le ha hecho grande. Acompañado de Cristóbal Santiago “Cristy” como segundo guitarrista, bajo, percusión y dos cantaores, el almeriense ofreció un concierto de flamenco con personalidad, de mucho calado y de indudable calidad, en el que lució su natural maestría con naturalidad apabullante.
El escenario se llenó de color para recibir a George Benson, arropado por una banda en la que figuraba otro guitarrista, bajo, teclados, batería y percusión. A sus 76 años, el americano mantiene todavía una presencia imponente sobre el escenario y cuando agarró la guitarra le bastó insinuar un par de acordes para dejar claro que Benson sigue sonando a Benson.
Por desgracia, no se prodigó mucho con ella y ejerció la mayor parte del tiempo como cantante. No importó, sus grandes clásicos siguen sonando magníficos y aunque su voz ya no es lo que era, continúa transmitiendo emociones y sentimientos con cada palabra, con cada frase. Es un ejercicio de honradez muy meritorio que una estrella de su envergadura no esconda las marcas que el paso del tiempo ha dejado en sus habilidades. George Benson derrochó clase, se apoyó en los magníficos coros que le hacían su guitarrista y su percusionista y se mostró ante el público con el espíritu y la ilusión de su juventud. |
Los sonidos setenteros y ochenteros coparon el concierto, algunas veces rozando la música que uno espera escuchar en los espectáculos de los casinos de Las Vegas, siempre con ese toque smooth que confiere a los temas un halo de pulcra elegancia. “Nothing Gonna Change My Love For You”, “In Your Eyes”, “Feel Like Making Love”, “Turn Your Love Around” o lo que es lo mismo algo de soft jazz, de funky, de soul, de rythm and blues, de swing.
Son muchos los palos que sonaron en los Jardines del Botánico, en un show en el que Benson recorrió de puntillas una carrera de más de cincuenta años, en la que suma medio centenar de álbumes y 10 Grammys, y que es imposible condesar en un concierto de cien minutos. El público bailó, cantó y degustó los temas elegidos con esmero para satisfacer sus expectativas, y despidió al artista con una merecida y larga ovación. No hubo sorpresas porque, como él mismo reconoce, hace “lo que la gente supone que George Benson debe hacer en un concierto. Toco lo que la gente quiere oír, no experimento con mi público”. Eso fue exactamente lo que hizo. Y lo hizo muy bien. |