Supersonic Blues Machine fueron los encargados de actuar en la penúltima fecha del exitoso ciclo Noches del Botánico que amenizan las calurosas veladas de la capital, y llegaban anunciados con un "featuring Billy F Gibbons (Z.Z.Top) and Joe Louis Walker" que sirvieron como reclamo suficiente para que el recinto presentara una buena entrada.
Susan Santos fue la encargada de abrir la jornada presentando nuevamente No U Turn, su último trabajo, y dejando claro su valía a la guitarra y voz. En formato trío y con desparpajo de sobras, se llevó el gato al agua con un concierto intenso y engarzado en ese blues de ambiente texas mezclado con el rock, la noche como veríamos más adelante era proclive para las mezclas estilísticas, que tan bien domina y que le ha llevado a recibir premios del genero por todo el mundo, y a labrarse un nombre en el circuito blusero. Fue el ejemplo claro, uno más, de cómo aprovechar las ocasiones que se le presentan para acumular nuevos seguidores.
Susan Santos
Supersonic Blues Machine son un proyecto basado en la conjunción de dos prestigiosos nombre engarzados en el rock, el italo americano Fabrizio Grossi (Steve Vai, Slash, Neal Schon, Bonamassa) y el batería Kenny Aronoff (no hay nadie en el negocio con el que no haya tocado, de los Stones a Lynyrd Skynyrd pasando por Bon Jovi, Bob Dylan, Santana, Mellencamp...) y que se han apoyado en el más joven Kris Barras, uno de esos nuevos talentos del nuevo blues rock, para dar rienda suelta a su lado más blusero.
Con la formación completada con dos coristas (mujer e hija del bajista), teclista (prácticamente imperceptible) y otro guitarra, estructuraron el concierto en tres fases bien diferenciadas. Por un lado ellos como banda, algo que no funcionó en ningún momento al menos para los seguidores del blues, ya que se escudaron en su pericia musical para desarrollar una orgía de notas rápidas, solos vertiginosos (¿de verdad es necesario un solo de bajo y otro de batería en un concierto de blues?) , y exhibiciones varias que dejaron a la audiencia fría (varias veces le inquirió Grossi un poco más de ruido), algo disgustada y con cara de póquer, al menos hasta que una auténtica leyenda del género, Joe Louis Walker (miembro por derecho del Blues Hall of Fame), apareció en escena para intentar ralentizar el ritmo en Can´t take it no more, echarse la banda a sus espaldas en una más sentida Do You Love Me y sacar la armónica en Right Now para demostrar que no son necesarias toneladas de notas para tener feeling (más bien todo lo contrario), y darle un repaso a Barras contestando sus rápidos fraseos con licks cargados de blues.
Supersonic Blues Machine
El concierto volvió por los mismos derroteros cuando Walker abandonó la escena y algunos presentes empezaban a cuestionar la aparición del barbudo guitarrista, mientras asistíamos a punteos realizados con los dientes o con la guitarra a la espalda. Se mascaba un desastre que solucionó el tejano nada más aparecer en escena (habían pasado más de dos horas desde que Susan Santos había comenzado su show) y Billy Gibbons empezó a pellizar las cuerdas de su guitarra con el famosísimo riif de La Grange.
El boggie inundó los jardines del botánico, las sonrisas aparecieron en los rostros de los presentes y pies y cuellos empezaron a menearse al compás. Esto era lo que la gente venía a buscar y Sharp Dressed Man, otra de las piezas de los ZZ Top, borraron de un plumazo todo lo visto hasta el momento. El concierto había variado, ¿o quizás era otro?, el blues aparecía para reinar y hasta Robert Johnson tuvo su lugar con la versión de I Believe I´lll Dust My Broom. Esto ya iba para nota y el fin de fiesta con todos los presentes sobre el escenario, incluida la aparición de Susan Santos, para tocar el clásico de Don Nix "Going Down" finalizaban dos horas de espectáculo con demasiados vaivenes.