Estaba cerca de cumplirse un año desde que Johhny Cifuentes –único superviviente en activo de la primera formación- anunciara que se acababa la existencia de Burning cuando llegó el día  de su último concierto, que se celebraría en La Riviera de Madrid.

No hubo invitados. Fue emotivo pero sobrio; sin alardes, que no se estaba celebrando nada. Tan solo era una velada íntima entre el grupo y los fieles seguidores de su ciudad. Esa ciudad que los vio nacer y crecer, que ha sido uno de los grandes amores del grupo y fuente de inspiración para la mayoría de sus canciones; tanto como las personas que habitan y habitaron sus barrios.
Sí habría homenajes.

Pero antes de la banda originaria de La Elipa salieron Desvariados, cuyas canciones son bien conocidas por los seguidores de Burning, pues vienen acompañándolos desde 2017 en la gira “Corre conmigo”.

Comenzaron con “Vamos a pelear” bajo una lamentable iluminación. Seguirían con “Escúpeme” y “Mamá, me quiere matar”, siempre muy motivados y con gran expresividad y energía, sobre todo por parte de Adrián Díaz. Javier Martínez hacía lo suyo detrás de la batería; sin embargo, el nuevo guitarrista  resultaba algo más parado. Para cuando tocaron “Latir más fuerte” empezarían a incrustar homenajes en sus letras. El primero, a Héroes del Silencio cantando “yo no tengo la culpa de verte caer”, algo ya clásico en sus conciertos. Fue al final de la media hora que tocaron cuando, en “A mil kilómetros”, deslizaron un “soy un macarra, soy un hortera...”; poco después, “necesito un trago para poderme estabilizar”.

Para terminar, Adrián lanzaría su guitarra al aire...

No hubo ninguna sorpresa en el repertorio de esta última actuación de Burning, sino que irían ofreciendo sus canciones más reconocidas pero en un orden muy acertado.

Empezarían con “Es decisión”. No le debió de resultar nada fácil a Johnny, por cierto, tomar la de la retirada de su grupo. Si no tenía claro poder continuar a ese nivel, este era el mejor momento para acabar, con el buen sabor de boca que deja su último disco de estudio, del que a continuación tocarían “Bestia azul”.

Después de ofrecer “Willie Dixon”, el público rompió en aplausos porque Johnny se emocionó tras confesar: “Tenía tanto que deciros... pero me he quedado en blanco”.

A partir de aquí retomarían las canciones con personajes sacados de vivencias propias o de historias de la calle, del barrio; de esa Elipa de extrarradio donde crecieron. Las historias de los que nunca aparecerán en los libros de Historia, algo que ya habían hecho al tocar “Las chicas del Drugstore”. Ahora sería con “Jim Dinamita”, que Johnny cantó esta vez como siempre lo hicieron con Toño y con Risi.

Les rendirían sentidos homenajes a lo largo de la noche a ellos dos y a  todos los miembros que en estos cuarenta y cinco años han formado parte de Burning. En las pantallas gigantes a menudo iban apareciendo imágenes de conciertos antiguos, de Johnny y Risi con Miguel Ríos, de los primeros componentes vestidos de forma muy glamurosa. Y es que el glam los influyó mucho en los primeros años; como Lou Reed lo haría en la forma de cantar de Toño, y en la cadencia tan característica que empleaban al hablar. Y que más de uno imitaba a menudo...

Tampoco dejarían de sonar esa noche “Weekend”, “Miéntelas”, “Jack Gasolina”,  “Madrid”, “Como un huracán” y “Ginebra seca”, durante la que Johnny rindió homenaje a otro de los grandes amores de Burning: The Rolling Stones. Tan adorados eran por los jóvenes componentes de Burning que algunos de ellos llegaron a imitarlos hasta en sus adicciones, convirtiendo su vida en puro sexo, drogas y rock and roll. Sin miedo a perder.

Así, Johnny gritaría “I can´t get no satisfaction” y “Brown sugar” intercaladas entre aquello de “No me lo creo, nena, yo estuve allí”.

Con “Esto es un atraco” y “Mueve tus caderas” el público enloqueció. Además, durante este último tema Johnny los regaría con cava.

Al acabar esta canción se despedirían: “Nos volveremos a ver en cualquier bar escuchando rock and roll”, predijo Johnny. Y es que no renuncia a seguir componiendo canciones por su cuenta, como Johnny Cifuentes; pero la etapa de Burning la da por terminada, y con ella se cierra una época del rock and roll estatal. Sí, hay otros grupos que van a seguir haciéndolo como Los Zigarros o los mismos Desvariados, pero Burning fueron pioneros en abandonar el inglés para cantar rock and roll en castellano.   En tratar historias de gente de la calle; historias  que hablaban de sexo de forma bastante clara para aquellos años, de macarras, de prostitutas, de palos, de drogas, de traficantes, de marginalidad, del lado salvaje del amor...

 Antes de marcharse, Johnny recordaría a los componentes de Burning que le llevaban  acompañado más de veinete años: Carlos Guardado, Kacho Casal, Eduardo Pinilla.  

Quienes con la repesca de Maikol, la incorporación de Nico Álvarez y la más reciente de un percusionista formaban la banda esa noche.

El concierto se grabó, así que se podrá conseguir próximamente. Esperemos que la grabación haga justicia al buen sonido que escuchamos en La Riviera.

Volverían para hacer algunas de sus canciones más apreciadas y reconocibles que faltaban, pero, antes de empezar a cantar, Johnny decidió que quería saber qué se sentía en un concierto de Burning y saltó la valla que delimitaba el foso. Aguantó poco entre el público, ya que confesaría que casi lo desnudaron. Así que pidió palmas y siguieron con

“Hazme gritar”, “No es extraño que estés loca por mí”, “Nena” y “¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?” Canción esta última que les abriría las puertas del éxito en su día.

Pero el broche de oro a la velada lo pondrían a continuación con “Una noche sin ti”, que representa perfectamente la esencia de la música de Burning y los sentimientos de sus seguidores ante el fin de una época que se fue desvaneciendo delante de sus ojos ese 5 de octubre de 2019:

“Dan las seis
 sintonizo a los Stones
 recuerdos del pelo largo
 viejos blues
 queridísimo Eric Burdon”.

Después, Johnny tendría que permanecer unos cuantos minutos solo sobre el escenario porque el público no paraba de ovacionarlo. Mientras tanto The Temptations cantaban “Papa Was a Rollin’ Stone”.

No va más.