La revolución dinámica es el único camino que conduce a la felicidad de un futuro perfecto, al que se llega mediante la anarquía científica y la vida sistematizada. Los Obreros Especializados de El Aviador Dro lo tuvieron claro desde sus comienzos, por lo que vienen poniéndola en práctica desde hace cuarenta años.
Desde que revolucionaron el instituto Santamarca de Madrid con sus actividades, antes de decidir cambiarse a la música como vehículo de expresión de sus inquietudes y como plataforma para dar a conocer sus propuestas políticas y vitales. Desde que se trasladaron al Ateneo Libertario de Prosperidad, donde coincidirían con Kaka de Luxe (Carlos Berlanga, Manuel Campoamor, Alaska, Nacho Canut…), Radio Futura, Paracelso (Wyoming y Reverendo), Mermelada (Javier Teixidor), Paraíso (Fernando Márquez, Mario Gil, Antonio Zancajo…), Zombis y Paco Clavel.
Lugar este también donde Fernando Colomo rodaría con Burning la secuencia del concierto de “¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?”, donde Pedro Almodóvar haría sus primeras incursiones en el mundo del cortometraje y donde tuvieron lugar muchas otras actividades culturales populares.
En este carismático espacio comenzarían su particular asalto a la Bastilla, haciendo música electrónica que denominaron tecno pop. Su filosofía y sus propuestas se inspiraron en la ciencia ficción y en el anarcofuturismo; y en sus conciertos había performances robóticas y se bailaba el tecnopogo. Eran protociberpunks.
Para ayudar a difundir más rápidamente su mensaje también repartían, allá donde iban, octavillas con manifiestos a veces radicales pero siempre con dosis de humor.
Durante 2019 han venido celebrando el aniversario de su fundación. Ocho y Medio organizó el 14 de diciembre el que iba a ser el concierto de final de gira en la sala But de Madrid; cuatro días antes de que se cumplieran cuarenta años del concierto de presentación oficial del grupo en el teatro Alfil de Madrid.
Comenzaría con una iluminación roja intensa, que bien podría ser el color del cielo terrestre tras una catástrofe nuclear. Pero no, se debía a que el primer tema interpretado fue “La cicatriz en la fábrica roja”.
Aviador Dro
Los cinco Obreros Especializados actuales (CTA-102, GENOCIDER F15, BIOVAC N, ATAT y ARCOIRIS), embutidos en monos blancos y con grandes pantallas negras que les tapaban el rostro, interpretarían varias canciones de la primera época del grupo ayudados por los instrumentos originales que utilizaban entonces: dos Korg MS-10, un Roland Juno-60, un Vocoder MS 20 y la caja de ritmos, colocados todos en la la primera fila del escenario.
Con ellos también tocaron “La chica de plexiglás”, “Varsovia en llamas”, “Láser”, “Obsesión”, “Hazme tu androide” y “Nuclear sí”.
Esta última fue “una bofetada en la cara del jipismo”. Consiguió que les echaran de la Fiesta de Primavera de la Universidad Autónoma de Madrid cuando la tocaron en 1980 y que, en numerosos conciertos, les lanzaran todo tipo de objetos. Y también, al no conseguir que ninguna discográfica la publicase, les empujó al año siguiente a gestionar su autoedición y publicar sus grabaciones y, posteriormente, las de los grupos noveles que ellos consideraron más interesantes. Había nacido DRO, el sello discográfico independiente que le puso las cosas muy difíciles a las multinacionales del sector hasta el año 1988.
Discos Radiactivos Organizados (DRO) se regía por la autoorganización y la distribución casi horizontal del trabajo y las funciones a través de la Corporación Dinámica.
Al final de la versión clásica de “Nuclear sí”, mientras GENOCIDER F15 (Mario Gil) seguía tocando, el resto de Obreros Especializados hicieron jirones sus monos blancos, dejando al descubierto otro uniforme más colorido que llevaban debajo, y se desplazaron hasta su equipo digital actual, colocado al fondo del escenario, con el que acabarían la última versión de esta canción que tanta polémica sembró en un país que no estaba acostumbrado a la ironía que traería la nueva ola de los años ochenta. Menos, si los que la cantaban se paseaban por las calles de todos los pueblos donde actuaban embutidos en sus trajes futuristas. Por llevarlos puestos, lo hacían hasta cuando ensayaban.
Con el nuevo uniforme afrontarían la mayor parte del concierto y las últimas versiones de sus canciones clásicas, como “Rosmary”, “Néstor el cíborg”, “La televisión es nutritiva” y “La ciudad en movimiento”. Los nuevos equipos digitales y los nuevos arreglos han quitado el sabor a tecno pop hasta de los temas más antiguos, sonando mucho más actuales. Mucho más futuristas.
Aviador Dro
También se harían acompañar de invitados en canciones muy significativas de su trayectoria que han vuelto a grabar en su versión 4.0 para el disco que publicaron el mes pasado, “Futuro perfecto”. Así, Olaya Pedrayes pondría su armoniosa voz en “Programa en espiral”, ofreciendo una deliciosa pieza pop. Guille Mostaza y David Kano lo harían para cantar y tocar, respectivamente, en “Baila la guerra”, arenga futurista bailable y uno de los temas más comerciales de “Síntesis: la producción al poder” (1983), un doble vinilo que no era nada comercial y sí muy comprometido ya que también contenía canciones como “Camarada Bakunin”, “Varsovia en llamas” y “Arenga de los sindicatos futuristas” (en la que denunciaban circunstancias similares a las que llevarían a la huelga general de 1988 en España). El Aviador Dro y sus Obreros Especializados desde siempre combinaron los ritmos bailables con la proclama; lo comercial (“Amor industrial”, “Selector de frecuencias”…) con lo disruptivo e iconoclasta (“Vivir para morir”, “Radiante”…). Estas cuatro últimas canciones sí las tocarían.
Durante las algo más de dos horas que duró el concierto tuvieron tiempo para rendir homenaje y reconocimiento a los grupos que más los influyeron en sus comienzos, haciendo versiones de “Mongoloide” (Devo), “Ella perdió el control” (Joy Division) y “Being boiled” (The Human League).
No tocarían la versión de Sex Pistols que ellos llaman “Anarquía en el planeta” y que incluyeron en el EP “Pretérito perfecto”, del que regalarían copias promocionales numeradas a los asistentes a una fiesta del sello DRO en Rock-Ola. Tampoco ofrecerían “La Modelo”, de Kraftwerk, que suele aparecer en sus conciertos. Ni ningún tema de The Residents, quienes les influirían considerablemente tanto a ellos como a Los Iniciados, grupo del que formaba parte ARCOIRIS antes de entrar en El Aviador Dro y sus Obreros Especializados.
Al contrario que ATAT (Ismael Contreras), quien en los momentos en que tenía que tocar la guitarra salía de su cabina y se acercaba a la primera fila, ARCOIRIS (Marta Cervera) no abandonó el fondo del escenario hasta que acabó el concierto, en el cual no participaría como invitado ninguno de los otros trece Obreros Especializados que en alguna etapa anterior formara parte del grupo.
A medida que se aproximaba el año 2001, su música se fue acercando más al sonido de la electrónica internacional, entregando en el nuevo siglo álbumes más conceptuales. Si ya en sus primeros discos anticiparon avances científicos y tecnológicos, en “La voz de la ciencia” (2012) musicarían una obra de divulgación científica inspirada en artículos y charlas de expertos sobre las últimas investigaciones y descubrimientos.
Pero todas las canciones que ofrecieron esa noche en Ocho y Medio Club fueron composiciones del siglo pasado. Sin embargo, no ha sido hasta el siglo XXI cuando han tenido giras internacionales: Alemania, México, Perú, EE UU. Incluso llegaron a tocar en la mítica sala CBGB neoyorquina poco antes de que desapareciera.
En alguna de estas giras también actuaron miembros de Supergrupo, el proyecto que tienen junto con La Monja Enana y L-Kan. Y recientemente se han embarcado en un proyecto musical intercontinental llamado TECNOXTITLÁN.
Aviador Dro
Muy al contrario de esto último, en el primero de los bises recuperarían “Benito el funcionario”, canción nunca recogida en disco ni tocada en concierto alguno.
A este personaje lo encarnó CTA-102 (Alejandro Sacristán), actual encargado de la agresión estética; quien anteriormente había ondeado la bandera de la anarquía científica, y se vestiría del monstruo clásico durante el último tema del concierto: “El retorno de Godzilla”.
Al finalizar, Biovac N (Sevando Carballar Heymann) exclamó: “¡Godzilla ha vuelto para destruir el Valle de los Caídos!”, lo que provocó el entusiasmo de los mutantes, androides y cíborgs que llenaban la sala, habían estado disfrutado enormemente de la actuación, y seguirían haciéndolo durante el resto de la noche en la fiesta posterior.
Algo especial sucede siempre en un concierto de El Aviador Dro y sus Obreros Especializados. Biovac N asegura que, cuando tocan, El Aviador Dro se materializa. Yo no lo he llegado a apreciar nunca, pero no me extrañaría. Y, si lo dice Servando, me lo creo a pies juntillas. Dogma de fe, que se dice…
En estas Navidades -que están siendo las más rancias en Madrid desde hace muchos años: cargadas de alarde consumista, exhibición de poder y derroche energético-, a las que hemos llegado tras haber sido desmantelados recientemente dos espacios culturales populares similares a lo que fuera el Ateneo de Prosperidad a finales de la década de 1970- se echan de menos iniciativas originales como las Navidades Radiactivas propuestas por el sello DRO en 1982. El Aviador Dro y sus Obreros Especializados, en su canción que aparecía en ese disco, proclamaban que su objetivo era la conquista del Reino de los Cielos. Si lo hubieran conseguido, quizá otro gallo nos cantaría.
Pero la Revolución Dinámica acabará triunfando completamente cuando sea interplanetaria.