Curiosidades de la vida: mis tres primeros conciertos de este año han sido en el Black Bird; esto, que no deja de ser una mera coincidencia, viene a resaltar el buen hacer y la regularidad con la que trabaja la gerencia de este local, mimando al público y a los grupos, sean pequeños o grandes bandas, como la que nos visitaba esta noche.
Y es que, esta noche de viernes, se acercaba a la santanderina sala un grupo que es historia de metal de este estado como son los madrileños Hamlet, una formación con más de 3 décadas de trayectoria, si incluimos esa primera etapa en la que practicaban otros sonidos, aunque lo verdaderamente trascendente y por lo que se les conoce es por los trabajos que llevan publicando desde 1993, fecha en la que giraron su sonido hacia el metal más cañero.
Su discografía está plagada de grandes discos, 12 en estudio, 2 directos y un par de Eps, y, como siempre que hablamos de bandas con tan dilatada carrera, cada uno tendrá sus preferidos, pero lo cierto es que todos han sido grandes trabajo y valientes, buscando siempre reinventarse en cada uno de ellos.
Si el año pasado les veíamos en, prácticamente, el inicio de la gira presentación de su aclamado último disco “Berlín” del 2018, en esta ocasión seguían con la gira de dicho trabajo y la verdad es que era una cita que la gente aguardaba con impaciencia, ya que esta obra ha calado muy bien entre sus fans y los seguidores del metal en general.
Con todos estos alicientes y pese a que en esta época del año la económica suele estar tocada por los excesos navideños, se esperaba una gran entrada en la santanderina sala, que acabó por llenarse, pese a que nada más llegar aún no había mucha gente.
Y con la habitual puntualidad de la sala, sonó una intro que fue acompañando a Molly a la voz, Luis Tárraga y Ken HC a las guitarras, Álvaro al bajo y Paco a la batería, es decir a Hamlet, por su discurrir desde los camerinos hasta el escenario, comenzando su velada de la misma manera que lo hace su actual trabajo, es decir con ese “Persiste, insiste, repite”, con su vocalista arengando a la gente desde los primeros instantes y con un público muy metido en el concierto.
Hamlet
in dar tregua ni dejar dicho disco, era el momento de “Eclipse”, otra pieza muy intensa como la gran mayoría de las que conforman este trabajo, antes de que llegase el primer clásico del grupo como es “Vivir es una ilusión”, de aquel “El infierno” de hace exactamente 20 años, cantada con ganas por los presentes, mientras la banda iba buscando con cada gesto la participación activa de la gente.
No dejaron dicho trabajo del 2000 para deleitarnos con uno de esos temas muy esperados como es “Denuncio a Dios”, especialmente coreado por la concurrencia, mientras sobre la marcha se iba solventando algún problemilla en la correa de Luis Tárraga, al mismo tiempo que la banda nos agradecía el que estuviéramos allí, haciendo agacharse a toda la sala para después hacernos saltar al tiempo; por mucho que se haya usado este efecto, funciona muy bien en directo.
Tras tomarse un brevísimo descanso, durante el cual nos volvieron a agradecer nuestra presencia y nos recordaron que seguían presentando su disco “Berlín”, aunque como reconocieron en esta ocasión no habían podido traer el espectacular telón que han llevado en otros lugares, siguieron el repaso al citado trabajo con “Abandonáis”, con una potente e intensa sección rítmica que nos hacia volar la cabeza.
Sin pausa alguna, ni falta que hacía, siguieron con “El principio de un comienzo”, otra de las maravillosas gemas que compone su actual trabajo, tocada a toda pastilla, bajando su cantante en mitad del tema a pasearse por el medio de la sala, para que después Álvaro nos diese la entrada a “Libertad”, del mismo plástico, un temazo con una estribillo realmente efectivo, y en la que Molly decidió que era de subirse a la zona donde estaba la mesa de sonido para desde allí ver toda la sala; es envidiable el estado de forma en que se encuentra el cantante.
Turno ahora para un repaso por su anterior disco, “La Ira” del 2015, un trabajo que tenía piezas como esa “Imperfección”, durante la cual Molly subió a un fotógrafo para que inmortalizase el momento, siendo seguida, como en dicha obra, por “Mi religión”, muy intensa y que recibió muy buena acogida, con un contundente final y buscando en todo momento la colaboración del público.
Hamlet
Reconocieron que, pese a que está bien el tocar en grandes recintos y en festivales, el hacerlo en lugares más pequeños tiene una magia especial por el contacto con el público, antes de recordar el llamado álbum negro o “Hamlet” del 2002, primero con la muy cantada “Queda mucho por hacer”, para luego, e invirtiendo el orden en el que aprecian en dicho trabajo, seguir con ese “Limítate” que fue muy aclamada por el público desde el comienzo, con la banda, como toda la velada, sonando atronadora.
He de reconocer que, aunque al grupo ya la conocía desde el 93, fue con “Insomnio”, de 1998, con el trabajo que realmente me enganche a la banda y a dicho trabajo pertenecía esa maravillosa “Antes y después”, celebrada por los presentes, entregadísimos ya al quinteto, el cual nos reconoció que el pasado año estuvo muy bien gracias a la acogida de este “Berlín” y que durante éste iban a seguir presentándolo, lo que es algo normal debido a la acogida de temas como ese “No sé decir adiós”, muy cantado por la gente.
Tras un cambio en la guitarra de Ken HC, volvieron a su obra de 1998 con la genial y aclamada “Tu medicina”, esa mítica pieza en la que la banda y el público descargaron aún más toda su rabia, para regresar a su actual disco con el tema que lo cierra, el pegadizo “Vulgar”, un corte que funcionó muy bien en directo, mientras Molly subía y bajaba del escalón que tenía ubicado en medio del escenario.
Sin tiempo que perder, retrocedieron hacia el 2011 cuando se publicó “Amnesia”, en donde aparecía “Un mundo en pausa”, muy contundente, tras la que Molly nos preguntó si queríamos una más, con positiva respuesta, antes de que se desatase la locura con la esperada “Irracional”, el corte con el que la mayoría los conocimos allá por 1994, estando presente en “Sanatorio de muñecos”.
Hamlet
Aunque ahora vendría el momento en que la banda se fuese y volviese, prefirieron hacerlo del tirón, con un breve respiro de por medio, mientras la gente cantaba aquello de “a por el bote”, antes de recordar “Imaginé”, de aquel gran trabajo que fue “Syberia” del 2005, no entendido por muchos pero que era un gran disco, muy bien acogida y cantada por la gente, aunque nada que ver a cuando sonaron los primeros acordes de “J.F.”, su tema más emblemático y que aparecía en su disco “Revolución 12.111” de hace 24 años, que puso a la sala en ebullición.
Sin pausa alguna y sin dejar tampoco dicho trabajo, se lanzaron a interpretar “Habitación 106”, que enloqueció aun más a la gente, que empezó a empujarse, despidiéndose definitivamente con el clásico “Egoísmo”, también de su plástico de 1996, durante la cual ambos guitarristas bajaron a tocar entre el público, concluyendo con una amplia sucesión de saltos de Molly.
Y así, saludando a la gente y lanzando diferentes tipos de objetos, concluían las casi dos horas de actuación ininterrumpida de unos Hamlet que sonaron muy bien, viviendo una gran comunión con un público que disfrutó de lo lindo y es que el quinteto nunca falla en directo.
Estamos viviendo una segunda juventud de una banda que, además de hacer grandes conciertos, como el de esta noche y los anteriores que hemos podido ver en visitas previas, han grabado grandes discos, como este reciente, que aun tiene mucha vigencia y al que la banda está sacando jugo con total justica.
Y así, tras despedirme de los y las conocidas allí presentes, y confirmando que mi sensación era compartida por la gran mayoría, me marché de una sala Black Bird que se vistió de gala para la visita de esta histórica banda.