Que un festival lleve el nombre de un disco señero de una de las bandas de hardcore más populares, léase R.K.L., apunta ya por dónde van los tiros. Intensidad, tensión, velocidad… y ante todo ese emotivo sentimiento que es la amistad, son elementos capitales que han servido de eje para que esta cita tuviera lugar. Auspiciado por el deseo de Natalia Garmendia, bajista y cantante de los tolosarras Humus, el primero de los rounds arrancaba de la mejor forma posible.
La plomiza noche que se avecinaba sobre el Barrio del Pilar pronto quedó soterrada por el caluroso empuje de los madrileños NitroPollo, que se estrenaban en la sala Starving. Todo hay que decirlo, ya les tocaba descargar en tan entrañable templo, pues los lazos casi consanguíneos, que les unen con Víctor, el técnico de la sala y responsable del sonido de su primera maqueta, tenían que ser correspondidos más tarde o más temprano. Salvado ese pequeño desplante y tras la introducción de rigor con aires épicos de western, “Trinity”, presente en la banda sonora de la película “Django desencadenado”, de Quentin Tarantino, el quinteto de speed-punk arrancó con la veloz “Overpollo”, excelente carta de presentación para abrir boca. Las nuevas adquisiciones en la sección de cuerdas, la Gibson SG de Guelo y la Ibanez de Goyo, empastaban perfectamente con el nuevo Fender Precision de Dalton, el bajista del combo, con un sonido grueso y sin fisuras.
Y pese a que Yul, su batería andaba preso de los calores de una inesperada fiebre, supo recomponerse a los embates del mercurio, y propinar la salvaje pegada a los timbales con que acostumbra. Siguieron con “Afraid”, uno de los pepinazos de su primer álbum “What´s the Point”, uno de los mejores discos nacionales de hardcore punk del año 2019 según la revista musical Mondo Sonoro. Devoraron con ansias de Carpanta el conciso “60 seconds” (que no 7 Seconds, banda que sin duda alguna ha influido en el bagaje musical de los”pollos”) y atacaron sin dilación “Pretty Late” y “No más”, una de las pocas composiciones que tienen en castellano NitroPollo, y que gracias al poderoso y efectivo timbre de Jair, su cantante, y la métrica de las frases, no desentona para nada con sus composiciones en la lengua de Shakespeare. De repente Guelo reconoció entre la audiencia la presencia de su compañero Arcadio (batería en la banda Culandra, combo multiprovincial en el que comparten su gusto por el “punk subnormal”, y que cuenta en sus filas con miembros de Afganistán Ye-Ye´s, Zombi Pujol, Againsters, Estricalla y NitroPollo) y espetó un sorpresivo: “¡No pensaba que venías!”.
NitroPollo
Siguieron una andanada de seis temas enlazados entre sí como si el mundo no tuviera fin: “You” - tema que recuerda los postulados de Bad Religion y Millencolin - una de las piezas más melódicas de los “pollos”; “Antidote”, con ese potente rasgado de guitarra y ese juego de palabras que reza “It´s in your hands, it´s in your head”; la canción de amor que es “All The Time”, donde en el estribillo (“I love you, I need you”) es quizás donde más se aprecia el legado de Wipe Out Skaters, la banda en la que anteriormente tocaba Joe Dalton, el bajista. Tras ese alegato al compromiso político y la unidad que es “You´ll win”, en el que también asoman resquicios de la banda de Kevin Seconds, sobre todo en esas intrincadas líneas de bajo en el puente de la canción, encararon su canción más pop que es “Together”, donde las pulsaciones de la batería bajan el pistón para exhibir una declaración de amor en toda regla. Después de este hiato sentimental, volvieron a encabritarse como los potros salvajes que son, con un salvaje tema de punk´n´roll digno de New Bomb Turks o Turbonegro (bandas que versionan, hecho que no ocurrió en esta ocasión) que lleva el nombre de “Weekend Break”, un himno al despendole cuando se avecina el fin de semana y se abandonan los rigores laborales de marras.
Guelo volvió a tomar el micro y soltó otra de sus humorísticas ocurrencias: “Hemos traspasado el cinturón de la M-30 para venir a tocar al Madrid rural”. En el siguiente bloque de canciones nos presentaron “Toltecayotl”, una canción de nuevo cuño inspirada por la pasión que siente Dalton por la cultura mexicana y en la que abordan la mitología y el legado ideológico de los pueblos toltecas. Una composición que también rezuma el espíritu y la herencia de los Wipe Out Skaters en cuanto a su concepto y melodía. Prosiguieron con “Holidays”, que tiene ese aire a los primeros Adolescents en algunos de sus pasajes, mientras que en “Poison”, uno de sus cortocircuitos de hardcore más escuetos, estallaron con una voracidad y rabia propias de la que fuera la banda de Pig Champion (léase Poison Idea). A continuación siguieron propinando buenos crochets con “Nuisance” y ese homenaje a la gran poetisa Gloria Fuertes que es “He dormido”, otra nueva creación donde calzan a la perfección como la horma de su zapato los versos en castellano de la malograda escritora madrileña.
Los chupizanos de los “pollos” iban tocando a su fin, aunque la mascletá prometía más traca de la buena. Esta vez eligieron la versión con la que dan la puntilla a su primer álbum, “Another Girl, Another Planet”, de los nueva oleros The Only Ones, que pese a su tono power-pop no desentona para nada en su repertorio dado su pegadizo encofrado. “We Are Alive”, “Pollo Song” y “Untouchable Day” rescataron esos tiempos generosos proclives a apretar el acelerador sin compasión. Mientras las pinceladas a lo Samiam de “Ain´t No Sunshine; la nueva joya de la corona que es “Basta ya”, tema contundente y de reciente cuño que sirve para despejar que estos chicos están sobrados de inspiración; sirvieron de preludio al cierre de un bolo espectacular, con otra revisión que vale su peso en oro, “I´m The Man”, de Joe Jackson, haciéndoles bucear de nuevo con fortuna en las arcas de la new wave inglesa.
NitroPollo
Tras los oportunos cambios de escenario hicieron su entrada en la tarima unos teclados, que anticipaban el distinto formato musical que iban a exhibir los vizcaínos Cordura, una banda de largo recorrido que a estas alturas de la película no necesita presentación. Se hace difícil catalogar su propuesta, aunque estaría en una franja indefinida entre el post-hardcore, el rock psicodélico y la música indie.
El cuarteto formado por Michi (guitarrista y sorprendentemente también acróbata en el espectáculo El Circo de los Horrores, algo así como el “Rocky Horror Picture Show” en versión euskalduna), Anero (voz y teclados), Unai (batería) y Beko (bajo) centró el grueso del repertorio en su sexto álbum hasta la fecha “Ruta Suicida, un disco que presentaron esa noche en primicia en Madrid, dadas las escasas ocasiones que han podido acercarse hasta la capital.
Con un inicio un tanto cósmico con los sintetizadores sonaron las notas del tema con el que abren fuego en su último trabajo, es decir “Ruta Suicida” (2019), augurando que no confunden el tocino con la velocidad. ¡Y vaya que si su sonido es magro! Ciertos aires sidelares y psicodélicos fundidos con guitarras cortantes que engastan con esos versos: “Déjame que cure hoy tus herida/ buscaré contigo una salida/ nos guiarán las constelaciones /dejando atrás noches desveladas sin final”.
Cordura
La liturgia que ofreció Michi embutido en su casaca y sus aires dramáticos sobre el escenario prosiguió con “Causas perdidas”, delatando su filiación por esas letras que abogan por los exorcismos sentimentales, las relaciones personales y los exhaustivos ejercicios de introspección. Tras este corte abordaron “El Cielo en Contra”, un tema de su disco previo, “El Mal Está Hecho” (2017), el quinto de su dilatada carrera.
Con “Columnas de humo” gastaron gracejo grunge y entonaron unos versos que les entroncan con la lírica de los últimos Standstill, cargados de símbolos poéticos que auscultan directamente en los laberintos de la psique. Mientras Unai sufría los rigores propios de estar sentado en el sillín a las baquetas y se secaba la frente con una toalla entre canción y canción tiraron de “Plan Maestro”, para luego agradecer a todos los amigos que se habían acercado al festival, incluidos Arcadio y Txaf, venido desde Lasarte (Guipúzcoa), que en las primeras filas hacían afición. También tuvieron tiempo para evocar aquel mano a mano con la banda de hardcore madrileña Zinc de hace casi diez años en la madrileña sala Wurlitzer Ballroom (en la sala se encontraba presente su vocalista, Dulze)
De nuevo hicieron un ejercicio de flashback con “Perdedor”, al devolvernos a los tiempos de su disco “El Incendio Más Largo del Mundo” (2009), el tercero en su haber. Poco a poco fueron dinamitando los temas que les quedaban y desgranaron “Sin Aliento”, “Salto de Fe”, “La Tormenta de Hielo”, un canción con cierta querencia stoner contenida en su disco “Metrópolis” (2012), para dar cierre con “Caza de Brujas”, otro corte de largo minutaje y de quiebros roqueros que no desmerecería en el repertorio de Soundgarden, y que sirvió de broche con sus frases lapidarias “y traté de hacerlo lo mejor pude / nunca habéis pedido mi versión”.
Cordura
A continuación tomaron el escenario los madrileños Mordor Ruido, unos clásicos de los centros sociales autogestionados como Minuesa o El Laboratorio, que con remozada formación en lo que se refiere al apartado percusivo, ya que estrenaban nuevo baterista, Ramón (con el que han tocado en directo en contadas veces) desataron una tormenta de dimensiones más destructivas que la ciclogénesis Gloria.
La precisión milimétrica de su amasijo de crust, grindcore y deathmetal (ahí está el metrónomo para llevar el compás en el sillín de la batería) sirvió para volar las cabezas del respetable. Más de uno acabaría con tortícolis al día siguiente por los excesivos movimientos de cabeza, o como dicen los sajones, el “headbanging”.
La presencia de dos voces como las de Tachus y Gumi acapara el centro de atención con su desbocado cóctel de bramidos guturales, que sumados al implacable combo que prodigan el bajo de Fer y las guitarras de Monchi y Raúl, no dejan títere con cabeza.
Mordor Ruido
Tras una breve introducción atacaron sin más dilación su clásico entre los más clásicos, “El Temblor”, tema mítico donde los haya, que ha sido producto de versiones como la que les brindaron en su día sus hermanos de correrías Mob Hardcore. Prosiguieron la razzia con dos temas de su último disco “Nuevamente…contra la fábrica de la muerte” (2019), “Cosecha de Odio” y “Proyecto Anymus”. De ahí saltaron a su maqueta, “El Hombre y la Tierra” (1995), para despacharse en un tris tras “Tu Silencio Es Su Poder”. Tras un breve respiro atacaron un nuevo bloque de canciones con “Sin Salvación”; su alegato contra el ya desparecido servicio militar con el que se despachan en “Empiezan A Mamar” (“la mierda con galones es la que huele peor”), que fue seguida de “Eucaristía (Guayaba)” y “No Pasarán”, tema que fue presentado con un sonoro y asertivo grito, al que uno de los espectadores a modo de chanza increpó con un “Ya han pasado” (en clara alusión al auge de la extrema derecha a nivel global). Algo con lo que Tachus fue tajante al replicarle de nuevo con el título de la canción. Con “Genocidio” y “Basta Ya” cerraron el segundo bloque del destructivo bulldozer musical. Las lapidarias letras de corte distópico y cierto aire apocalíptico cortaban como una motosierra, con el empuje que prodigaba la imparable sección rítmica.
Recuperado el aliento tras otra exigua pausa se enzarzaron en “Instintos Homicidas”, “Sentimental Hypocrasy” y “Dios No Existe”, para volver a hacer un guiño a esa famosa maqueta que grabaron con Jaime (Tarzán). Aún tuvieron tiempo para destilar otra batería de temas punteros en su repertorio como “Tu miedo”, otra canción esencial como “Ruido de Orcos”, “El exterminador”, o “El Horror Es La Verdad”, un homenaje a aquella banda de homónimo nombre formada por Guso (Mob Hardcore), Monchi y Jorge Deskalabro.