Soy una persona a quien le gusta ocuparse de sus temas pendientes, y en el caso de este concierto del que voy a hablar, era una cita ineludible para mí. Ya en los últimos compases del año que ha muerto, había una fecha bien marcada en mi calendario, un viernes de mediados de noviembre en el que Zamora se iba a convertir en una sucursal del rock. Pero ocurrió un imprevisto, un accidente por parte de uno de los miembros de los chicos de Gritando en Silencio, así que hubo que parar las máquinas musicales para que todo volviera a recuperarse. Así ha sido, y para demostrarnos que la salud ha vuelto a sus cuerpos, nos ofrecieron un concierto de más de una hora, en una declaración de pura actitud canalla y dura como el rock, pero al mismo tiempo romántica y emotiva como muchas baladas, hacia todas nuestras cabezas.

A todos estos chicos, madrileños por una parte y sevillanos por otra, ya pude verles compartiendo cartel en el Shikillo de este mismo verano, y sin duda me parecen dos formaciones con muchos estilos en común, perfectamente conjuntable para formar una noche que transmitía ganas de dar caña. Y como los chicos de Marcos siguen con la Gira Incendiaria, nada mejor que darles todo nuestro calor para que se generase la llama más alta. He podido verles por separado varias veces, tanto en sala como en festivales, y la verdad, es que tenía muchas ganas de volver a verles uniendo sus manos y sonando bajo el mismo techo.

La sala en la que se celebró esta cita sonora, La Cueva del Jazz en Vivo, se está convirtiendo poco a poco en uno de los locales de referencia en la capital zamorana, y es que no son pocos los grupos que han pasado por allí, haciendo suya cada noche. Yo, que aún no había puesto mis pies en una de estas ceremonias, ya iba siendo el momento, y qué mejor fecha que esta. Con una iluminación muy buena, y una mejor acústica y genial tacto en el sonido, nos entregamos en lo visual y en lo sonoro a todo lo que nos iban a ofrecer.

Un poco más tarde de la hora prevista de inicio, empezaron a salir los niños perdidos de Kamikazes, con su frontman, Kata, empezando muy fuerte, y tras la intro habitual de sus directos, lo dieron todo, partiendo con Nada es eterno, y seguido por Somos leyenda y Naufragio, tres elementos fundamentales de su último disco, Niños perdidos. Vino a continuación un tema para los nostálgicos del grupo que precedió al actual, y Fuerza opresiva nos trajo de vuelta los tiempos de Carroña, cuando su actitud punky y macarra era la misma, pero bajo otro nombre artístico.

Se hizo una pausa, para dejar paso a otra intro, y prosiguieron con otros dos temazos de su elepé, Se va a caer (uno de nuestros favoritos, de todo el público en general), e Hijos de la derrota, para dar así por finalizada algo más de la mitad del protagonismo que aún les quedaba en el escenario. Una nueva intro, precedida por una pausa más, y fueron cayendo en cascada los demás grandes sonidos a los que nos tienen acostumbrados, con Circo interno, Niños perdidos, y El ojo del huracán, más otros dos temas externos a su último disco, Sin domesticar (fruto de una colaboración con sus buenos amigos de Free City), y Mariposas, que fue otro obsequio traído desde los archivos de Carroña, y sin duda, uno de sus temas más conocidos. Tras todas estas ascuas salidas del fuego, se despidieron los madrileños, para dejar paso a unos chicos que venían de un poco más abajo, llegando a la zona sur.

Si después de los cuatro trabajos largos que han sacado aún no les conoces, eso es porque no has ido últimamente a ningún festival, porque Gritando en Silencio han sonado muy fuerte en este último año, con motivo de la promoción de su último disco, sacado hace ya casi dos años. Con razón lo llamaron Material inflamable, porque tenían que haber añadido una advertencia de “Cuidado, que esto quema”.

Hubo presencia de todos sus elepés, desde el que ya tiene más de diez años, al más reciente, y todo empezó con Estaré en el bar, del disco de La edad de mierda. Fueron seguidas por ¿Dónde te has quedado?, Rumbo de colisión, Actitud, y Mi último cartucho, uno de los temas con el que más se han popularizado, y quizás de los más aplaudidos de la banda. Todos sus poros desprendían rock, apoyados en la actitud chula y a veces descarada de sus letras, porque están escritas desde la experiencia personal que puedes vivir en cualquier calle. Para llegar a la mitad de su bolo, hubo que seguir punto por punto con su trayectoria, y ahí estaban A las armas, Entre tus piernas y Sácame de aquí, continuando con el repaso de toda su discografía.

Para continuar ganándose nuestros gritos, la mitad de su directo continuó tocando distintos representantes de sus carátulas, como A la luz, Rutina en las venas, Vértigo, y Mírame desnudo, un tema muy personal con el que muchos nos identificamos. Ya se iba acercando el final, y cuando el calor de la sala ya parecía no poder alcanzar más grados, acabaron con Como si no hubiera nada más, y Rock 'n' roll de Barrabás, para despedirse entre nuestras voces, silbidos y últimos aplausos. Sin duda se lo habían ganado, y gracias a la organización de la sala por ofrecer esta segunda fecha, todos los asistentes pudimos disfrutar de esa espina que nos quedó clavada cuando la negra noticia del aplazamiento se hizo saber.

Terminamos la jornada brindando con unas rondas de zumos de cebada con ambos frontman, Kata y Marcos, y echando unas buenas risas y parladas mientras la sala se iba vaciando. Porque a estos chicos, además de artistas, ya les consideramos amigos, y se agradece encontrarnos tanto en las diferentes alturas de los escenarios, como en la igualdad de condiciones de las barras.