Las Novias son uno de esos grupos pertenecientes a una cierta corriente que se dio en Zaragoza a finales de los '80, junto a Niños del Brasil y Héroes del Silencio. Reconozco no haberles escuchado hasta darles una ojeada reciente para esta ocasión. La banda tiene un aire grave, adusto, casi hierático. Ropa negra, largas melenas del bajista y guitarrista, una batería de pocas piezas, y un frontman con un carisma y una teatralidad que, por alguna razón me hace pensar en Andreu Buenafuente. Cada nota se escucha perfectamente. Ventajas de trabajar un sonido limpio y sin recargar, que recuerda al rock gótico más clásico.
El timbre metálico del bajo es una delicia. La guitarra brilla con momentos heavies que animan al movimiento cervical. Apropiadamente acompañados por una batería lenta que realza el dramatismo de una voz profunda que casi declama al tiempo que canta. En su visitica, los de Zaragoza nos regalaron temas como Invicto, Hypnos, León Enjaulado, Sol Dentro de Ti... Encadenando temas de dos en dos en sendas ocasiones, y presentando como broche a su actuación un nuevo tema: LF (Las Fuentes). Un recorrido por el paisaje suburbial que les vio crecer.
Las Novias
Entre canción y canción, el cantante tuvo ocasión de comentar el reciente incidente entre el ilustre alcalde de Madrid, un niño y un balón de fútbol; y el lamentable estado de las líneas ferroviarias de nuestra cada vez más despoblada geografía. Los no pocos visitantes de fuera que nos acompañaban, daban fe. Fueron unas cuantas las camisetas de Las Novias, por cierto, que se dejaron ver en la velada.
Sé que llego tarde a esta fiesta, pero tendremos nuevo álbum próximamente, y me he quedado con ganas de repasar su discografía completa.
Las Novias
Justin Sullivan y los suyos vuelven a Madrid tras publicar From Here a finales de agosto de 2019. Para mí uno de los mejores trabajos de su carrera, que ya es decir, junto con su antepenúltimo álbum, Between Dog and Wolf, de 2013. No muchas bandas son capaces de seguir superándose tras cuarenta años y una trayectoria más que notable de quince discos de estudio.
A pesar de que Sullivan ha sido el único miembro que ha permanecido desde la fundación de la banda, tras numerosas idas y venidas de músicos de estudio y gira, un par de figuras destacan por su identificable imagen: Ceri Monger bajista (y percusionista) desde 2013. Su aspecto de vikingo posmoderno, melena rojo fuego incluída no pasa desapercibida. Como tampoco pasa desapercibida la cabeza pelona y larga barba del guitarra Marshall Gill. Espesa y retorcida como un hato de leña. Menos llamativos pero más veteranos en este old new model army, son Dean White, teclados y guitarra desde 1994, y Michael Dean, batería desde 1998. Es realmente curioso como Justin Sullivan, a sus 63 años, prótesis dental metálica, mirando como un loco al público, con su aire de profeta del apocalipsis... al mismo tiempo sea capaz de transmitir tanta... calma.
El sonido de NMA está lleno de contradicciones. Música y letras (¡y qué letras!) perfectamente imbricadas. Por momentos comunicando su amor por las cosas sencillas, una humildad nada impostada, aceptación ante la vida... Paz, en definitiva. Dando paso en otras ocasiones a una tensión apenas contenida, a una sensación frenética a flor de piel. Sin llegar a situarse en los sonidos plenamente duros del rock, la banda de Bradford los bordean y orillan de una manera única, encarnando rabia y desasosiego de una manera tan convincente, que quizá no sería posible en otros estilos más trillados para esas temáticas.
Desgraciadamente el sonido en sala no acompañó en esta ocasión, a la más que correcta interpretación del setlist de veinte canciones con que se regaló al público; aparentemente demasiado concentrado en revisitar viejos y nuevos clásicos como para preocuparse de cierta cacofonía que no hizo toda la justicia que grupo y fans se merecían. Dos y hasta tres guitarras a la vez, teclado, percusión adicional... Sonorizar algo así por desgracia no consiguió tan buenos resultados como el de los teloneros.
New Model Army
Comenzaron con una elección obvia para empezar, No Rest,y para cuando llegaron a la quinta canción, 51st State, los coros del público se hicieron notar. Stormclouds, fue la primera ocasión en que Ceri Monger dejó el bajo por la percusión, con resultados apabullantes. Varios cortes más tarde, el líder interpretó un versión en solitario y con guitarra española de Over the Wire. Acompañado del resto de la banda, echó mano de la guitarra española varias veces durante todo del concierto, así como de una acústica. No podía faltar esa vena folky tan propia de ellos.
Entre tema y tema, Sullivan introducía el siguiente, con la púa entre pulgar e índice, hablando a los asistentes, señalándoles con el meñique en un gesto característico. Antes de la bellísima Where I Am, de su último trabajo, Justin recordó a aquellos móvil en mano, que el concierto nunca se vería mejor en la pantalla de casa, que allí mismo en el momento donde estaba teniendo lugar. Nos aconsejó en no confiar en la gente que agita banderas antes de Purity (y menos en los tiempos que corren). Y se despidió con la promesa de quizá volver en tres años... si el mundo no acaba antes. Arrancando acto seguido el perturbador órgano que introduce Here Comes the War.
Como niños que fingen no saber que los Reyes no existen, vaya a ser que se queden sin regalos, el público hizo ruido pidiendo otra canción que sabían de sobra que iba a venir igualmente. Lo que no sabían es que disfrutarían de nada menos que cuatro bises. De lo más emblemático del repertorio. Y muy apropiadamente el primero fue Vagabonds, el himno por antonomasia de NMA. Con el bajista de nuevo a la percusión, y el guitarrista aporreando un hueco libre en la batería, esta versión se convirtió en una especie de banda sonora para un desfile militar salvaje. La elevada media de edad no fue impedimento para que llegaran los empujones y caídas de los pogos con Poison Street y Stupid Questions. El punk de Betcha daría por terminada la jornada con la energía en su punto más alto. Animados por Sullivan que aconsejó darlo todo, vaya a ser que en tres años no puedan volver como habían prometido.
Ojalá que sí. Ojalá eso, y que cuando llegue el momento, celebremos con ellos 50 años de New Model Army. Y si el mundo no ha petado aún, mejor.