Dentro del tiempo tan extraño que nos ha tocado vivir, poco a poco la normalidad va retomándose, eso sí, siempre teniendo presente lo que nos ha costado llegar hasta aquí y tomando las medidas correspondientes para alejar de nosotros al maldito coronavirus; es responsabilidad de todos que esto siga avanzando y no vayamos para atrás.

Prueba de esta aparente normalidad es que la oferta musical poco a poco va incrementándose, siempre sentados, y ya hasta tenemos que decidirnos por ir a uno u otro evento, casi como a principios de año, y este viernes tenía hasta 3 opciones interesantes pero a unos les había visto hacia unas semanas y a otros les iba a ver la siguiente, por lo que me acerqué a disfrutar en directo por primera vez a Viene & Va, un grupo que homenajea a Fito y los Fitipaldis.

El grupo está compuesto por Fran Martínez a la voz, Adolfo D. Calderón a la guitarra, Guti B. Gutiérrez al bajo, Adrián Buenaga al saxo y Nelson Macías a la batería y la cita, como hace dos semanas, era en The Bridge Tavern La Finca de Puente San Miguel.

Pese a lo inestable del cielo, tuvimos suerte y el tiempo acompañó, por lo que, nada más salir de trabajar y tras esperar un rato para tomar asiento, me dispuse a disfrutar de esta banda y recordar los clásicos del popular cantante en sus ya más de dos décadas de aventura en solitario, sin olvidar su paso por los añorados Platero y Tú.

Apenas diez minutos superada la hora fijada arrancaron con “Un buen castigo”, uno de los temas que el de Gernika incluyó en su exitoso “Lo más lejos a tú lado” del 2003 con el que se lanzó definitivamente a la fama, para seguir, tras saludarnos y presentarse, con “Viene y va”, el corte que da nombre a la banda y que estaba incluido en el súper ventas “Por la boca vive el pez” del 2006, con su cantante, gorra incluida, buscando nuestra complicidad, paseando por el césped y acercándose a las mesas, algo que haría durante toda la velada y que le dio algún susto en forma de resbalón.

Siempre mostrándose muy comunicativo, su vocalista nos comentó que mientras íbamos tomando algo o cenando ellos iban a seguir su actuación, esta vez relajando un poco el ambiente con “Entre la espada y la pared”, la canción que abría su sexto trabajo de estudio “Huyendo conmigo de mi” del 2014, para continuar, tras pedirnos que diésemos palmas, con “Antes de que cuente diez”, el tema que daba nombre a su quinto plástico, publicado en el 2009,  con el saxo muy presente y con Adolfo luciéndose y mostrando su gran calidad con la guitarra.

Precisamente la guitarra sería la que diese inicio, con un breve solo, a “Me acordé de ti”·, también del quinto disco del artista homenajeado, para la que nos pidieron que diésemos palmas, tras la cual nos comentaron que era un buen momento para que les acompañásemos a cantar en “Tarde o temprano”, siguiendo el orden de esa obra de hace 11 años, y haciéndonos cantar por zonas según estábamos en una u otra parte de la L que forma la terraza donde tenía lugar el recital.

De regreso a ese tercer disco del músico de Gernika, era el momento de la canción que le cerraba, “Siempre estoy soñando”, mientras seguían animando a la gente y con Adolfo metiendo caña a su guitarra, después de la que se quisieron acordar y mandar ánimos a todas aquellas personas relacionadas con la música que este año no van a poder trabajar por el dichoso coronavirus, siendo precisamente el guitarrista el que diese inicio de manera magistral a “Trozos de cristal”, ese temazo que estaban en su primer álbum, “A puerta cerrada” de 1998 y que hacía tiempo que no escuchaba.

Regresamos al último disco en estudio de la banda, de hace ya 6 años, con ese “Garabatos” y es que la vida es un papel donde vamos dibujando garabatos, con el público ya más metido y coreando con el grupo, antes de pedirnos que cantásemos todos juntos la siguiente pieza, el mítico “Me equivocaría otra vez”, de su exitoso cuarto trabajo, que fue presentada por su batería que vaciló con algún tema de Georgie Dann como “El africano” o “La barbacoa”.

Como nos aventuró Fran, la noche iba cayendo y era hora de tomar una copa, aunque fuese de “Whisky barato”, de su tercer disco, con un bello duelo entre el saxo y la guitarra, antes de decirnos que todo lo anterior estaba encaminado a que cantásemos con ellos el siguiente corte, “Soldadito marinero”, del mismo álbum, con su vocalista recorriendo toda la terraza para conseguir que todo el mundo cantase y dejándonos con un final del tema más cañero.

Tras este momento relajado y de comunión entre público y banda, esta última no se perdió y se pudo ver a la gente cantando “Por la boca vive el pez”, la que daba nombre a su cuarta obra, agradeciendo, tras acabar de interpretarla, al local por haber contado con ellos, ya que tenían muchas ganas de tocar después del periodo de confinamiento, continuando con otra canción del mismo disco, en este caso “Medalla de cartón”, otro de esos cortes que hacía mucho que no escuchaba y que quedó muy bien, con su batería arropando con los coros.

Llegaba el turno de hablar de esa mala costumbre que algunos tenemos de empezar “La casa por el tejado”, la popular canción que abría su tercera referencia, tras la que empezaron a despedirse con la excusa de que hacia fresco y reconociendo la importancia del lugar donde nacemos, siendo el turno de “Cerca de las vías” de su segundo plástico “Los sueños locos” del 2001.

Se mostraron contentos de ver tanta gente y nos preguntaron si queríamos alguna más, con afirmativa respuesta, siendo el momento de ese “Quiero beber hasta perder el control”, original de Los Secretos pero presente en la ópera prima de Fito y los Fitipaldis, en donde también estaba incluido ese “Rojitas las orejas” que le abría y en el que su cantante, una vez más, bajó a cantar entre el público.

Y uno de los momentos más celebrados fue cuando se lanzaron a interpretar “El roce de tu cuerpo” de esos Platero y Tú en lo que el cantante bizcaíno se dio a conocer, un momento mágico, para despedirse definitivamente con “Acabo de llegar”, del cuarto disco y en la que el saxo se desmelenó y acabó bajando a tocar entre el público.

Y así, tras más o menos dos horas sobre las tablas, acababa la actuación de Viene & Va,  que nos hicieron pasar una más que amena tarde noche de viernes, repasando la trayectoria de ese artista sin igual, e interpretándolas de manera más que interesante y es que calidad había allí para dar y tomar.

Lo cierto es que me lo pasé muy bien con esta actuación, recordando canciones que hacía años que no escuchaba y disfrutando de su ejecución, así como del desparpajo y el buen ambiente que nos trasmitían desde el escenario, especialmente su cantante que no paró un segundo.

¡Nos volveremos a ver!

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Y así, cerca de las 23.00, me fui del The Bridge Tavern La Finca de Puente San Miguel, un lugar que se ha vuelto cita obligada para la música en directo las noches de los viernes y algún domingo al mediodía y esta noche no fue una excepción; gracias por permitir que la música siga sonando y a Viene & Va por hacérnoslo pasar tan bien.