Empiezan las noches frías que, acompañadas de la pandemia, son más frías todavía, lejos del calor de un abrazo intentamos buscar fuego en cualquier parte, el cual, esta vez lo he encontrado en este íntimo concierto en El Volander.

Tocaba ver el corazón gigante de Rubén Pozo. Hasta entonces, nunca había venido aquí y cuanta más información he ido recopilando del lugar, más me preguntaba ¿por qué? Los diversos eventos que aquí se organizan son como abrazos eternos, un sitio que acabarás sintiendo como hogar en pocos encuentros.

Como ya sabíamos, el virus nos hace mantener una distancia de seguridad, cosa que El Volander cumple de forma sobresaliente; por ello somos menos de 30 asistentes en la sala, lo que hace que el concierto se sienta todavía más íntimo y familiar. Llego unos minutos antes, pido una Turia y me siento en el lugar donde me habían preparado para hacer fotografías. La verdad es que me siento muy privilegiado, primerísima fila.

Pasada esta cerveza parece que toda la gente está situada, siento como la música del local baja y desde atrás del garito aparece Rubén entre aplausos y alabanzas. La primera canción que escuchamos es Algo que decirle al mundo. La magia que desprende Rubén desde un primer momento inunda El Volander, todos estamos hechizados, nos dejamos llevar junto con la guitarra y voz.

Rubén sabe lo que nos flipa y el placer viaja directo al oído con Por eso se hace. Después de esto empieza Tonto de tanto, todos celebramos el inicio de este temazo y cantamos con fuerza el estribillo acompañado del grito final del mismo, el cual Ruben nos hace repetir, demostrando que nos tiene a todos metidísimos en su música.

Continuamos con Saliendo de la estupefacción, aunque no queremos ver la salida , porque estamos a gusto con esta sensación y disfrutando de la música. Ahora que estamos ya metidos en el concierto, Rubén juega una buena carta y nosotros le seguimos el juego, suena Rucu Rucu. Si suena esta canción no me importaría arder en el infierno. Esta canción nos lleva a años atrás, a tiempos de Animales y bestias salvajes, Rubén nos cuenta cuál es su Lugar favorito de Madrid, en esta canción, que recibe el nombre de la capital. Ahora, Rubén nos habla del pedal que acompaña el concierto, un Delay, el cual también graba un pequeño loop de unos segundos, lo acompaña con un punteo con un gusto sublime que gasta para introducirnos al tema, Lo que más, el cual da nombre a su primer Cd en solitario.

Momento para Llámame brisa, canción que escribió junto a Sabina, con música en homenaje a Jj Cale tras su muerte, sin duda un temazo. Ahora suena Guitarra española, la que sigo conociendo y disfrutando gracias a manos como las de Rubén. Ha llegado Ozono, el placer de escuchar las canciones, voz y guitarra, nada más, lo más parecido al momento de creación de la misma, La chica de la curva suena en El Volander y aunque las mascarillas me impidan confirmarlo, los ojos de la gente me dicen que hay mucha curva en sus bocas, rebosamos felicidad. Me gusta meterme en la cabeza e imaginar la creación de Nombre de canción, escuchar cara a cara esta canción me hace pensar en la cantidad de personas importantes que han pasado por mi vida y no he podido agradecer esa huella, gracias por desmontar mis sentimientos y ordenarlos

La capacidad que tiene Rubén de recoger nuestros pedazos con cada canción le convierte en un Chatarrero por excelencia. No imaginas la grandeza de Ruben hasta que lo ves en directo, en el cual ves su verdadera cara, es una bestia parda, es un T rex. Al terminar el concierto, Rubén iba a hacerse fotos con los asistentes.

Ya no daba tiempo a ninguna canción más, en el fondo se escucha a una chica pidiendo otra canción. Dicho y hecho, pasamos de las fotos y a Rubén le encantó la idea aunque a nosotros más. Llega el momento de despedirse y qué mejor forma que con Chavalita: Increíble. Llevaba un par de meses sin asistir a un concierto.

El hecho de vivir uno de este modo tan íntimo y, siendo un concierto de guitarra y voz ha permitido meterse muy dentro, olvidarme del mundo durante un rato, lo cual es de agradecer. Han sido 2 pases y yo he estado en el segundo, Rubén rebosaba su carismática energía, lo que me hace pensar que todos tenemos ganas de música, unos de tocar, otros de escuchar, pero pensando en el mismo resultado: dejarnos llevar, disfrutar y evadirnos durante un rato. Agradecer la noche a Julia,Toni y Rubén. Gracias por una noche tan bonita en estos tiempos inseguros y oscuros, volvería, sin duda a sumergirme en este Pozo sin fondo.