Seguimos avanzando en esta época tan loca que nos ha tocado vivir, una hoja más cae del calendario y nos adentramos en Abril, en plena Semana Santa y como no podía ser de otro modo, lo que otros años hubiera sido jornadas de viajes y vacaciones, ha tenido que transformarse en algo más doméstico ante los cierres perimetrales de las comunidades autónomas. Dándole un ambiente de recogimiento, mucho más fiel al espíritu de la celebración tradicional. Permitiendo a muchos conocer los tesoros que tiene muy cerca de casa, y que de otro modo, muchas veces son ignorados.
En ese destino, en la región tenemos unos auténticos profetas que siempre nos iluminan el camino, separando las aguas cuando es necesario hacia su gran templo, como son Juan y Lucy y el Rockbeer The New de Santander. Sabiendo lo necesitados que estábamos de penitencia, prepararon una auténtica semana de pasión por todo lo alto programando varios conciertos durante la semana. Comenzaría el viacrucis el jueves y el viernes con Leona, para terminar el sábado con un jornada doble de mañana y tarde, con el gran mesías del rock de esta región como es Vito y los Cantaebria. Todo ello de la mano de Toño y El Tojo producciones.
Nos centraremos en el pase de tarde de Cantaebría, al que acudimos, una vez más sabiendo, que nuestras aburridas vidas iban a tener el chute de energía que se merecían y es que de un tiempo a esta parte, sabemos que acudir a un concierto de Cantaebria, es un evento, que nunca deja indiferente a nadie, siendo un viaje único e inolvidable.
La apertura de puertas estaba estimada a las 19:30h así que poco antes nos acercamos al New, pudiendo observar que el exterior ya había un gran ambiente, degustando el especial agua de cebada, que Juan y Lucy nos ofrecen. Aprovechando la ocasión para saludar a muchos conocidos, que siempre que pueden, no se pierden ninguna procesión conciertil, como los amigos Alex Kenedy, Juama, Txen o Maya.
Cantaebria
Tras una amena espera, se acercaba la hora de adentrarnos al templo y una vez más todo cambió. Dónde terminaría la realidad y dónde empezaría la imaginación, nunca quedaría del todo claro. Tras la puerta se nos presentaba un gran cortinón a rayas blancas y rojas. Una música lúdico festiva se colaba por las rendijas. Al atravesarlo sentimos un intenso flash, mientras una voz nos decía: -Pasen y vean-, -Pasen y vean-. -Entren y disfruten del mayor espectáculo del mundo-. Al instante todos nos quedamos con la boca abierta, el New se había convertido en una gigantesca carpa de circo.
En lo alto una especie monos Dj, se columpiaban en unos trapecios, se podían escuchar ecos de animales salvajes. -Una leona anduvo suelta-, cuentan las crónicas. Tampoco faltaban payasos e incluso la mujer barbuda. Estábamos todos tan ensimismados, que tardamos en darnos cuenta de que no solo el interior del New había cambiado, nosotros mismos habíamos dejado tras la puerta unos cuantos años de nuestra vida y sin saber cómo, todos parecíamos quinceañeros. Nuestro atuendo cambió, las chupas de cuero, los vaqueros, los pelos cardados.
Entonces una luz se hizo sobre un lateral del escenario. Y allí estaba nuestro maestro de ceremonias, el gran Vito con un gran sombrero de copa a lo Alice Cooper y de la misma manera, como si el mito se hubiera apoderado de su cuerpo, extendió su magia…
Comenzaría presentando a los protagonistas de la función de esa noche, dando paso a cada miembro de la banda, que irían saliendo de uno en uno, con la pertinente ovación del público. Tras ello, Vito, nos sorprendería a todos, con sus grandes dotes sobre el escenario, en este caso como monologuista, adentrándonos en la historia transversal de aquel concierto, como sería la peculiar historia de “El Pan que habla”. Al final del monólogo desembocó en que todos tuviéramos el honor de conocer al auténtico “Pan que habla”, que apareció sobre el escenario, una barra de pan con sombrero, que se dirigiría a todos nosotros y que protagonizaría un montón de momentos divertidos durante toda la actuación, alternando sus comentarios graciosos con Vito para dar paso a algunos temas.
Comenzarían con uno de los temas nuevos del repertorio, “Se llama Rocanroll”, que es pura vitalidad, como así transmite Vito, no parando quieto ni un minuto, transmitiendo toda su energía y es que aunque estuviéramos sentados, como toca en estos eventos, la fiesta no fue pequeña, como siempre pasa en los conciertos de Cantaebria. Tras el aplauso pertinente, el alma de Lemmy poseería a Vito, arrancaríamos la chopper y nos adentraríamos en “Despojo de Ciudad”, tema grasiento e irreverente como pocos.
Con la fiesta en el cuerpo, necesitábamos aclarar la garganta pero al final la cosa se nos fue de las manos, tras saludar a Sete el guitarristas fantasma, terminamos de bruces con otro de los temas novedosos “Borracho, perro y malo”, con un punto de hard melódico, en el que la, voz de Vito destaca un montón. Avanzaría la descarga, hasta que harían una breve pausa, que utilizaron para realizar un sorteo entre los asistentes, con Toño de mano inocente. Entre los agraciados se repartieron panderetas, y una bocina que le tocó a nuestra amiga Maya, lástima que fuera una que no sonaba. -No fue a posta o si, quién sabe-, se excusó la banda entre risas. También aprovecharían el momento para felicitar el cumpleaños a una de las chicas que estaban en la primera fila.
Cantaebria
Reanudarían con uno de los momentos grandes de sus conciertos, cuando Vito coge la guitarra acústica y nos deleita con el tema homónimo “Cantaebria”, que también es de alguna manera un homenaje a nuestra tierra, empezando con esa vena folk, sin duda uno de sus grandes composiciones. Tras agradecer a Juan y Lucy, que contaran con ellos, nos anunciarían que ahora venía la canción bonita, la gran “Volverás a ver el mar” , antes de ello, tomaría la palabra Iza uno de los guitarras, que quiso dedicar el tema a su hermano y cuñada, que se casaron en la Semana Santa del año anterior, no pudiendo celebrar nada, por la consabida eclosión de la pandemia.
El tema comienza tranquilo, con el público elevando los móviles iluminados a modos de mecheros,dando una bonita imagen, para al final reventar, siendo muy coreado. Con la gente en pleno júbilo, “El Pan que Habla” y Vito pedirían que al igual que hicieron los compañeros de batalla de Goku en un episodio de Bola de Dragón, todos les diéramos nuestra fuerza, para acabar pidiendo a voz en grito: -¡¡más cerveza!!-, que daría pie a una de sus grandes versiones, como es la “Posada de los Muertos“ de Mägo de Oz, que nos subiría el modo fiesta a cotas estratosféricas, enlazándolo con el “Fiesta Pagana”.
Agradeciendo nuevamente la asistencia, nos anunciaría un a cambio de tercio a otro tema más relajado “Blusete”, rollo blusero, pasado por el tamiz único de Cantaebria, demostrando que no hay estilo que se les resista.
Encararíamos la recta final del concierto, tras la despedida del “El pan que habla”, con dos de sus grandes temazos, como son “Locomotora” y “Más chulo que un 8”, que siempre revolucionan al personal.
Llegaríamos así a tal vez, su tema más grande, como su particular revisión de “Mi Gran Noche” de Raphael. Uno de esos casos, en que la versión gana mucho más que la versión original, siendo muy coreada por los asistentes, insertando entre medias a modo de medley, temas como el “Marihuana” de los Porretas. Volviendo a agradecer la oportunidad a Juan, Lucy, a Toño y todos nosotros por acompañarlos, en esa maratoniana jornada, ya que no olvidemos, que era el 2º pase, ya habiendo ofrecido otro por la mañana.
Los he visto ya varias veces, y la experiencia cada vez es mejor. Cantaebria, se han convertido en un auténtico torbellino de aire fresco espectacular. Cuando muchos agoreros llevan tiempo anunciando que el rock ha muerto, que al final es todo lo mismo y repetitivo, llegan Sete, Eiza, Osu, Mario y la revolución personificada sobre el escenario como es Vito, y pone la escena de la región completamente patas arriba. Y es que cuando abandonamos el New, y los años nos volvieron a caer encima, nos dimos cuenta lo afortunados que habíamos sido, -hemos disfrutado como unos niños-. La ilusión y la magia sobre un escenario, aún existen y están más vivos que nunca. Gracias Cantaebria por existir, y ser la vacuna para la desidia que nos ha tocado vivir. Larga Vida al rock y al metal. Ahí estaremos siempre para contarlo.