Ocho meses han pasado desde la última edición del festival Tomavistas, el cual fue aplazado por culpa del Covid-19 hasta en dos ocasiones en 2020. Tras el exitazo del año pasado, la música en directo ha vuelto a adueñarse del anfiteatro del parque Enrique Tierno de Galván. En esta ocasión, los grupos andaluces Califato ¾ y Vera Fauna serían los encargados de poner la banda sonora a esta bonita y calurosa tarde de mayo.

Las ganas de volver a disfrutar de la música en directo al aire libre se sentían tanto dentro como fuera del auditorio. Muchas y muchos llevaban meses sin ver a sus grupos favoritos encima de los escenarios y los nervios estaban a flor de piel.

Vera Fauna fueron los primeros en abrir, mientras la gente iba acomodándose de manera ordenada. Los ritmos de pop psicodélico empezaron a calentar el ambiente. Los sevillanos por fin han podido presentar el disco que lanzaron el enero del año pasado.

“Caleta”, “Candelaria” o “En mi jardín, un capullo” fueron algunas de las que sonaron. No podían olvidarse de la canción que los hizo famosos durante el confinamiento, “Los naranjos”, ni de una maravillosa versión que tienen del tema “Me pongo colorada”, de Papa Levante. Un himno que todas y todos hemos escuchado y cantado a pulmón. Sin duda, un momento perfecto para despedir el día y dar paso a la noche.

A las 22:00h. daba comienzo el plato fuerte de la velada: Califato ¾. Los andaluces son puro espectáculo, tienen una escenografía muy cuidada y una estética repleta de símbolos andalusíes. Son un grupo muy reivindicativo, que mezcla los diferentes géneros musicales típicos de su tierra con la electrónica. Además, tienen unas letras muy potentes.

Manuel Chaparro (The Gardener), una de las voces principales de la banda, saltó al escenario, a ritmo de “Indiô der çûh”, con una bandera verde, con tres lunas blancas. Bandera que está considerada la antecesora a la que actualmente tiene Andalucía.

Durante la hora y media que duró el concierto, hicieron un repaso de sus temas más famosos, tales como “Çambra der Huebê Çanto”, “La bía en roça”, “Te quiero y lo çabe”, de su último disco “Contraçeña”. Y, por supuesto, no se olvidaron de otros exitazos como “En bûcca y cattura” o “Buleríâ del aire acondiçionao”, que pertenecen a su antiguo trabajo, “La puerta de la Cannê”.

Uno de los momentos más críticos de la noche llegó con “Crîtto de lâ Nabahâ”. El público se olvidó que estamos en una situación excepcional y fue muy difícil controlar que la gente se mantuviera sentada y con la mascarilla puesta. Poco podían hacer las personas que trabajaban en seguridad.

En la recta final pudimos disfrutar de un solo de guitarra española y algunas versiones de canciones muy conocidas como “Así me gusta a mí”, de Chimo Bayo. Califato ¾ se despedía animando a la gente a cantar el himno de Andalucía. Fue bonito escuchar tantas voces unidas por la defensa de una identidad.

No quiero acabar esto sin hacer una pequeña crítica de lo vivido esa noche. Todo el mundo queremos volver a bailar y a disfrutar como antes de la pandemia, pero no hay que olvidar que esto no ha terminado todavía. Ya no solo repercute a las y los amantes de la música en directo, también afecta a las personas que trabajan encima y detrás de los escenarios. Es necesario, en estos momentos en los que el sector cultural está muy limitado, que los espacios sean considerados seguros. Que se pueden celebrar conciertos sin incidentes y que podamos empezar a volver a la normalidad poco a poco.