Era la una y media del mediodía, la hora del vermú, y varios grupos de personas charlaban alegremente en la puerta del Palacio de la Prensa. Bajo ellos, la Gran Vía de Madrid y, a su alrededor, algunos pequeños carteles que anunciaban el Vermú Rock que ese día, domingo 18 de julio, se celebraría en la Sala 0.
Al entrar en la sala, algunos miembros de Cristosaurio esperaban cerca del escenario paseando y luciendo su traje de astronauta, desvelando conscientemente algunas pistas sobre la aventura espacial que guiaría el concierto. Unos minutos después, ante un público sentado y agrupado en pequeñas mesas, irrumpía el grupo madrileño entre colores, luces y una característica performatividad que hace de su música una experiencia en sí misma.
Tras una dramática intro con claras influencias cinematográficas el público pudo disfrutar de aquellos temas que la pandemia había reducido a un mero link en Spotify, así como de algunas sorpresas nuevas que los madrileños habían estado preparando durante estos últimos meses. Temas pertenecientes a su último disco “Mundo encubierto” (2018) como “Vente conmigo” o “La muerte del brujo” sentaron las bases de la temprana fiesta que allí se estaba tramando. No faltaron clásicos como “¿Dónde está Paula?”, pero quizá lo más llamativo fueron incorporaciones más recientes como “Vamos a destrozar” o “Mi barrio”, una oda al arraigo y a los lugares que nos han visto crecer.
Sin olvidar las originales referencias a canciones pegadizas (“Don’t worry be happy”) y, en este caso, a sonidos que son un meme en sí mismos como “Toxicidad fuera” del streamer Ibai, uno de los momentos más carismáticos del concierto fue la colaboración de Lucía Couñago, trombonista de la formación también madrileña la ONU (Ovejas Negras Unidas), quien acompañó a Cristosaurio durante casi todo el show.
Cristosaurio
Unos minutos después de la primera actuación, en un escenario más sobrio y vestidos de negro, aparecían los componentes de Oktopussy, grupo madrileño de ska-punk. Conocíamos de la banda su único álbum “Ska cerebral” (2017), pero encontramos en su nuevo show una clara evolución a través de los temas de lo que será su nuevo disco además de nuevas caras sustituyendo a algunos de los antiguos componentes.
Sin abandonar temas antiguos como “El pulpo vacilón”, el grupo presentó ante el público nuevas composiciones como “Ra-Ta-Tá (esto va a estallar)”, canción que constituye el primer single de su nuevo álbum. Fue inevitable percibir el dinamismo que se desarrollaba sobre aquel escenario: la formación recibió a lo largo de la velada visitas muy especiales. Alicia, guitarrista de Raw Way, acompañó a Oktopussy en una versión de “Solo vivir”, del conocido grupo Skalariak y Nacho, cantante de Entretiempo, una banda cercana a ellos, cantó junto a Charly una de sus canciones.
Pero, sin duda, la más llamativa de las visitas fue la de Monchi, mascota con forma humana embutida en una malla morada que salió a bailar empuñando una bandera durante la canción “La revolución de los monchis”, de su primer disco. Una versión de la muy conocida “A la sombra de la sierra” de la Raíz y algunos momentos plagados de emotividad hicieron avanzar el concierto hasta el fin de aquel veraniego Vermú Rock, que ya no protagonizaba la hora del vermú sino más la de la merienda, y que hizo a todos los asistentes irse a casa un poco más convencidos de que cada vez falta menos para volver a llenar nuestras agendas con momentos musicales y bailes con desconocidos