Todo empezó con los tres plantados al borde del escenario, sentadicos, cada uno con su guitarra (española o acústica) y su micrófono, como si de un recital flamenco se tratase, para repasar las canciones de Kutxi Romero en solitario y soportar las peticiones de temas de Marea por parte del público.
Aunque esto último lo lleva muy bien el artista Berriozar (en realidad fue él mismo el primero que, tras haber tocado tres o cuatro canciones, pondría voz de falsete e imitaría las peticiones que posteriormente haría el público). Se conoce de memoria lo que va a ocurrir según va avanzando el bolo, pues llevan ya sesenta y tantos conciertos -ni Kutxi mismo recuerda el número exacto- de esta gira acústica y adaptada a las circunstancias sanitarias.
Los otros dos que le acompañaron en Alcalá es Vida eran Juan Antonio Lorente (guitarrista de Bocanada) y José María Marco “Pete”.
Nada más empezar el concierto con “Vengo del mercado” te das cuenta de que lo de estar plantados como Camarón cuando cantaba “El romance del amargo” tiene su sentido, pues el tema de Kutxi empieza haciendo referencia al propio Camarón, a Morente, a la Paquera de Jerez… y a otros vates (precisamente a Lorca, a Miguel Hernández…). Y le canta a la soledad del poeta, de la que ya hablaba Rafael Alberti; pero llevada a la actual sociedad de consumo (globalizado, además) donde el poeta contempla el mercado (sí, amigo) pero no compra; vuelve a casa con el carro vacío y cargado de soledad. Porque prefiere pasar la vida entera “Como quien pide tabaco” (reflexión ésta que no cantaría a continuación, sino más adelante).
Antes de comenzar con el segundo tema, “Mierda en las tripas”, explicaría que éste venía pintiparado para la ocasión porque la noche anterior Juan y él habían estado de borrachera (¿lo dirá en todos los conciertos?).
Son sus compadres; sus cómplices sobre el escenario y fuera de éste. Llevan once meses recorriendo juntos infinidad carreteras dentro de una furgoneta. Incluso, durmiendo en la misma habitación. Así es la vida del artista. Muchas veces, parecida a la de los antiguos cómicos de la legua.
Kutxi Romero
Tantas horas de convivencia unen, sirven para mucho; tanto como para que Kutxi consiga convencer a José de que toque la guitarra en “Corazón equino” con una enorme cabeza de caballo negro puesta; y a Juan, para que lleve después otra de conejo blanco mientras ofrecen “El año del conejo”. Poco más de cuatro minutos cada uno, para que no se asfixien.
Aparte de las canciones propias de Kutxi Romero, esa noche sonarían versiones de otros artistas; habría colaboraciones y, siempre, buen humor. La primera versión, “Soledad”, de Aurora Beltrán. De otros también célebres y grandes artistas de su tierra tocarían, más adelante, “Azulejo frío” y... (Bueno, voy a aclarar que me refiero a El Drogas por si hay algún indie despistado leyendo la crónica. Y para evitar que algún rockero tocapelotas pueda protestar porque no he citado expresamente a Enrique Villarreal).
El resto de canciones del disco en solitario de Kutxi Romero acabaría sonando, más pronto que tarde, a lo largo de la noche. “La sangre llega hasta el cielo”, inspirada por “La hija de Juan Simón” (canción popular que Antonio Molina cantaba con profundo sentimiento), marcaría otra vuelta de homenaje a los flamencos. Por mucho que Kutxi dijera al acabar: “¡Prefiero “El perro verde!”. Esta ironía no dejaba de ser una buena manera de tocar a continuación “Los mismos clavos” sin introducción previa. Fue la única canción de Marea que sonaría esa noche. Algo nada casual, pues con Marea ya la había interpretado alguna vez, sentados todos al borde del escenario en las típicas sillas de respaldo alto de las tabernas andaluzas.
Kutxi Romero
El primero de los invitados sería Jorge Salán, que tiene una estrecha relación con Alcalá y que en pleno confinamiento de 2020 le pidió a Kutxi Romero que le regalara una canción para su disco en solitario. Consiguió “Todo se me muere”, tema que cantarían mano a mano sin perder más tiempo y quedándose ellos dos solos sobre el escenario. Quizá porque era la primera vez que cantaban juntos sobre un escenario.
Para ofrecer “Azulejo frío”, la canción de El Drogas antes citada, volverían Juan Antonio Lorente y José María Marco. Al acabar, se marcharía Jorge Salán.
Como estábamos en la Comunidad de Madrid, también sonarían versiones de conocidos solistas madrileños. La primera fue del artista del que dijo que antes de él no había nada. Como todo el mundo habrá adivinado, se trataba de Rosendo; ofrecerían su ”Qué desilusión”.
Para acompañarlos en esta tarea había salido Luter, con el que también tocarían, unidas en una sola pieza, “Aunque tú no lo sepas “(canción de Quique González) y “El sitio de mi recreo” (de Antonio Vega).
Fue una prueba en el quinto o sexto concierto de esta gira. Como funcionó desde el primer momento, al final de los conciertos siempre sale Pablo Viña, miembro del equipo técnico, a tocar la guitarra y cantar con ellos “Por salir corriendo” (tema de Barricada) como homenaje a Boni, fallecido en enero de este año.
Kutxi Romero
Habían empezado mimetizándose con los flamencos, actuando después como cómicos de la legua que interpretan utilizando máscaras y disparan reflexiones sarcásticas como por descuido. Más tarde, rematado con la presencia de Jorge Salán, se convirtió en legítimo descendiente de los bluesmen que recorrían el Delta estadounidense tocando y cantando sus lamentos. Con Luter mutaría en un moderno trovador urbano; inconformista rockero contestatario de barrio, con la intervención de Pablo Viña.
Pero el espectáculo acabaría esa noche rozando la revista o el vodevil (al menos a simple vista) a partir de que Kutxi nos hablara de la primera vez que vino a Madrid, para firmar su primer contrato. Tenía 24 años, y pasaba horas deambulando por la red de Metro. Y una persona, que acabaría siendo un gran amigo suyo, lo acogió en su casa. Primero, unos días; luego, unos meses… Se trata de un artista que va con cierta frecuencia a Alcalá de Henares; que estuvo en la edición de Alcalá Suena en 2017.
Apareció Kike Babas; vestido de Kike Babas (chistera negra y traje verde fosforito), haciendo de Kike Babas (repartiendo boas a los demás compañeros de escenario antes de empezar a recitar “La voz no hay quien la calle”) y cantando seguidamente con él “No me beses en la boca”, con lo que Kutxi Romero acabaría el concierto entonando repetidas veces el título de su único álbum en solitario: “No soy de nadie”
Ambos le pusieron mucha intensidad. Tanta como la emoción con la que les respondió el público. Fue un gran final, tras el que también saldrían a despedirse todos los invitados que habían colaborado durante la velada.