Hay muchas ganas de volver a la normalidad y poder disfrutar de la música y de los conciertos como siempre nos ha gustado. El Blow Up Festival nos dio la oportunidad de divertirnos, gozar bailar y cantar, que falta nos hace, el pasado sábado 20 de noviembre en la Sala Santana 27 de Bilbao. Más de seiscientas personas acudieron a la cita atraídos por un magnífico cartel que encabezaban los míticos The Godfathers y donde también estaban otras tres bandas de la talla de Sex Museum, Los Chicos y los italianos The Peawees, que sustituyeron unos días antes a King Salami and The Cumeberlard, caídos del cartel por problemas personales.
Desde primera hora el ambiente fue estupendo. El público llegó temprano para no perderse el gamberrismo escénico de Los Chicos que, desde luego, no defraudaron. Espídicos desde el primer tema, descerrajaron tema tras tema con salvajismo rockero y derroche físico, ahora haciendo el ganso sobre el escenario, ahora fundiéndose entre el público. Es difícil saber quién se lo pasa mejor, la banda sobre el escenario o los espectadores atrapados por la locura y el buen rollo. Tras cerca de una hora de fiesta y mucha diversión, dejaron al respetable revolucionado y con una sonrisa de oreja a oreja. Muchos habrían pensado que Los Chicos es una buena banda para cerrar un festival, pero ponerlos para abrir la tarde fue una idea redonda.
Los Chicos
Era el turno de The Peawees, que no lo tenían fácil para mantener el nivel de energía que habían generado Los Chicos. Pero los italianos no se amilanaron y salieron a por todas. En un par de temas dejaron claro que les sobra calidad y actitud. Por algo llevan más de 25 años dando vueltas por Europa. Con toda la banda empujando como una locomotora, llevaron el power pop que facturan un poco más allá, aderezándolo con toques punk y mucho rock ‘roll, y el resultado fue un concierto tan acelerado como contundente. Sonaron urgentes y vibrantes "Beer Ain’t Drinking", "Party Train", "I Don’t Wanna Learn Anymore" o "Nothing", con la que cerraron.
Si alguien del público no los controlaba, seguro que se rindió ante su directo, porque The Peawees son de esas bandas que crean afición. Buenas canciones, buenos músicos y clase para regalar. Y de todo eso, los italianos van sobrados.
The Peawees
Tras el vendaval italiano, no iban a ser unos veteranos como Sex Museum los que dejaran que decayera la energía del festival. De forma muy inteligente, aparcaron un poco el fuzz para remarcar su lado más rockero y brindaron al respetable un set compacto y apretado basado en riff potentes y en la intensidad de los teclados de Marta Ruíz Perdiguero. Pudimos disfrutar de clásicos como "Two Sisters", "Red Ones", "I Enjoy The Forbidden" o "Dopamine" y nos regalaron una estupenda versión del "Harmony" de Buzzcocks. A estas alturas no vamos a descubrir a nadie que Miguel Pardo es uno de los mejores frontman que ha dado este país, y, como tal, ejerció con rotundidad su dominio en el escenario amparado por la solidez rítmica que siempre aportan ese dúo infalible que forman Javi Vacas y Loza. Fernando Pardo volvió a dar rienda suelta a su labia entre tema y tema, entorpeciendo en algunos momentos el ritmo del show, pero todos sus fans saben que sus peroratas forman parte de la esencia de los bolos de la banda.
Con todo, el concierto terminó dejando al público completamente satisfecho tras casi hora y media de sonido auténtico y arrasador que se mantiene sólido como una roca tras más de treinta años de carrera. Ojalá todo fuera tan confiable como la calidad de Sex Museum en escena.
Sex Museum
De una banda infalible pasamos a otra en los pocos minutos que fueron necesarios para el cambio. The Godfathers, que celebran sus 35 años de carrera, demostraron que el punk no sabe del paso del tiempo. Con un setlist plagado de sus grandes éxitos, los “Padrinos” apabullaron al público desde los primeros acordes. La banda sonó como una apisonadora, bien engrasada y equilibrada, y Peter Coyne impuso su intimidante presencia de mafioso londinense. Puede que esté más viejo y algo más pesado, pero mantenle la mirada si tienes huevos.
Temazo tras temazo, el público disfrutó a lo grande coreando himnos como “Cause I Said So”, “She Gives Me Love”, “I Want Everything” o la obligada “Birth, School, Worth, Death”. Tampoco se olvidaron de su particular homenaje a Los Ramones, esta vez con “I Can’t Sleep Tonight” y al gran “Man in Black” con Johnny Cash Blues. Coyne agradeció las ovaciones en euskera y anunció un bis comprimido, ya que se agotaba el tiempo, con el que cerraron un bolo que dejó a los presentes tan extenuados como felices. The Godfathers no fallan. Sus canciones mantienen intacta la vigencia, su música sigue sonando como un cañón y su actitud aún acojona a los más veteranos. Cosas que pasan cuando el rock n’roll nace de las entrañas y de la mala leche.
Fue el final perfecto para una noche perfecta. Gracias al Blow Up Festival por más de cinco horas de felicidad.