Tras varios intentos fallidos consecuencia de las restricciones propias de la pandemia y la definitiva cancelación de la muy deseada gira de despedida de Extremoduro; el músico, compositor y productor Iñaki Antón (Bilbao, 1964) aterrizó finalmente en Madrid para presentar su nuevo proyecto musical al que el artista ha puesto su propio nombre, “Uoho”.
La fecha elegida fue el pasado miércoles 22 de junio y el lugar, el Teatro Eslava, sala de fiestas y conciertos ubicada en el número 11 de la calle Arenal, en pleno distrito centro de Madrid; que unas horas antes del evento colgó el cartel de “No hay entradas” y alrededor del cual había empezado a formarse cola varios minutos antes de la apertura de puertas aun tratándose de un día laborable.
Según iba acercándose la hora de inicio del concierto, la sala empezaba a llenarse de personas con camisetas de Extremoduro y de Platero y Tú, la mayoría ya de cierta edad, pero con muchas ganas de disfrutar de esta leyenda viva del rock and roll y podían escucharse conversaciones en corrillos acerca de rumores y comentarios del concierto en Barcelona de hace unos días; concierto que, todo sea dicho, no ha tenido muy buena prensa, suponiendo que muchos de los presentes fuéramos mentalizados ante la amenazante posibilidad de llevarnos una pequeña decepción.
Pero a las nueve en punto comenzaron a sonar los acordes de “Cuestión de Principios”, tema que abre la ópera prima de Inconscientes llamada “La inconsciencia de Uoho” (Muxik, 2007), mientras Miguel Colino (bajo), José Ignacio Cantera (batería) y Aiert Erkoreka (teclados) tomaban posiciones y un visiblemente nervioso pero sereno Iñaki recorría el escenario escudriñando a un público que le miraba expectante y sin perder detalle de cada uno de los movimientos del músico.
Uoho
Hasta aquí todo bien, pero esto acaba de empezar y aún tenemos que oírle cantar. Tras un primer tema que me pilló distraído, identifico rápidamente el clásico de 1990 “¿Cómo has perdido tú?” perteneciente a Burrock n Roll, de Platero y Tú. Y no suena nada mal… El problema es que nos hemos pasado treinta años escuchando las canciones de Platero y de Extremoduro en las voces de Fito y de Robe; y Uoho no es ni uno ni otro, por eso quizá, de primeras, se haga un tanto extraño; pero si hacemos un pequeño esfuerzo por desprendernos de ideas preconcebidas, nos damos cuenta de que su voz encaja bastante bien.
El propio Iñaki ha dicho abierta y públicamente que no tiene costumbre de cantar, prácticamente ni en privado. Es un instrumentista de primerísimo nivel, un gran compositor y un productor excepcional, pero carece de experiencia al micro, y eso se nota en el hecho de que, durante los primeros compases del show, no parece terminar de sentirse del todo cómodo; de la misma manera que parece que le cueste adaptarse a ser el centro de atención y el blanco de todas las miradas pues; como guitarrista, aun siendo el brazo ejecutor y el alma y la fuerza melódicas de aquellas formaciones en las que ha militado, casi siempre ha estado en un plano más discretito.
A continuación, durante “Bobo” y “Salir” se fue apreciando como el bilbotarra iba encontrándose cada vez más a gusto y más seguro de lo que estaba haciendo, provocando que, a su vez, el público fuese involucrándose más y más en el show hasta que el de sobra conocido riff de “Puta” supuso un estallido de violencia (en el buen sentido de la palabra) que marcó un punto de inflexión en la marcha del espectáculo. Ya no había vuelta atrás. Ya no había músicos ni había público. A partir de ese momento todas las almas presentes se fundieron en un solo corazón que latía a ritmo de rock and roll.
Uoho
Ya no importaban los puntuales (y muy rápidamente resueltos) problemillas de sonido ni que en algún momento a la voz le costase llegar. Uoho estaba otra vez en Madrid y había desatado a la bestia; a la que apaciguó con “Pedrá” para, a continuación, tomarse un pequeño descanso cediendo el protagonismo a dos miembros de su equipo que se marcaron una cover brutal de “Ace of Spades” de Motörhead, (o “Tenéis speed”, para los fans de Rat-Zinger).
Seguidamente nos recordó que es un niño que llora perdido, y nos invitó a salir con él vaticinando acabar borrachos inmediatamente antes de que los acordes de “Mujer” anticipasen el principio del fin de la noche, que acabaría con “Hay poco rock and roll” y. cómo no, con una muy visceral interpretación de “Ama, ama, ama y ensancha el alma” que supuso el cierre perfecto a un concierto que, aunque presentó ligeras carencias, hizo las delicias de los asistentes de principio a fin.
Personalmente apostaría a que según vayan pasando las semanas y sucediéndose los conciertos, se irán puliendo esos detallitos que parece que faltan para, junto con un incremento de la confianza y la seguridad, terminar ofreciendo un espectáculo sin fisuras a la altura del nombre de alguien que es sinónimo de rock and roll para varias generaciones.