Al Resurrection Fest, o Resu para los amigos y para casi todos los mortales que conocen de su existencia, no se le conocía así en su gestación. Todo comenzó por el Viveiro Summer Fest, pero debido a un aplazamiento prematuro, se le dio el nombre que ya todos conocemos. Y desde el 2006, no faltó a ninguna de sus citas con el calendario, habiendo un quinto aniversario, un décimo, y este que nos ocupa, que iba a ser un fiestón. Pero a estas alturas de la historia, todos sabemos lo que ocurrió en el 2020.
El XV aniversario iba a contar con un cabeza de cartel nada más y nada menos como System of a Down, entre otros tantos grupos que, tras dos desvíos anuales del festival, vieron que no podían cumplir con su agenda, y esto nos lleva hasta lo que la organización dio en llamarlo la edición 15+2, con un día de Warm Up, que poco o nada tenía de calentamiento, y que es por el que vamos a empezar, yendo por partes, porque hay mucho que contar.
Tradicionalmente, el Resu tenía un cartel de tres días, desde el jueves hasta el sábado. En sus últimas ediciones, añadió el miércoles de modo opcional, llamándolo precisamente Warm Up, pero con grupos que ya dejaban saborear el alma del festi. Precisamente, el miércoles de esta edición iba a acoger a un grupo muy pedido por muchos de nosotros, Deftones como cabezas de cartel de esta apertura de ceremonia metalera.
Por motivos de desplazamiento, llegamos más tarde a Viveiro que la apertura de puertas, por lo que nos perdimos a Serrabulho y a Bolu2 Death, lo que no nos impidió ver comenzar la ocupación del escenario principal por parte de Onza, el grupo paralelo que mantiene Pepo, junto a Desakato. Lo primero que me saltó a la vista fue que el frontman ya estaba recuperado, sin muleta de por medio, lo que le dio mayor libertad para empuñar el micro y hacernos partícipes de su desgarrada voz y de sus esporádicos guturales asturianos. Tuvieron el tiempo justo para poder lanzar al abundante público los temas de su EP, nacido en el 2019, por lo que los poco más de 30 minutos de protagonismo terminaron con “Onza”, el tema homónimo con el que se han dado a conocer como grupo.
Ambiente
Los siguientes en el cartel de hoy ya darían paso a la que fue la exclusiva de bandas internacionales hasta que terminó el día, sin más presencia de bandas nacionales. Venidos desde Glasgow, y con rabia en sus guturales y armonía en sus melodías, vinieron Bleed From Within, y dieron muestra del abundante y fiel público que mueven.
Dos guitarras, un bajo, una batería muy entregada y una voz en su punto sirvieron para dar un bolazo de 40 minutos, en el que los ánimos se notaban también en el público, moviendo mareas humanas por encima de los asistentes, que iban pasando de manos en manos, entre los que no faltó el propio Scott Kennedy, sin soltar el micrófono mientras era mecido por las olas vibrantes de los asistentes, y que tampoco dudó en motivar un circle pit para hacernos brincar todavía más. “Afterlife” o “The end of all we know” formaron parte del repertorio con el que nos mostraron, sobre todo, sus dos últimos trabajos largos, “Fracture” y “Shrine”, lanzados con dos años de diferencia y alumbrados en el seno de la pandemia.
Bleed From Within
Mi sonrisa iba en aumento, porque me iba a reencontrar con uno de los mejores descubrimientos que hice en el Resu del 2019, y que no pudieron gustarme más. Desde las antípodas, nos iban a atronar los jóvenes de Alien Weaponry, que como no podía ser de otra forma, yo ya anticipaba que nos iban a desafiar con su tradicional jaca, iniciada por el batería, baquetas en mano a modo de armas blancas con las que nos amedrentaba.
Al ritmo de esta danza, fueron apareciendo los otros dos miembros, Lewis, quien hace los roles de guitarra y voces, y Turanga, al bajo. Una de las señas de identidad de este grupo, además de sus tatuajes tribales, son sus letras, escritas en parte en maorí, la lengua natal de su tierra, y que se han convertido en cánticos identificativos para ellos. Dejaron para el final su tema más conocido, “Kai Tangata”, que dieron comienzo con otra jaca, con la que además coincidió una leve lluvia que nos hizo creer que, realmente, estos chicos habían llevado a cabo un ritual de brujería con su música para invocar la lluvia. Fue un momentazo que nos hizo aplaudir como si estuviéramos poseídos.
Alien Weaponry
Ya con la noche sobre nosotros, estaba a punto de empezar el grupo que iba a revivir las adolescencias de muchos de los presentes. Con su tipografía tan afilada y agresiva, Bullet for my Valentine salieron a los focos a la hora señalada, con un primer temazo que no podía ser otro que “Your betrayal” y siendo sucedida por “Waking the demon”. Ambas fueron dando cuenta de que la acústica era ligeramente mejor que en los directos previos de ese mismo día, y fue algo que disfrutaron, y mucho, las primeras filas, tanto las aferradas a la barrera, como las que no paraban de montar circle pits y pogos. Dos bombos a la batería que sonaron con toda la contundencia que la banda necesita para transmitir sus temazos, dieron por finalizada una hora de concierto que bajó el telón con “Tears don’t fall” (como no podía ser de otra forma, añadiendo la parte melódica a su habitual contundencia), y “Scream aim fire”.
Llegamos al punto de disonancia de la noche, el concierto que generó más opiniones y divisiones entre los asistentes, entre quienes me incluyo. La 1 de la mañana estaba señalada en muchos relojes de los amantes del nu metal y del metal alternativo. Deftones llevaban meses como headliners de este día, y las expectativas estaban por las nubes que ya había sobre nuestras cabezas. Disponían de hora y media para saciar nuestras ansias, y aunque fueron puntuales, ya desde los primeros temas se notaban algunos fallos técnicos y humanos que no estaban dejando el mejor de los directos. Chino Moreno, su cantante y frontman desde la fundación de la banda, no parecía tener sus cuerdas vocales muy afinadas, y no era extraño que se le cayeran los guturales al poco de comenzarlos, con la impresión de que su voz se quedaba a medias, y por ello, no acababa de conectar del todo con el público.
Bullet for my Valentine
Tampoco ayudó mucho la extraña selección del set up, comenzando los primeros compases con temazos como “Shove it” (“My own summer” para los fans) y “Shut up and drive”, que yo daba por hecho que dejarían para el final, figurando entre los más conocidos de los californianos. Al menos, en lo que no hubo queja es en el amplio repaso que se le dio a White Pony, uno de sus discos más aclamados. Fue un show que nos dio un poco de cada, porque por momentos, Chino tomaba prestadas las cuerdas de una guitarra, para acompañar a los instrumentos principales y añadir variedad, pero por otro lado, hacían aparición pausas demasiado largas y frecuentes, que el público no acababa de explicarse. Y muestra de ese desconcierto fue que el bolo acabó diez minutos antes de lo esperado, dejando la sensación de que el sonido no había sido limpio, nítido ni claro, haciendo patente que hubo trabas técnicas, junto con los humanos que empañaron las voces. Un detalle en el que me fijé es que apenas fui testigo de ningún pogo, quizás como prueba de que no acabaron de conectar plenamente con su público, que sí fue capaz de vibrar con temazos del nivel de “Change” (también conocido como “In the house of flies”), “Rosemary”, “Sextape” y “Around the fur”.
Con ese frío húmedo galego tan característico de estas tierras, las ondas sonoras se fueron calmando mientras todos los presentes abandonaban el recinto, dando por acabada una jornada de calentamiento que, en términos generales, sí que consiguió movernos la sangre por las venas, después de dos años completos sin que pudiéramos habitar esta zona tan bien bautizada como “Resurrection Fest City”. La enorme fiesta del metal y del hardcore acababa de empezar, y nosotros nos íbamos a abrazar la almohada, preparados para lo que iba a suceder mañana.
Nota: No tenemos fotos de Deftones por expreso deseo del manager de la banda, que impidió a los fotógrafos realizar su trabajo.