Estrenamos nuevo mes, julio llega con el mismo calor que el día anterior, y para nosotros, la tercera jornada del Resu (segunda para los que se saltaran el Warm Up). Los rumores nos iban llegando con cuentagotas, hasta que pudimos corroborar la primera noticia importante del día, y es que Korn movían su actuación por problemas con su vuelo a las primeras horas de la tarde del domingo, en lugar de ser los headliners de la noche, como estaba previsto, con su consiguiente franja de más tiempo reservada para ellos. Quién nos iba a decir que ese era el comienzo del culebrón Korn…
Con las ganas y las ansias en nuestras cabezas de lo que estaba por venir, seguimos el mismo camino de cada mañana al recinto del festival, con el tiempo suficiente para poder ver el directo de una de las agrupaciones que formaba parte del concurso de bandas, Six Burning Knives, venidos desde Castellón, con toda su puesta en escena cargada de maquillaje, cuero y metal, sobre todo mucho de esto último, para hacernos saber lo bien que suena su último trabajo, The Oath, de los dos largos que tienen. Y prueba de ello es que supieron ganarse plenamente al público a las 3 de la tarde, con tan sólo media hora de directo.
Six Burning Knives
Ahora que ya estábamos calientes, íbamos a ir a uno de los que, para David y para mí, era de los conciertos más importantes del día, al mismo nivel que los cabezas de cartel. Y es que, ¿cuántas veces en la vida puedes ver a unos compañeros de ciudad y buenos amigos en el Main Stage? Cuando Free City anunciaron que les dejaban el escenario principal para su actuación, marcamos esa fecha y esa hora con fuego, y allí que estábamos, a las 3 y media de la tarde, con una buena solana, pero rodeados de mucho público.
Estrenando formación como quinteto, con un segundo guitarrista para liberar a Peib y dejarle únicamente con sus cuerdas vocales, presenciamos sobre todo temas de su último trabajo, Visiones, del 2020, y que ya han movido por las tablas de otros muchos escenarios y salas. “Versos como balas”, “Enemigos del destino” y “Frágil”, entre otros, dieron gran muestra del estado de forma que pasa la banda, que con más de diez años de experiencia en el punk rock, siguen demostrando que derrochan juventud y talento. Con esos calores y esa fuerza, poco le duró la camisa a Peib, que entre circle pits, no dudó en uno de ellos a bajarse hasta la barandilla, botella de whisky en mano, para darse un baño de masas entre las primeras filas. Y para cerrar un bolazo en el que lo dieron todo y nos lo pasamos a lo grande, volvió a la valla cargado con una caja de discos, que fue repartiendo entre el público. Aplausos y abrazos con los que se fueron estos majísimos pucelanos, a los que volveremos a ver por los bares de nuestra ciudad.
Free City
Tras la buena abrasada que nos metimos al sol, y con los cuellos incandescentes, nos tomamos un descanso, hasta la hora en la que iban a empezar los Kids of Rage, en el Chaos Stage y con bastante público que había asistido para captar los dos discos lanzados hasta la fecha por estos barcelonenses. Dieron un buen repaso a su último EP compuesto por tres tracks (entre ellos, “The eternal runaway”, estrenado tan sólo unos días antes), con uno de los lemas que más se me quedó grabado en la mente: “Vamos a hacerle un puto sótano al Resu”.
Su albino vocal nos impregnó con su energía, hasta cuando llegó el momento de una conga-pogo iniciada por él mismo y que recorrió casi todo el escenario Negrita. Su hardcore quedó bien representado con “Never surrender”, entre otros temas que repasaron (no se quedaron fuera “Whatever may come” ni “Hurry up”), y los 50 minutos de franja fueron mellando la voz de su frontman, que no dudó en lanzar las letras de un tema completo desde una posición cómoda subido a la valla, pero ya en los últimos minutos parecía cansada y fatigada. Fue una buena fiesta, con un pogo cada poco tiempo, dando muestra de lo animado que estaba el público, y un circle pit más grande que todo lo que cubría la lona del techo, pues recorrió hasta más allá de la mesa de sonido.
Kids of Rage
Con las prisas acechándonos, nos fuimos corriendo a ver los nuevos habitantes del escenario principal, que no eran otros que Caliban, y cuyo comienzo entraba en conflicto con el final de los Kids of Rage. El quinteto alemán, bien conocedor del metalcore con sus más de diez discos de trayectoria, fue puntual cuando el sol aún cegaba nuestros ojos, situado tras el Main Stage, y disponían de una hora exacta para hacernos vibrar. Dieron un espectáculo genial, con unas guitarras bien ejecutadas, un doble bombo a la batería que sobresalía cuando tenía que hacerlo, y sobre todo, una conexión con el público brutal, como demostraba el incesante chorreo de personas que iban navegando sobre la marea de manos humanas, en dirección hacia las vallas, y que muy amablemente, era recogida por el personal de seguridad del foso. Si hubo algo que me hizo sonreír, fue esa moda que yo ya creía extinta, y que hacía unos cuantos años que no había vuelto a ver: los pogos remeros, que tanto se estilaron en el 2018 y sobre todo, 2019, y que en esta ocasión, fue iniciado y coordinado por un majísimo Andreas, que tampoco dudó en subirse a su fiel público para empuñar el micro desde esa posición.
Fuimos testigos de su conocido cover “Sonne” de Rammstein, así como “Paralyzed” y “Virus”, hasta que, desgraciadamente, y cuando estaban a punto de cerrar su set list con “Memorial”, un fallo general en el sonido les dejó totalmente mudos a apenas cinco minutos de que terminase su franja. Lo que en ese momento no faltó, fue una ovación global de todo el público presente, por lo bien que lo habían hecho y el apoyo que se merecían ante esta desafortunada situación.
Caliban
Y llegados aquí, otra diatriba. Los ucranianos de Jinjer en el escenario principal, frente a los gallegos Aphonnic en el Chaos Stage. Y obviamente, escogí ver a los que tocaban en casa, antepuse el metal melódico al groove metal. Así que para allá que fui, a ponerme a cubierto, mientras abrían con su ya habitual y conocido arreglo de la película Saw, para ir calentándonos. Para mi regocijo, recuperaron temas de su set list de trabajos anteriores, y no sólo interpretaron cortes de La Reina, así que ahí saltaron desde el escenario las letras y los ritmos de “Amarga despedida” y “Mi capitán”, que se han convertido en himnos indisociables del cuarteto galego, puesto que Héroes e Indomables son dos de sus trabajos largos más queridos y pedidos, sin duda.
Hubo una breve caída del sonido, de apenas unos segundos, al inicio del bolo, y eso no consiguió empañar una actuación de 50 minutos muy limpia, directa desde el alma, con momentazo a cargo de los Resukids incluido, que desfilaron por todo el escenario con gorras rojas y orejeras para el alto volumen. Cerraron una velada en familia con su público al son de “Cunfía” y “Ombligos”, dos de los sencillos más conocidos de su disco de la carátula del oso.
Aphonnic
Se nos presentó otro punto en el que debíamos dividirnos, así que mientras yo fui a cubrir a Il Niño, mi compañero David trató de retratar a El Altar del Holocausto y a los Bourbon Kings, dado que todos coincidían en la misma franja y en distintos escenarios. Con un Ritual Stage bastante lleno, fui a ver qué tal lo hacía esta banda que tan a menudo ha cambiado de formación, como su frontman, que ya no era Christian Machado, pero que no dudaron en entregar al público parte de su repertorio numetalero, extraído desde hace dos décadas, cuando más se dieron a conocer.
Aunque la acústica podía haber sido mejorable en varias ocasiones del bolo, hicieron todo cuanto pudieron, como un batería que animaba como si estuviésemos en una charanga, y con temas como “I am loco”, “What come around”, y dejando para el cierre y la despedida de su hora de protagonismo, “How can I live”.
Il Niño
Con lo que nos quedaba de jornada, no hizo falta consenso: íbamos a quedarnos de cabeza a residir durante el resto de la noche en el escenario principal. Comenzando por Rise Against, que bien tenían repartido el encabezamiento del cartel, y que personalmente, yo hubiera preferido por encima de Sabaton. Una de las dudas que sobrevolaba sobre mi cabeza es si la voz de Tim estaría a la altura de lo que ofrecen sus temas, ya que he oído rumores de que en otros directos, no se le entendían las letras. Sin embargo, recibí un buen sopapo de realidad en cuanto empezaron, con un “Prayer of the refugee” que se escuchó perfectamente, y a partir del cual, fueron cayendo bombazos de la banda de Chicago.
Rise Against
Hubo también un momentazo protagonizado por el servicio de guardacostas que tienen su base pared con pared con el recinto, y es que cuando la noche ya reinaba, sobrevolaron todo el concierto, para añadir más espectáculo a un bolo que ya de por sí brillaba muchísimo. “Ready to fall” y “Revolution” nos siguieron acompañando en la hora y cuarto que tenían prevista, y que hasta ese momento de la jornada, fue el que más gente congregó ante los altavoces y las pantallas. “Nowhere generation” y “Hero of war”, con guitarra acústica añadida, fueron los temas tranquilos que nos hicieron respirar de tanta tralla de hardcore melódico, para ir preparándonos hacia lo que nos aguardaba. Subido en la valla, Tim nos alborotó con “Reason”, y para culminar un bolazo increíble, “Survive” como hasta la próxima. Aplausos por todas partes, se los merecían con creces.
Rise Against
Si veníamos de un grupo pacifista, con letras que abogan por el fin de los conflictos, ahora asistíamos a un grupo que es todo lo contrario, belicoso, con ritmos que parecen himnos de guerra, y cuya puesta en escena ya anticipa que vamos a entrar en un conflicto armado… con instrumentos, no con rifles. Con una sábana a modo de telón, cubriendo con celoso secretismo lo que tenían preparado en el escenario, se descolgó a la hora señalada para dejarnos ver lo que se estaba gestando en esta contienda.
Sabaton
Barricadas a modo de vallas, un tanque sobre el que pilotaba la batería Hannes, y mucho fuego y pirotecnia para dar el cañonazo de salida a todo ese fuego que iba a llover sobre nosotros. Con “Stormtrooper”, “The Red Baron” y “The great war” fueron agasajando al bando de sus últimos discos, los más recientes en la escena, terminando ese repaso a actual con “Soldier of heaven”. Y a partir de aquí, muchos clásicos, entre ellos “Resist and bite” y “Carolus Rex”, para ir cerrando su set list con algunas de las más conocidas (“To hell and back” y “For those about to rock” se daban por hecho). La hora y media de lucha sueca se hizo muy efectista, y hubo hasta lanzallamas, pero ya estábamos tan cansados por hoy, que no queríamos recibir más disparos sonoros; era el momento de regresar a nuestro cuartel general y base de operaciones (tanto instrumento de artillería me ha dejado el cerebro pensando en términos belicistas, lo siento).