El Psychobilly Meeting es una respuesta a la locura. Una cura contra la “cordura” que nos mantiene presos de economías, guerras y demás historias truculentas. Es, mas allá de un lugar en el espacio y el tiempo en Pineda de Mar, un estado mental y emocional donde estar protegido durante unos días. Este escudo rocking  ha vuelto con mas fuerza que nunca después de dos años de dosis embargadas, por aquello que todos hemos sufrido. Pero, como nada puede hacer que algo que lleva 30 años acabe así como así,  el Meeting nos ha vuelto a ofrecer unas vacaciones distintas llenas de monstruos y seres salidos de maravillosas series B, donde las pesadillas, los ataúdes, y cualquier ente deliciosamente abyecto que puedas imaginar, se dan cita sin falta.

El lugar no puede estar mejor ubicado, a un paso de la playa con su fresquito implícito y con  cerveza helada, que hace mucho y bien al bienestar en  esas horas en las que el día boquea. Aunque el Psycobilly Meting se puede disfrutar desde tempranas horas yo no tengo esa suerte y cuando accedo al recinto The Scarecrows Aka están tocando su última canción.

Después de que un batallón de limpieza asearan tanto el escenario como la pista, en menos de los que tarda en persignarse un cura loco, estaban en el escenario The Monsters. Con el Reverendo Beat-Man Zeller a la cabeza, repartiendo su particular y potentísimo brebaje musical donde el  garaje punk sesentero se pasea de la mano con  el R&R hardcore y rockabilly trash asalvajado. Desde la primera canción “Baby You´re my Drug”, pasando por “Dead”,  “Voodoo Love”  o “Kiss You Dead”. Los suizos tienen una gran presencia en el escenario y con un sonido grueso y atronador que despliegan hacen vibrar al mas pintado con su colección de riffs musculosos. Para empezar no estaba nada mal. No señor.

Cuando las guitarras dejaron de resonar  aprovechamos para comer algo antes de la siguiente actuación. Se puede comer dentro del recinto, que posee un enorme patio con mesas colectivas,  donde el que más y el que menos se siente en familia.  Creo que esto es lo que más me gusta del Meeting, hay que vivirlo para entenderlo.

Casi con el ultimo bocado en la boca The Blue Cats estaban listos apara aullar puro Neo Rockabilly con la inconfundible voz de Clint Bradley al frente. Estamos ante una banda de leyenda que echó a rodar allá por los principios de los 80  y si a esa voz le añadimos a uno de los contrabajistas más efusivos de la escena, como es Steve Whitehouse, la mezcla se vuelve explosiva y sumamente atractiva. La potencia de su directo, de alto octanaje rocking, ya lo era desde sus inicios y parece que, por suerte,  no tiene ganas de dejar de serlo. Steve no dudó en saltar al público y tocar las cuatro cuerdas rodeado de enfervorecidos espectadores.

Pudimos disfrutar de canciones como “Wild Night”, casi al final, o “The Tunnel”,  con guitarra acústica, al  igual que en  “Train Kept Rollin”. Sin olvidar creaciones más recientes como “Billy Ruffians”, un tema moderno pero clásico a la vez con emocionantes cambios melódicos,  junto con “The Norton Spirit”, de su último disco de estudio “Best Dawn Jet” grabado allá por el 2012.  Un bolo de alto nivel de disfrute y de carga emocional profunda. Hay banda para muchos lustros.

Después de las debidas labores de limpieza y acomodamiento del escenario llegaba el turno de Cock Sparrer. No puedo decir, ni bajo tortura que a los británicos se les noten las cinco décadas en los escenarios. Será que el Punk Oi! es un bálsamo de fierabrás contra la vejez o será que lo bueno causa respeto al tiempo sin más. No cabe duda que eran la banda de la noche, un plato principal en toda regla. Su Street punk no pasa de moda en modo alguno y las canciones suenan recién engendradas, frescas y vigorosas como “Riot Squad” o “Suicide Girls”.

La gente muy entregada coreó especialmente “Nothing Like You” y no es para menos, son canciones que te atrapan rápido. Collin McFaull es un tipo agradecido e hizo que esa condición se hiciese notar.  Las dos últimas canciones en sonar esa noche de viernes fueron “England Belong To Me” y “Were Coming Back”.  Me gustaría tomar esta canción como una amenaza que espero que lleven a cabo: “We’re coming back.  We’re coming back to you. We’re never gonna go away again (…) So remember, out there somewhere you´ve got a frieng.  And you’ll never walk alone again”. Esperamos esa vuelta, en el deseo de su larga vida.

El último concierto, que no el fin de la noche, estaba a cargo de unos adorables alemanes. Una de las bandas a las que más cariño profeso, que no son ni más ni menos que los berlineses Mad Sin.  Koeffte De Ville o Mourad Markus Calvies, que tanto monta monta tanto, es el único componente original,  pero le basta y le sobra para dar y mantener la identidad de la banda. Cualquier adjetivo que soy capaz de encontrar para definirlos en mi desquiciada cabeza es de gran calibre.

Diría que son pantagruélicos, descomunales como pocos.  A veces suenan a los Cramps, otras  a Johnny Cash o a Mötorhead, pero su psychobilly es así y lo despliegan como una autentica apisonadora a la menor ocasión, con cruda y demencial maestría.

El deliciosamente delirante espectáculo punkabilly teutón incluyó canciones como “Cursed” o “Nine Lives” del genial disco Burn And Rise, aparecido por el 2010 y uno de mis preferidos. No  hay tregua sobre las tablas con un vibrante Valle y su infinito tupé rojo al contrabajo,  flanqueado por leds, o los inquietos Manny Anzaldo y Andy Kandil, a las seis cuerdas. Después de sonar “Revenge”, tocaron,  mas como homenaje que como venganza, “I Shot The sheriff” de Bob Marley & The Wailer y “Brand New Cadillac” de Vince Taylor, haciéndolas suyas en su infinita locura.  Para terminar como un auténtico cañonazo con “Commnication Breakdown”.

Con esto y una vez removidos los mismísimos asentamientos del averno la noche terminó para nosotros. Con la cabeza llena de pesadillas y de telarañas espesas dejamos la madrugada para otros seres, por hoy.