El pasado 23 de julio, y tras un exitoso paso por Badajoz la noche anterior, la gira de presentación del álbum Mayéutica de Robe -que ha recibido el nombre de Ahora es Cuándo- recaló en La Alcarria para ofrecer a los asistentes a la plaza de toros de Guadalajara, que había vendido la totalidad de las entradas de pista y algo más de las dos terceras partes de la grada, un concierto de casi tres horas de duración.
El concierto empezó con un significativo retraso consecuencia, en primer lugar de que las puertas se abrieran al público en torno a cuarenta minutos más tarde de lo previsto, y a lo torpe del proceso de entrada, puesto que tan sólo había dos accesos habilitados y todos los espectadores debían someterse a un registro superficial antes de entrar al recinto.
Recinto que presentaba dos importantes inconvenientes: las nubes de arena y polvo que se formaban en la pista en cuanto se juntasen seis personas (cosas de tocar en una plaza de toros) y la dificultad de transitar por la zona de grada, así como el reducido espacio de las localidades. Y es que si hay algún aspecto negativo a reseñar de este evento es, a mi parecer, el recinto elegido, que no estaba ni de lejos a la altura de un espectáculo de esta magnitud.
Robe
Instantes después de las once de la noche, los primeros compases de “Del tiempo perdido” del álbum Destrozares, canciones para el final de los tiempos (2016) anunciaban el principio del decimocuarto concierto de una gira que arrancó en Cáceres el 4 de junio. Durante este primer tema, así como durante “Por encima del bien y del mal” y “Querré lo prohibido” el público estaba aún con el semblante de quien contempla por primera vez una puesta de sol a la orilla del mar.
Durante “Un suspiro acompasado” y “Nana cruel” el ambiente se fue volviendo más distendido, aunque también es cierto que muchos de los asistentes aprovecharon estos momentos para ir a la barra o al lavabo… en conciertos tan largos siempre hay que sacrificar algún tema para estos menesteres, y parece que fueron estas dos piezas las elegidas mayoritariamente, aunque los recitales de Robe suelen incluir un descanso lo suficientemente largo como para dejar resueltos estos aspectos sin perderse nada.
Robe
Y entonces sonó “Sucede”, y tanto los que estaban en las barras como en los aseos, como en los pasillos mirando el móvil, corrieron a recuperar sus posiciones; pues, aunque Robe tiene ya entidad de sobra para montar un show con los tres álbumes de su trayectoria reciente; nada como un tema de Extremoduro para hacer bailar a su público; señal también inequívoca de que quien más quien menos, todos los presentes teníamos ya una edad y que, en palabras de Kutxi Romero, si hubiera habido un incendio, nadie hubiera muerto joven… Y ya que la gente se había venido arriba y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid ¿por qué no alargar este momento? Y entonces cayeron “Tango suicida” y “Dulce introducción al caos”, dos temas que, al ser publicados sus respectivos discos, tuvieron una aceptación muy dispar, pero que con el tiempo han terminado convenciendo (mucho) y desde luego, funcionan extraordinariamente bien en directo. La puntilla a este bloque la puso “Ininteligible”, tema más reciente de los presentados por la formación estrenado hace escasamente dos meses.
Tras un descanso de aproximadamente veinticinco minutos vino el turno de Mayéutica, que habría sido interpretada del tirón si no fuese porque terminando el tercer movimiento se produjo un instante de silencio, seguido de una patada de Robe al pie de micro y el abandono del escenario por parte de los músicos, visiblemente enfadados. Se había caído el sonido. Tras unos minutos de técnicos corriendo hacia un lado y a otro y de cierta incertidumbre a cerca de qué habría pasado y si continuaría o no el espectáculo, los músicos retomaron con paso tranquilo su puesto en el escenario y, aunque Robe en un primer momento parecía dispuesto a volver a empezar la sinfonía desde el principio, el concierto se reanudó aproximadamente por donde se había quedado.
En los últimos meses se ha hablado hasta el infinito de este último trabajo del de Plasencia y sus superlativos músicos; y poco hay que yo pueda aportar, pero sí quisiera señalar que mientras en disco se me hace largo y un tanto denso, en directo me resultó vibrante desde la primera a la última nota y tan absorbente que podría perfectamente haberse parado el tiempo o haberse venido abajo la plaza de toros y no me hubiera dado cuenta.
Robe
Y poco faltó para que, minutos después, el coso se viniera (figuradamente) abajo pues la guinda a este increíble pastel la pusieron “A fuego”, una versión electrizante de “La vereda de la puerta de atrás” y una muy visceral interpretación de “Ama, ama, ama y ensancha el alma”.
Minutos después de las dos de la mañana, los miles de fans que se habían dado cita en Guadalajara iban abandonando la plaza con una extraña sensación resultado de combinar la euforia de haber presenciado un concierto para el recuerdo y la resignación de aceptar que el evento había llegado a su fin.
No sé ustedes, pero quien les escribe ha comprado ya entradas para el concierto de Alcalá en septiembre ¿nos veremos allí?