Y con esto, llegamos al tres de tres, al cierre de la edición de este verano, que casi coincide con el fin del mes. Comenzando con un día igual de caluroso que los anteriores, el cielo nos vaticinaba que no habría descanso para nuestra melanina. Es por eso que, unido también al cansancio acumulado de los dos días anteriores, decidimos alargar nuestra pausa por los alrededores de la plaza mayor de Gijón, puesto que durante la mañana estuvimos asistiendo a los conciertos gratuitos que se celebraron allí, con Calivvla e Ilustres
Patilludos como anfitriones. Estos últimos nos gustaron especialmente, con un estilo más rockabilly, y con momento de banda minera a cargo de varios instrumentos para reivindicar la situación asturiana.
Ambiente
Debido a nuestras aventuras por el centro de Gijón, nos perdimos la apertura del cartel del sábado, y con ello, no vimos a Pirri y los suyos haciendo de su propia tierra su telón, porque Escuela de Odio eran los que iban a inaugurar las primeras notas hardcore del día.
Así pues, hicimos acto de presencia cuando una de las últimas bandas en incorporarse al cartel empezaba a calentar motores, y para nosotros, supuso una de las primeras polémicas del día. Y es que, en las camisetas de la organización, podía verse claramente que Skindred ya figuraba en esa parrilla, pero ni rastro de Frank Carter, así que la pregunta que nos surgió fue, ¿desde cuándo se sabía que el pelirrojo tatuado no iba a venir a Gijón? Porque no vimos ningún comunicado por parte de su promotor, simplemente, leímos unas breves líneas escritas por la gente del Tsunami.
Es una pregunta para la que no encontramos respuesta (aún), pero nos generó no poco descontento, ya que mi compañero David y yo estábamos encantados con la idea de reencontrarnos con el bueno de Frank.
Skindred
Fuera como fuese, pasando las 7 y media de la tarde estábamos ya en el escenario principal para darles la bienvenida a Skindred, galeses a quienes he perseguido no pocas veces por los carteles, y a quienes me he perdido en varias ocasiones, tanto en sala como en festival. Así que ya perdí la cuenta, si es la cuarta o la quinta, pero por fin a esta fue la buena.
Abriendo con un remix de la Marcha Imperial de Star Wars, nos quedaba claro que iban a hacer una buena muestra y repaso a todo su estilo, cargado de arreglos electrónicos y ritmos reggae, pero sin olvidar sus principales influencias metaleras y alternativas. Siguiendo la fiesta con “Under attack” y “Nobody”, dieron un mazazo a los asistentes con “Kill the power”, uno de sus temas más conocidos y que sirve de homónimo a su vez para uno de sus discos más aclamados y escuchados.
Despidiéndose con “Warning”, se nos quedaron sus sonidos bien marcados en la sesera durante un rato, clavados con sus ritmos tan característicos, mientras aún ondeaba la bandera británica totalmente negra y blanca con la que adornaron su estancia en el escenario principal.
Skindred
Rozando el atardecer, iba a hacer acto de presencia una de las bandas veteranas del día, y cuyo nombre nos recuerda a un componente del coche (embrague, si no sabéis lo que significa clutch). Los cuatro de Meryland tienen nada menos que once trabajos largos de los que extraer todo el material que quieran, y se esforzaron en demostrarnos su registro tan amplio, siendo técnicos y tranquilos, pasando por notas del rock más puro, hasta a guitarras que alcanzaban la psicodelia, pero eso sí, transmitiéndonos que ellos habían venido a hacer lo suyo y nada más, apenas sin interactuar con el público, lo cual desde luego no nos importó, viendo lo directos y lo precisos que fueron.
Neil tomaba de vez en cuando su guitarra, mezclándola con sus cuerdas vocales, y hasta llegamos a ser testigos de pinceladas de stoner, para nuestro regocijo. Terminaron con “Electric worry”, y con un audible “Vámonos vámonos” que se nos quedó coreado un buen rato.
Clutch
Los próximos en nuestra agenda venían desde las antípodas, y Airborne figuraban como uno de los grupos fuertes del sábado, para seguir la fiesta que habían iniciado Skindred (a Clutch los cuento como pausa y descanso, en el buen sentido). A las 11 y cuarto estaban desfilando estos cuatro melenudos por el escenario al ritmo de la intro de Terminator, y no pudieron ir más a saco con su configuración, pues ya desde el principio interpretaron “Ready to rock” y “Too much, too young, too fast” traídas desde sus inicios como banda. La acústica nos dejaba la impresión de ser un poco mejorable, con una voz de Joel que se entendía mejor o peor según el momento del tema, pero lo que cuidaron al máximo fue la puesta en escena, con saltos, lanzamiento de copazo de whisky hacia el público, y por supuesto, el headbanging de la cerveza, que no suele faltar en sus directos, y que Joel protagonizó por partida doble, una por cada extremo del escenario, para que nadie se quedase sin recibir su lluvia dorada (sin connotaciones raras).
Airborne
Tras una alarma antibúnker que nos hacía presentir que lo mejor estaba por llegar, nos alcanzó la onda expansiva de “Running wild”, su tema más representativo y con el que consiguieron llevarse el público a lo más bajo, puesto que casi todos acabamos agachados a petición suya. Y por extraño que parezca, hoy no hubo cover de “T.N.T.”, pese a ser ellos los más cercanos en estilo y en sonido a sus también vecinos AC/DC.
Fue una banda más que justificada como cabezas de cartel, a ellos se les permitió hacer más uso del escenario grande, y eso se acabó notando en todo lo que animaron y movieron al público, hora y cuarto bastaron para hacerse con el control del sábado.
Airborne
Y después de esto, sólo quedaba el punto y final. Anti Flag, con su punk y su hardcore de Pensilvania, querían decirnos varias verdades contenidas en sus letras, muy antibelicistas, antisistema, y en general, antitodo, como el propio nombre de la banda indica. Lo primero que percibieron nuestros oídos es que el sonido parecía estar enlatado, como cuando cambias la ecualización de los auriculares en tu casa, y las voces de Justin y de Chris quedaban muy alejadas de ser claras, pero al menos su set list estuvo compuesto por muchas de sus joyas, como “Die for the goberment”, “Liar”, y una más que bien coreada por el público “This is the end”.
Las altas horas de la madrugada y el cansancio generalizado fueron provocando que la gente se marchase antes de que terminasen, y quizás hubo muchos que se perdieron “American attraction” y “Punk by the book”, que sirvieron como cierre cuando el reloj ya pasaba de las 2 y media de la noche.
Anti Flag
Hasta aquí, la cobertura musical, pero me gustaría concluir esta crónica del festival con algunos apuntes personales a modo de reflexión, y también para dar visibilidad a todo lo que hemos visto que se puede mejorar, cambiar o evitar, con nuestros propios ojos. Y lo primero que tengo que decir es que se está convirtiendo en costumbre alargar innecesariamente los festivales, añadiendo más días de los que originalmente tenían en su concepción. Para un formato como el que cubre el espectro de grupos del Tsunami, hubiera estado bien dedicarse durante dos días a lo que plenamente puedas ofrecer, con los grupos más pedidos por el público; con lo que sí que estoy de acuerdo, es con la decisión de hacerlo en dos escenarios, de modo que apenas existía la posibilidad de solaparse unos grupos con otros.
Iba a ser una cuarta edición muy especial la del 2020, con un cabeza de cartel de la talla de Sum41, que llegarían con ganas de igualar lo que supusieron los grandes The Offspring en la tercera edición del Tsunami, allá por el 2019. Hablo en condicional porque hubo dos años de aplazamiento por medio, y eso provocó no pocos trastornos en la organización del cartel, empezando por esa misma caída del que iba a ser la cabeza del festival, sustituyéndolo por Ska P, como ya he comentado en la crónica del día anterior.
Entendemos que son muchos malabares y acrobacias con un cartel cambiante que evoluciona en función de las giras de los artistas que se quiere que formen parte de él, pero parece que a la productora, la misma que se ocupan del Resu, les persigue una maldición. Quedarse sin System of a Down, Avenged Sevenfold, Korn, y ahora lo que ha ocurrido en el otro festival, es un mazazo, pero luego ves que efectivamente Sum 41 viene de gira a Madrid y Bilbao en septiembre y piensas, ¿qué está pasando aquí, qué es lo que desconocemos de la realidad?
Ambiente
Es por esto, y por más, que llegamos a un final de julio en la guapa ciudad de Gijón que no tuvo todo el encanto que nos prometía aquel cartel dos veranos anterior. Unido a algunos cambios de última hora, ocurridos prácticamente en la misma semana de la celebración, como un recinto a peor, en el que el bello entorno de la Laboral, con sus soportales y torres, dio paso a un parking en medio del parque de los Hermanos Castro, apenas sin sombras y sin nada de césped sobre el que poder sentarse o tumbarse. Y nuestra sorpresa para mi compañero David y yo, cuando llegamos al recinto, y vimos que no había ningún tipo de espacio reservado para la prensa, por lo que estábamos obligados a cargar con nuestro equipo a cuestas en todo momento, sin posibilidad siquiera de unos enchufes en donde cargar las baterías.
Esperamos que en la quinta edición, la que corresponda al 2023, haya sido observada con el prisma de todo lo que se ha podido mejorar en este año, para no repetir errores, y que todo lo que se pueda decir del festival sea positivo, porque eso es lo que nos tiene que quedar, una sonrisa en la cara que nos dure todo el tiempo que tardemos en volver a estar delante de un escenario con toda esa gente que queremos ver y escuchar.