El pasado 20 de agosto, la gira del vigésimo quinto aniversario de Kaos Etíliko hizo escala en Almazán (Soria). El lugar elegido no podía ser otro que el bar Maneras de Vivir, que con el tiempo se ha ido convirtiendo en un templo del rock y un lugar de obligatorio paso para las bandas que atraviesan Castilla. Para este concierto contaron con unos invitados de excepción, los madrileños Debruces; con la particularidad de que en esta ocasión, por motivos de agenda, abrió el grupo principal y cerraron los teloneros.
Poco antes de las 20:30, la reconstituida banda de punk rock que iniciara su andadura en Agurain en 1997 y de cuya formación original sólo queda Zigor, su vocalista, tomaba el escenario de una sala que había vendido cerca de noventa entradas, suponiendo aproximadamente las tres cuartas partes del aforo.
“Vuelo”, primer corte de su nuevo álbum Revuelta, fue el tema elegido para abrir un concierto en cuyos primeros compases el público se mostró un tanto frío -muy posiblemente por tratarse de un evento de tarde y con luz natural entrando por la ventana- pero que tras “Guerra” y “Quise verte” se puso rápidamente al nivel de unos músicos entregados y dispuestos a defender su repertorio con uñas y dientes; repertorio que combina su último trabajo (del que, personalmente eché en falta “Días extraños”, cuya versión de estudio cuenta con la colaboración de Sumé, de La Polla Records) con los temas más representativos de sus dos primeros álbumes; dejando de manifiesto que, aunque hay significativas diferencias técnicas y de ejecución, se conserva el espíritu irreverente y combativo propio de los inicios de la banda; cuyas letras tratan temáticas atemporales con las que prácticamente todos podríamos sentirnos identificados , como en “Pacto con el diablo” que anima encarecidamente a vivir intensamente, al margen de las consecuencias; o “Acoso”, tema con cierto tinte autobiográfico, pues la propia pareja de Zigor lo ha estado padeciendo.
Kaos Etíliko
Todo ello soportado en una batería que marca infatigable un ritmo acelerado que termina por desatar la euforia en los que se encuentren cerca de su alcance, un bajo que controla firmemente la dirección del timón y unas guitarras que construyen unas melodías sin grandes florituras pero tremendamente pegadizas y ante las que resulta imposible permanecer impasible; evidenciando que, por bien que suenen sus discos, se trata de una banda de directo. Y digo esto porque gran parte del magnetismo de la formación radica en su puesta en escena, sencilla pero efectiva y, sobre todo, auténtica. Puesta en escena que hace imposible percibir el paso del tiempo pues no deja apenas un instante ni para respirar ni para pensar en lo que está sucediendo.
Si tuviera que señalar un momento álgido del concierto, tendría el corazón dividido entre “Hoy es mi día” y “Su falso mundo” pues fueron dos temas consecutivos que bien podrían haber sido uno y que los cantaron hasta los camareros; para a continuación poner fin con “Imposible”, “Ansiedad” y “Hablar por hablar” (tema que también cierra el primer álbum).
En definitiva, se trató de hora y media de espectáculo de una banda que ha vuelto para quedarse y que, sin entrar en detalles, nos aseguraron fuera del escenario que tienen preparadas sorpresas para los próximos meses. Sorpresas que esperamos con ansia. Mientras tanto podéis estar al corriente de las novedades de su gira tanto en la web de Insonoro como en las redes del grupo.
Kaos Etíliko
A continuación, turno para Debruces. Los de Hortaleza se encuentran ahora mismo girando con un setlist ligeramente más corto al que nos tienen acostumbrados, pero conservando toda la intensidad que les caracteriza, que incluso se ve aumentada debido al carácter que imprime el nuevo baterista de la formación, que se incorporase allá por el mes de abril.
Como venía siendo habitual, iniciaron su concierto llamando a la resistencia activa y a la oposición violenta al sistema -antes con “Fuerza en la calle” y ahora con “Black bloc”- sintetizando en menos de tres minutos toda una declaración de intenciones y seguida de una reivindicación de justicia y reparación para las víctimas del franquismo, expresada a través de “En la cuneta”.
Debruces
En aproximadamente una hora, Oskar, Txuski, Lobo, Barrabás y Carlos repasaron ante su público una cuidada selección de sus tres últimos álbumes, incluyendo “Duele” (tema con más reproducciones de la historia de la formación) “Cabeza abajo” (del cual se hizo un video colaborativo durante el confinamiento) “Hijos de puta” (que fue cariñosamente dedicada a Vox y sus simpatizantes) o “Castillos de Arena”, que fuera regrabado con la colaboración de Fernando Madina para el álbum Poca Broma (Gaser Discos, 2020). Todo esto sin olvidar piezas ya clásicas de la banda como “Somos un@” que contó con la colaboración de Rakel Madrid y “Arañazos”, destrozada por quien os escribe; para cerrar, como ya es tradición, con “Mala hierba”, seña de identidad del grupo.
Cabe destacar que durante la actuación surgieron varias complicaciones de carácter técnico que, aunque fueron ágilmente solventadas, afectaron perceptiblemente al desarrollo de un show que, sin ser su mejor actuación, engrosó la lista de seguidores de los madrileños y puso de manifiesto lo bien casado que estaba un cartel que demostró funcionar a la perfección y que esperamos ver repetido próximamente.