Pasados unos minutos de la hora prevista, daba comienzo el primero de los conciertos que el cantautor catalán protagonizaría en la ciudad hispalense en la denominada Gira de despedida, saliendo al escenario tras unos segundos en los que los músicos ya entonaban los coros del primer tema de la noche: “Dale que dale”. El tema perteneciente a su álbum “Hijo de la luz y de la sombra”, inspirado en los versos del poeta del pueblo, Miguel Hernández, fue el inicio de un repertorio con el que deleitó al público allí presente, gracias a un recorrido por su larga trayectoria musical en el que no faltaron sus grandes éxitos.

Tras el primer tema, Serrat, nos dejaba claro que había venido a debutar a la catedral de la tauromaquia para despedirse personalmente como corresponde, llegando incluso a bromear con que aquel pudiera ser su último concierto o incluso su última noche y que todos los allí presentes podríamos entonces presumir y decir: “yo lo vi caer”.  La sensación de volver a verlo sobre el escenario y tras cantar su primer tema comprobar que su personalidad y sentido del humor siguen inalterables, fue muy emotiva y, durante un tiempo, me costó recordar cuando fue la última vez que tuve la suerte de verlo sobre el escenario: fue en 2010, tras la publicación del álbum mencionado anteriormente y a escasos metros de la ubicación del concierto del pasado miércoles, en aquella ocasión en el Teatro de la Maestranza.

Las emociones empezaban a agolparse con la interpretación de “Mi niñez” y de “El carrusel del Furo”, pertenecientes respectivamente a “Mi niñez” publicado en 1970 y a “Para piel de manzana” de 1975. Tras la interpretación de ambas, nos explicaba con cierta ternura la figura de su abuelo, al que conocían con el apodo del Furo, para después pasar a una interpretación mucho más íntima de “El romance de Curro el Palmo” de su álbum “Serrat en directo”, sentándose para ello junto a una mesa baja. El concierto de Joan Manuel continuaría con “Señora” del mencionado con anterioridad “Mi niñez” y tras su interpretación nos hablaría de la importancia y la inmortalidad de los personajes de ficción, haciendo un claro guiño a ese peso de la literatura en nuestro carrusel diario de emociones.

Con los sones de “Lucía” de “Mediterráneo” sentimos más de cerca a Serrat, pues la interpretación de esta se caracterizó por tener menos acompañamiento musical, algo que para muchos de sus fans resulta muy positivo.

Tocaba presentar a sus músicos y lo haría mientras interpretaba su mítica “No hago otra cosa que pensar en ti”, para continuar el concierto con “Algo personal”, mientras que él mismo tocaba unos acordes en su guitarra.

Nuestra sonrisa terminó de dibujarse cuando Joan Manuel comenzaba a hablar de Miguel Hernández y, como no podría ser de otra manera, fue una sonrisa a la vez amarga, como todo lo que rodea a los poetas que amaron la libertad en tiempos en los que no existió. Gracias a la música de Alberto Cortez “Las nanas de la cebolla” es de esas canciones imprescindibles en un setlist del cantautor, así como lo es “Para la libertad”, también perteneciente a su álbum “Miguel Hernández”.  Con la preciosa “Cançó de Bressol” comenzaba la presencia del catalán en la Real Maestranza de Sevilla y el concierto volvía a coger más ritmo, interpretando “Hoy por ti, mañana por mí” (de nuevo en castellano) y “Es caprichoso el azar” para la que contó con la dulce interpretación vocal de su violinista Úrsula Amargós.

Entrando ya en la recta final del concierto, resultó muy simpática la proyección en la pantalla de la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci que se iba transformando de forma polifacética al son de “Hoy puede ser un gran día”, para a continuación adentrarnos de nuevo en el paraíso literario, esta vez de la mano de un paisano, Antonio Machado, con la magnífica interpretación de sus temas “La Saeta” y “Cantares” de su disco dedicado al poeta sevillano, coreadas por un público entregado, que se ponía de pie para aplaudir ambas canciones. Llegaría el turno de la inigualable y emotiva “Pare”, canción en catalán que sonó de forma excepcional, diríamos que la mejor de todo el repertorio.

Justo ante de los bises sonaron “Penélope”, “Aquellas pequeñas cosas” y “Mediterráneo”, canciones que, de nuevo, nos dejaron disfrutar del Serrat más auténtico y mítico y que nos indicaban que, lamentablemente, estaba llegando el final de nuestro, a priori, último concierto del Nano.

Ya en los bises y con el temor a la despedida del público, Serrat volvió a demostrar que no ha perdido y que no perderá jamás el sentido del humor cuando bromeaba sobre su final (una vez más) para pasar a interpretar “Sinceramente tuyo” y “Fiesta”. No faltarían palabras emotivas de despedida por su parte: “Les quiero mucho y ha sido un placer compartir sueños y haberles conocido”. El broche de oro lo pondría con delicadeza y sencillez con “Pueblo Blanco” de su álbum “Mediterráneo”.

Así fue el broche de oro en la despedida de una de las voces de mi infancia, de la banda sonora de la generación de mis padres, retrato perfecto de mi pasado de niña y de mi presente como profesora de literatura y amante de la libertad. Gracias Joan Manuel, pero no nos despedimos, no, tu música nos seguirá acompañando para ver “la senda que nunca se ha de volver a pisar”.