Dentro de la vorágine de fiestas patronales en distintos municipios de la Comunidad de Madrid durante el mes de septiembre, Ciempozuelos ha venido consolidándose como parada obligatoria. Y más aún si el cartel de las mismas lo componen artistas del nivel de No Konforme y El Drogas. Así que el pasado día 10 de septiembre pusimos rumbo a este pequeño municipio del sur de Madrid para disfrutar de una noche con un extraño contraste entre el rock más subversivo y las tradiciones más arraigadas. Y prueba de ello es que la banda de punk rock de Vallecas inició su espectáculo en un momento en el que los primeros baquetazos de Hugo Laborda se confundían con los últimos pasos de la procesión; como si estuvieran esperando a que ambos eventos no se solapasen para evitar una escena como la del final de “El mundo es nuestro”.
El concierto, cuya producción corría a cargo de M&G Eventos junto a Eventos De La Calle y con 700 monos como responsable de la gestión de artistas y logística, se celebró en una Plaza de la Constitución en la que la policía local había dispuesto un estricto control de acceso para evitar la entrada con objetos peligrosos y, controlar a su vez el aforo, se inició con un ligerísimo retraso a ritmo de “La llama sigue viva”, tema que abre también su último LP titulado De cada idea, un huracán, grabado durante 2021 y producido por Tony López.
No Konforme
Resulta importante reseñar la gran potencia de la puesta en escena que caracteriza a esta formación y que hace de sus conciertos una experiencia mucho más intensa de la que pueda resultar de la escucha de sus discos (dicho esto sin ninguna intención de desmerecerlos, sino de subrayar que se trata de una banda de directo).
El espectáculo continuó con “Facha-Das” y “Jake al rey”, tema en el que se hicieron presentes los metales que caracterizan un buen número de las composiciones de la banda mostrando un estilo a caballo entre el punk y el ska en el que pueden llegar a percibirse influencias de formaciones como Boikot o Banda Bassotti, pero siempre siendo fiel a su propia identidad; de la misma manera que su canción “RRV” rinde un sentido homenaje a esos grupos del llamado rock radical vasco como puedan ser Kortatu, RIP, Barricada, Cicatriz o Eskorbuto.
“Luna de Lavapiés” nos devuelve al Madrid contemporáneo, donde la falta de expectativas y la incertidumbre ante el futuro se ha convertido en un denominador común entre la juventud de los barrios obreros; pero ante la cual invitan a combatir con optimismo y firmeza en canciones como “La cuenta atrás” o “Semillas de Revolución” (que fue grabada con la colaboración de El Drogas).
No Konforme
La intro del clásico de Lluis Llach “L´estaca” abría un bloque en el que la banda repasó su álbum de 2014 “Los Que Van a Morir Te La Sudan” interpretando piezas como “Platos Rotos”, “Manifestación” o “Susana Dekadenzia” que hicieron las delicias de sus incondicionales y que hicieron bailar hasta a los técnicos de sonido; puesto que el ambiente festivo que reinaba en aquel momento era altamente contagioso y resultaba imposible permanecer ajeno al show.
“Viento de La Habana” (grabado con Boikot) sirvió a la vez para homenajear a los héroes de la revolución cubana como para iniciar el bloque de despedida, que continuaría con “Cenizas del Capitalismo” y “Bala Perdida” para, finalmente, cerrar el concierto con el ya clásico “Vallekas”.
En resumen, un recorrido de hora y media por lo mejorcito de la trayectoria del grupo coronado por unos aplausos que parecían no tener fin dejando de manifiesto la buena acogida que había tenido el concierto, visible también por el gran número de personas que se agolparon junto a la entrada del backstage para saludar a los músicos -gracias infinitas, por cierto, por el disco, la camiseta, las púas y las pegatinas con las que obsequiaron a los fotógrafos -.
No Konforme
En torno a la 1:00 llegó el turno de El Drogas. El de La Txantrea salió al escenario de una plaza en la que literalmente ya no cabía nadie, acompañado por Txus Maraví a la guitarra, Flako al bajo y Brigi Duke a la batería dispuesto a dejar exhausto a un público que no iba a rendirse fácilmente.
“En la silla eléctrica” fue el tema elegido para disputar el primero de los veinticuatro asaltos en los que se dividiría la contienda, poniendo a todo el mundo a cantar, botar y bailar desde el inicio, sin calentar y sin miramientos. Pero es que los temas que siguieron no hicieron sino elevar el nivel de exigencia, destacando “Esperando en un billar” (canción de Barricada que Espinete reprodujese en un casette en un episodio de Barrio Sésamo hace ya varias décadas), “Barrio conflictivo” y “Víctima” por su especial intensidad. Pero, por supuesto, no todo iba a ser Barricada y no todo iba a ser juerga y rebeldía, intercalando la nostalgia de “En punto muerto” y reservando un momento muy especial para “Cordones de mimbre” (ambos extraídos de Demasiado tonto en la corteza, de 2013) que trata de un forma muy íntima y personal los estragos del Alzheimer, como ya hiciera Aurora Beltrán en “Silencio”.
Tras recordar las muertes de Izura, Aizpuru, Delas e Isart a manos de la policía española en 1984 en el controvertido tema “Bahía de Pasaia”, que fuera objeto de censura en su momento; sonaron “A toda velocidad”, “Campo amargo”, “Cuidado con el perro” y “Debajo de aquel árbol” (éste último perteneciente al primer trabajo de larga duración de la etapa más reciente de El Drogas).
El Drogas
Momento entonces para el emotivo homenaje, que se ha ido convirtiendo en tradición, al fallecido Manolo Tena a través de una muy cuidada versión de “Frío” de Alarma, seguido de “Problemas” y “Animal caliente” que fue cantada casi en su totalidad por un público que desde los primeros compases del espectáculo formaba una perfecta simbiosis con los artistas.
En condiciones normales ya hubiera sido hora de empezar a pensar en marcharse, pero los conciertos del señor Villarreal distan mucho de poder catalogarse como normales; no es alguien a quien le guste guardar para otro día y es de los que dejan el alma en cada concierto; así que inició un último bloque compuesto por la divertida canción que le dedicó a Cospedal “Peineta y mantilla”, “La hora del carnaval” -feroz crítica de las políticas colonialistas-, “Todos mirando” -en la que con el paso de los años ha terminado sustituyendo <<treinta y cinco es su edad>> por <<fue su edad>> “Oveja negra”, de la que poco hay que pueda decirse que no se haya dicho antes, y el himno de 1986 “No hay tregua” que llama a la resistencia activa por los medios que sean necesarios y que muchos interpretaron en su momento como apología del terrorismo, aunque en ningún momento se haga una referencia expresa al mismo.
El Drogas
Y, como todo lo que tiene un principio ha de tener un final, Enrique, Txus, Flako y Brigi dijeron adiós a Ciempozuelos con “Azulejo frío” de Txarrena, canción que sabe a despedida, pero también a reencuentro, y que El Drogas aprovecha para presentar formalmente a la banda; y, como no, con “En blanco y negro”, posiblemente la canción más popular de la discografía de Barricada y que describe perfectamente una forma de vivir. Nuestra forma de vivir.
Conciertos como este ponen de manifiesto la atemporalidad de una música que sigue levantando y emocionando tanto a los que fueron testigos de su nacimiento como a las generaciones posteriores y, desde luego, resulta muy esperanzador contemplar a niños y adolescentes disfrutando y cantando las mismas canciones que otros disfrutábamos y cantábamos hace veinticinco años. Puede que, después de todo, aún haya esperanza.