Mis recuerdos de Ilegales se remontan a mi infancia y ver la ciudad de Torrelavega empapelada de carteles de la citada formación, supongo que, para algún concierto, y creo que sería más o menos sobre la primera mitad de la década de los 80; después ya los vería por televisión y los escucharía por radio con más asiduidad.

Poco después entré en contacto con unos chicos de mi barrio que eran asturianos y los Ilegales fueron parte de la banda sonora de nuestras juergas, hasta el punto de que los tres primeros discos de dicha formación fueron de los que escuchaba a todas horas durante buena parte de la primavera del año 1991.

Lógicamente, después fui siguiendo la trayectoria de la banda y los he llegado a ver varias veces desde aquella primera, en la discoteca Saja de Torrelavega en los años 90, hasta la última, hace exactamente 3 años y en el mismo lugar donde iba a tener lugar este evento, el Escenario Santander.

Esta legendaria banda asturiana, con más de 40 años de trayectoria, compuesta en la actualidad por el incombustible Jorge Martínez a la voz y la guitarra solista, Willy Vijande al bajo, Jaime Beláustegui a la batería y coros y el último en llegar, Tony Tamargo al teclado, guitarra rítmica y coros, tienen ya una dilata carrera discográfica, siendo su último trabajo ese “La lucha por la vida” que publicaron a principios de este 2022.

Por tanto, tenía esta fecha apuntada en rojo en mi calendario desde que me enteré de dicho concierto, pese a que había otras muy buenas propuestas por la tierruca, y, por segundo sábado consecutivo, me dejé caer por el Escenario Santander, con una impresionante presencia de gente que, si no llenó dicho recinto, poco le falto.

Con la habitual y siempre agradecida puntualidad con que dicho local programa sus actuaciones, salía al escenario el cuarteto, con unos sonidos de fondo, siendo el último en salir Jorge, que comenzó a arengar a la concurrencia, iniciando su velada como lo hace su actual disco, es decir con “Tantas veces me he jugado el corazón que lo he perdido”, demostrando ya su gran clase y metiéndose a la gente en el bolsillo.

Se presentaron y recordaron los orígenes del grupo y el poco recorrido que le daban al mismo y aquí siguen, cuatro décadas después, y es que lo peligroso es ser manso, como decían en “Si no luchas te matas”, de su anterior larga duración “Rebelión” del 2018, muy pegadiza y de las que más han calado de esta nueva etapa que arrancaron en el 2015, para pasar a uno de sus temas más emblemáticos y que me trajo un montón de recuerdos como es “Ella saltó por la ventana”, de su tercer disco “Todos están muertos” de 1985, muy celebrado y con ese sonido de guitarra tan característico.

Recordaron aquel “La vida es fuego” del 2015, que supuso la vuelta discográfica de la banda tras unos cuantos años con el proyecto aparcado, con el tema “Voy al bar”, otro corte que realmente ha cuajado muy bien y que nos demuestra que siguen sabiendo crear buenos himnos, como lo es ese “Chicos pálidos para la máquina” que daba nombre a su cuarto plástico de 1988, con mucha fuerza y con Tony Tamargo tocando los teclados por vez primera, algo que alternaría con la guitarra durante toda la noche.

Turno ahora para “Te prefiero lejos”, que da nombre a un Ep que se publicó en el 2020 y tema que también está registrado en este nuevo trabajo, demostrándonos, una vez más, ese estilo innato a la formación, para, tras tomarse un breve respiro, pasar a ese “Agotados de esperar el fin”, que daba nombre a su segundo disco de 1984 y que, como era de esperar, fue muy celebrado y es que es un verdadero himno, en el que Jorge se asomó a las primeras filas para recoger el calor de la gente.

Momento de recordar su cuarto trabajo de 1988 con ese “Ángel exterminador”, también regrabado para su nueva obra, con una temática tan desgraciadamente de actualidad y que habla de esa afición de los humanos de matarnos unos a otros, con una buena presencia de los teclados en este corte tan conocido, para regresar a la máxima actualidad de la banda con “Divino imbécil”, el que fue primer single de su actual disco, con ese inicio tan pegadizo dentro de una pieza muy movida.

Llegaba ahora otra de esas canciones que fue regrabadas para este nuevo álbum, aunque ya estaba registrada en su obra del 2018, como es “El bosque fragante y sombrío”, una bella pieza, en donde recuperan ese sonido añejo tan oscuro, con un ritmo machacón hacia la parte final, para continuar en su presente lanzamiento con “Nunca lo repitas en voz alta”, un tema más relajado y con esos efectos tan siniestros de la voz de Jorge en una parte del mismo.

Pasamos a una reflexión sobre el alcoholismo, que Jorge confesó haber practicado con ímpetu, siendo el turno de “Mi copa y yo”, otra de su disco de hace 4 años pero que han recuperado para su obra actual y que tiene ese ritmo constante que se te queda grabado, para continuar con “Juventud, egolatría”, también de su nuevo trabajo, aunque ya lo habían subido a las redes hace casi dos años, el cual denominaron como un atrevido electro-punk, con una potente batería y un brillante solo de guitarra a cargo de Jorge.

Era el momento de dar un breve repaso por ese “Todos están muertos” de 1985, que me parece un discazo, y en donde estaban temas como “Eres una puta”, que fue muy cantado y celebrado por todos los presentes, para pasar a uno de mis momentos favoritos que es cuando suena “El norte está lleno de frío”, una verdadera maravilla, de lo más cañero de la banda y que siempre está ligado a “Enamorados de Varsovia”, con esos míticos teclados iniciales, dejándonos una interpretación magistral.

Tras un breve respiro, retornaron brevemente a su presente disco con “Regreso del vacío”, muy animado y con un ritmo variable, dándole un aire más actual a su sonido, para volver a los primeros trabajos, concretamente a su segunda referencia, con el mítico “Destruye”, tocado de manera progresiva hasta acelerarse y dejarnos una pieza realmente muy celebrada por una concurrencia que estaba disfrutando mucho.

Y sin dejar ese segundo disco, llegaba el turno de uno de los temas más emblemáticos del grupo como es “Soy un macarra”, que provocó la locura entre los asistentes, algo que se prolongaría con otro clásico como es “Bestia, bestia”, de su obra de 1985, y que fue muy cantado, transportándome de nuevo a esa época en la que estas canciones eran parte de la banda sonora de mi vida.

De vuelta a temas más cercanos en el tiempo, llegaba la ocasión de escuchar otro tema de nueva hornada, concretamente de su disco del 2018 y que ha calado muy bien entre sus seguidores, llamado “Mi amigo Omar”, para pasar a avisarnos que iban acercándose al final y reconocer que estaban haciendo muchas canciones porque había venido a tocar, no a hacer la pelota a la localidad de turno, dedicando a un pesado que estaba en primera fila molestando a muchos de los presentes e insultando a Jorge “Todo lo que digáis que somos”, de su tercer trabajo y que fue muy cantado por la concurrencia.

Y sin dejar su obra del hace 37 años era el momento de recordar que el silencio no existe, por eso “Hacer mucho ruido” es muy divertido, muy celebrado y que fue seguido por su compañero de plástico “¡Que mal huelen los muertos!”, también muy disfrutado por una concurrencia que se estaba entregando a tope.

Desde el escenario nos confesaron que les vendrían bien unas anfetaminas, siendo el turno de “Dextroanfetamina”, de su obra “Regreso al sexo químicamente puro” de 1992 y que fue el único guiño que hicieron a sus discos noventeros, y eso que había bueno temas en ellos, una verdadera locura y con el que se fueron, despidiéndose de todos nosotros.

Sin embargo, no se hicieron mucho de rogar y era el momento de recordar que hace 40 años publicaron su primer disco, su homónimo “Ilegales”, del que repasarían algunos temas hasta el final de su concierto, comenzando con “La casa del misterio”, con ese sonido misterioso y relajado y que le hacen ser un corte muy especial, para continuar, sin pausa alguna, con “Yo soy quien espía los juegos de los niños”, con un impresionante comienzo guitarrero y con la gente arengando y disfrutando de la celebrada frase sobre Eurovisión.

La batería fue la encargada de unir la anterior con “Hombre solitario”, ese tema tan pegadizo y que fue tan aclamado, convirtiendo aquello en una verdadera fiesta, si no lo era ya, para continuar con un corte que, aunque no aparecía en ese disco, sino que lo haría en un maxi single un año después, pertenecía a los orígenes de la banda, como es “Europa ha muerto”, también muy cantado por la gente.

Una estruendosa ovación se oyó cuando se comenzaron a oír los primeros acordes de “Tiempos nuevos, tiempos salvajes”, el corte que daba nombre a su disco debut y que es un verdadero temazo, siendo muy aclamado, para pasar a anunciarnos que esto no se acababa todavía ya que llegaba el momento de ponernos a bailar y cantar el por todos conocidos “¡Hola mamoncete!”, convirtiendo aquello en una olla a presión.

No había tiempo que perder y llegaba la hora de degustar los “Caramelos podridos”, otro clásico, que fue muy celebrado y cantado por todos, para, sin casi parar, continuar con “Problema sexual”, con la concurrencia enloqueciendo y con la banda despidiéndose, no sin antes presentar a los integrantes del grupo.

Con la “Canción obscena” de la propia banda, recogida en aquel “Todo está permitido” de 1990, se despedía la formación asturiana, saludándonos a todos y con Jorge dándose un baño de masas, después de haber estado hora y tres cuartos sobre las tablas y haber dado un concierto impresionante, que, pese a su duración, se me hizo muy corto, mostrándose en un estado de forma genial y llenando este recinto de un público que disfrutó.

Sin duda alguna son perros viejos y saben lo que se traen entre manos, gracias a su gran cantidad de temas míticos, pero, a la vez, siguen creando nuevos himnos que están a la altura de los de décadas pasadas y, sobre todo, saben defender, tanto los unos como los otros, con absoluta maestría sobre las tablas, con un Jorge Martínez que está como una moto, perfectamente arropado por sus compañeros, que son unos fantásticos músicos.

Por supuesto, os aconsejo ir a verlos en directo porque son de lo mejorcito qué vais a ver en directo y es que, para mí, este fue el mejor concierto que le he visto a la banda y les he visto ya unas cuantas.

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Después de despedirme de algunos de los presentes y de adquirir algo del puesto de merchán, me fui a continuar la noche, recordando lo bien que lo había pasado con esta banda tan mítica, que nos hizo viajar a otras décadas, pero demostrando que no viven de rentas y todo ello en un lugar tan especial como es el Escenario Santander.