Segundo día consecutivo en Vistalegre, y esta vez, con cero incidentes, ningún problema que nos afectase a mi compañero David o a mí de cara a los accesos al recinto con nuestro material necesario para hacer el trabajo. Aunque por cuestiones de transporte, y que no estamos acostumbrados al tráfico de Madrid, nos perdimos la apertura del recinto a cargo de Unto Others, una banda americana centrada en el heavy y en el rock gótico que nos hubiera gustado ver.
Sin ningún tipo de contratiempo que nos entretuviese en las taquillas, David se fue a hacer lo suyo al foso mientras Carcass comenzaban puntuales a las 18:55, tal y como estaba programado en el cartel. Haciendo gala de su estilo death metal melódico, engalanaron su porción del escenario con sábanas y pantallas que hacían que aquello pareciese la sala de un hospital, repleta de instrumental quirúrgico e imágenes con bastantes partes de casquería y enfermedades. Con un estilo más pausado, sin mayor escenografía que la que transmitían los monitores, y un público también tranquilo, salieron a demostrar sus muchos años de trayectoria desde que nacieron como banda en Liverpool. Apenas intervinieron ni rompieron el ritmo en el que se embarcaron, pues no hubo descansos para dejarnos, sin prisa pero sin pausa, como unas cuantas muestras de algunas de sus épocas, como “The Scythe’s Remorseless Swing”, “Buried Alive”, “This Mortal Coil” o la que sirvió de cierre a su directo de 45 minutos, “Heartwork”.
Carcass
Llegó el primer interludio desde que atravesamos las puertas de entrada, y nos dimos cuenta de que en este segundo concierto del día (el primero para nosotros), aún no había mucha gente, el recinto se encontraba a menos de la mitad de su capacidad, y pensamos que quizás pudo ser por la temprana hora, o porque el resto del público estuviese aún en la calle, disfrutando de unos precios bastante más populares que los de las barras del interior.
Aproximadamente media hora después del silencio que inundó la sala, iban a comenzar los siguientes, anunciando su salida mediante un juego de luces y sombras como proyecciones sobre una lona que cubría todo el escenario.
Behemoth
Behemoth retumbaban bien fuerte desde el minuto uno, con su oscurecido y sombrío death metal polaco, que sólo era iluminado por los focos de la sala y por los frecuentes cañones de fuego que nos acompañarían hasta el final de su directo. Quedaba bien claro que iban a cuidar su elaborada puesta en escena como si fuera una representación teatral, totalmente metidos en el papel, y vaya que si lo hicieron, con Nergal como maestro de ceremonias absoluto, que no perdía protagonismo entre sus cuerdas vocales y las del propio instrumento que portaba en las manos.
Un doble bombo a la batería sirvió para redondear una acústica mejor de la que hicieron gala Carcass, y entre los temas que estos góticos polacos nos obsequiaron, brillaron “I am nothing, I am no one”, “Daimonos”, “Ov Fire and the Void” en la primera mitad de su espectáculo, mientras que para la recta final, en la que el fuego y el humo perdieron algo de protagonismo, dejaron “No sympathy for fools”, “Bartzabel”, o una deslumbrante “Off to war”, que nos cegó por la presencia de dos bengalas, una azul y otra amarilla, que la acompañaron en referencia a Ucrania. Fue un buen punto y final para el que posiblemente fue el concierto mejor ejecutado y técnicamente limpio de la noche, que durante una hora larga, nos hizo vibrar como si de un ritual pagano se tratara.
Behemoth
Segundo descanso de la ya caída noche, y se acercaba el final de la velada, con la razón de ser de esta congregación, pues desde que fue anunciada la gira de Arch Enemy, mucha gente estaba deseosa de verles en formato de sala, pues ya habían acudido en algunas ocasiones al Resu matriz, al festival como tal. Con una enorme lona que enarbolaba un glorioso y grandioso texto de Pure Fucking Metal, el grupo de Alissa daba su comienzo a las 21:50, momento en el que el gran texto daba paso a toda la formación sueca.
Lo primero que nos sorprendió y que saltaba directamente a la vista es que había menos público de lo esperado, sobre todo teniendo en cuenta la enorme afluencia que tuvo ayer la cita que acogió el Palacio de Vistalegre. Sin darnos demasiado tiempo para divagaciones y pensamientos, aquello empezó a sonar muy fuerte, y nos dejamos inundar por un potentísimo death metal melódico que nació de la mano de “Deceiver deceiver”, del que iban a llegar, sin soltarnos de su abrazo melódico, temazos imprescindibles como “War eternal”, y un “Ravenous” que hizo saltar a muchos de los presentes, como estandarte de la banda que es. Guturales que se intercalaban con su voz suave, más unos cuantos headbanging que lo teñían todo del azul de su melena, fuimos avanzando en el espectáculo apenas sin que nos diéramos cuenta, pues lo estábamos disfrutando enormemente.
Arch Enemy
Al ser la cuarta agrupación del día, algo me decía que los relojes no iban a ser muy generosos con su tiempo en las tablas, y calculando que tocarían algo más de una hora, era de esperar que no se dejasen fuera algunos de sus temas más representativos, sin necesidad de condensarlos o apretarlos excesivamente. “In The Eye of The Storm”, “House of Mirrors”, “My Apocalypse” y “The Watcher” fueron conformando un repaso a parte de su discografía, mientras nos zarandeaban hacia el final, mecidos por unos ecos guturales y unas cuerdas vocales melodiosas por igual, para calmarnos, pero al mismo tiempo, elevarnos. Y ya para el tramo final, nos entregaron “The Eagle Flies Alone”, “Sunset Over The Empire”, “As The Pages Burn”, y “Nemesis” como final, acompañada de unos acordes instrumentales mientras la banda efectuaba sus últimos saludos y despedidas hacia nosotros.
Para el recuerdo se quedan unas guitarras acojonantemente buenas, iluminadas por fuego en el compás de varios temas, que a su vez brillaron por el dinamismo que adoptaron con la configuración de los focos y de las luces, tomando varias tonalidades e intensidades según se hacía necesario, dejándonos un repleto arcoíris conjunto tras todo su set list. Tampoco faltó un buen uso de los cañones de humo, y la acústica, sin ser espectacular, fue muy buena, y hubiéramos disfrutado todavía más si la voz de Alissa hubiera sonado más nítida y clara. A las 23 en punto de la noche, dábamos por degustada esta velada metalera, con un regusto a heavy que tardó unas cuantas horas en desaparecer de nuestros tímpanos.