“Y verás sin duda el resurgir poderoso del guerrero sin miedo a leyes ni a nostalgias
Y lo verás caer una y mil veces y levantarse de nuevo con la pura bandera de su raza.”

Con estos versos de Manolillo Chinato incluidos en la grabación original de “Abrazado a la tristeza” -cuarto corte del álbum Poesía Básica- daba comienzo el último de los conciertos de la gira Ahora es Cuando que el cantante, guitarrista y compositor Roberto Iniesta (Plasencia, 1962) inició el 4 de junio en el recinto hípico de Cáceres y que ha constado nada menos de cuarenta fechas a lo largo y ancho del país. El lugar elegido, el WiZink Center de Madrid; la fecha, el 19 de noviembre, 364 días después de haberlo llenado durante la gira anterior Ahora es el Momento.

Unos días antes del evento, El Dromedario Records colgaba en redes el cartel de No Hay Entradas, entradas que se habían vendido en tiempo récord pues este concierto no estaba originalmente programado y se anunció con muy poca antelación.

Y ahí estaban, una vez más, Robe, Woody Amores, David Lerman, Álvaro Rodríguez, Lorenzo González, Alber Fuentes y Carlitos Pérez frente a 16.000 almas que se habían dado cita (algunas de ellas recorriendo cientos de kilómetros) para despedir una gira que había contado sus entregas por éxitos rotundos.

Después de una gira tan intensa, uno podría llegar a suponer que este concierto no diferiría mucho de los anteriores… y cometería un grave error. Si bien es cierto que el inicio ha venido siendo común en muchos de ellos, tras interpretar “Del tiempo perdido” y “Por encima del bien y del mal”; cada uno de ellos ha ido tomando una deriva distinta. En este caso concreto, Robe se remontó a 2015 para rescatar “Por ser un pervertido” y de ahí saltó al álbum Destrozares, Canciones para el Final de los Tiempos interpretando “La canción más triste”.

En los primeros conciertos de esta gira y en muchos de la gira anterior, a gran parte del público le costaba meterse en situación pues aunque fueran amplios conocedores del trabajo de Extremoduro, muchos de ellos aún desconocían la obra de Robe. Ésta no fue una de esas ocasiones, aquí todo el mundo sabía  a lo que venía y todos habían estudiado. Un alto nivel de entrega por parte de los asistentes fue notablemente visible desde que el placentino pisó el escenario hasta que lo abandonó, tres horas después.

Pero lo cortés no quita lo valiente y resulta imposible no incluir piezas de la antigua formación de Robe, empezando por “Si te vas” del disco Material Defectuoso, del que también recuperó “Tango suicida” intercalando “A la orilla del río” -tema aún inédito que fue presentado en directo a principios de junio-, el clásico de 1996 “Buscando la luna” que abría el álbum Agila, el segundo movimiento de La Ley Innata y, para finalizar el primer bloque, su último lanzamiento que recibió el nombre de “Ininteligible” y que no ha dejado de cosechar buenas críticas desde que se estrenó junto con su correspondiente videoclip dirigido por Diego Latorre y que va camino del millón de reproducciones en YouTube.

Tras un descanso algo más corto de lo habitual debido a las restricciones de horario propias de Madrid, con las que Robe ha demostrado públicamente en varias ocasiones no estar en absoluto de acuerdo, llegó el momento de Mayéutica, sinfonía en cuatro movimientos que supone el tercer álbum de la más reciente etapa de Robe y cuyo título es una clara referencia al método socrático a través del cual el maestro hace que el alumno descubra conocimientos a través de preguntas.

A diferencia de otros conciertos de esta gira como, por ejemplo, el de Guadalajara en julio -en el que ésta era la “parte tranquila” del espectáculo- el público vivió intensamente y completamente entregado cada uno de los instantes comprendido entre el interludio y la coda; hecho que contribuyó a que los músicos se percibieran especialmente cómodos, creándose así una extraña sinergia que no dejó alma sin vibrar en el recinto como una onda expansiva que arrasa lo que encuentra a su paso.

El tramo final del concierto estuvo compuesto por una desgarradora interpretación de Jesucristo García adaptada de tal manera que cada uno de los músicos aportase su carácter y su estilo a una canción que sobrepasa ya los treinta años, pero que, de alguna manera, sonaba como recién escrita; una cuenta atrás desde diez tras la que comenzaba “A fuego”; y, cómo no los himnos atemporales “Salir” y “Ama, ama, ama y ensancha el alma” que fueron cantados a coro por las dieciséis mil personas que estaban presenciando el fin de gira y viviéndolo como si fuera el último día sobre la tierra.

Durante una interminable ovación, Robe y sus excelentes músicos se despidieron de un público que se resistía a verles marchar entre pena y euforia pues, como decía Yosi “adiós es la palabra más dulce que hay cuando estás seguro del regreso”. Esperamos ansiosos que ese regreso se produzca… y que se produzca pronto. Mientras tanto, os animamos encarecidamente a seguir el consejo de Robe y estar atentos a la vida.