Pasaban pocos minutos de las 23:30 del viernes 18 de noviembre cuando en una abarrotada Sala Kaya comenzaba a sonar la inmortal melodía de La Vida de Brian en la que se anima a mirar siempre el lado brillante de la vida. Esto sólo podía significar que o bien alguien se había dejado encendido un Blu Ray de los Monty Phyton… o que estaba a punto de dar comienzo un concierto de Porretas.
Las dudas se disiparon cuando la formación madrileña salió al escenario ante las aproximadamente setecientas personas que se habían dado cita en Guadarrama para disfrutar de su muy particular directo.
Al tratarse de una banda que lleva algún tiempo sin publicar material nuevo -con excepción de tres singles, “Bla bla bla”, “Jake Mate” y “La Cuadrilla”; cuyo videclip se hizo a partir de fotos enviadas por los seguidores- el repertorio tampoco dejaba demasiado espacio para la sorpresa. Pero no era en absoluto necesario pues el show que tienen montado a demostrado en varias ocasiones funcionar a la perfección.
Bastaron “En mi barrio” y “Joder qué cruz” para meter al público en situación y, a partir de ahí, repasar lo más representativo de sus más de treinta años de trayectoria. Trayectoria caracterizada por un rock de barrio irreverente y desenfadado cargado de rebeldía y una extraña mezcla de ambición por un futuro mejor y resignación por el presente.
Porretas
Durante cerca de hora y media fueron interpretando canciones que se han convertido en clásicos atemporales como “Si nos dejáis”, “Si lo sé me meo” o “Última generación”; cobrando especial significado, como viene siendo habitual, el momento de “Aún arde Madrid”, tema originalmente dedicado a Pepe Risi pero que desde hace algunos años es utilizado para rendir homenaje al fallecido Rober, guitarrista original de la banda.
No podía faltar tampoco el tradicional popurrí de clásicos del rock compuesto por canciones tales como “Chica de ayer”, “Pongamos que hablo de Madrid” o “Insurrección”. Finalmente, fueron “Marihuana” y “Porretas” los temas elegidos para cerrar un concierto que estuvo en todo momento a la altura de las expectativas y que puso de manifiesto que el rock de la formación hortalina no ha perdido ni un gramo de frescura ni de pegada en todos estos años.
Porretas
Minutos después fueron los sevillanos Reincidentes los encargados de mantener en pie de guerra a los incondicionales del rock reivindicativo congregados en la sierra de Madrid… y salieron a matar a ritmo de “Grana y oro”, cuarto corte del álbum de 1997 Te lo dije, que supone una feroz crítica a la industria de la tauromaquia.
Al igual que en un combate a doce asaltos, tras este inicio que dejaba claras las intenciones, se sucedieron compases de tanteo en los que la banda puso a prueba el nivel de compromiso y complicidad de un público visiblemente dispuesto a darlo todo. Y sonaron temas como “Nazis nunca más”, “Terrorismo” o “Latinoamérica” durante los que se produjo una suerte de toma y daca a uno y otro lado del cordón de seguridad, que desembocó en un primer infighting durante “Jartos D´Aguantá” que recordaba a aquellos conciertos noventeros y que hizo rejuvenecer a quienes se dejaron llevar por la euforia… y ponerse en alerta al personal de seguridad de la sala, que tuvo que lidiar con más de uno que quiso pasarse de entusiasta.
Reincidentes
Tras este primer estallido sonaron “Sahara Adelante”, canción que fue escrita durante el viaje de vuelta de una estancia en un campo de refugiados saharauis y que fue consecuencia del gran impacto que les produjo dicha estancia; “Hijos de la Calle” -grabada originalmente con Capitán Cobarde- “Ay Dolores”, himno contra la violencia de género y una versión de Maniática que sirvió para presentar al becario procedente de la formación villenense, Javier Chispes, quien entró a sustituir a Finito de Badajoz durante la pandemia y seguidamente “Cartas desde el asilo” nos hizo reflexionar sobre la situación de olvido y abandono que viven los ancianos.
El segundo conato de KO se produjo durante “Vicio”, que quizá sea la canción más icónica de la banda y de la que poco se puede decir que no se haya dicho ya, pues es suficientemente explícita como para no dejar nada a la interpretación.
EL tramo final del concierto se inició con un sentido homenaje a Boni versionando su canción “Explosivo” extraída del álbum Incandescente de 2015; un repaso a la hipocresía de la estructura eclesiástica a través de “Cucaracha blanca” y “Rip rap”; un canto a los valores de la segunda república y el deseo de que toda Andalucía tome el ejemplo de Marinaleda.
En definitiva, cerca de dos horas de un rocanrol político y revolucionario que, sumado a la hora y media de la actuación de los Porretas, supusieron un combate perfecto que finalmente terminó en empate a los puntos, por lo que habrá que repetirlo más temprano que tarde… y allí estaremos.