Clutch regresaron a España para presentar su último y excelente trabajo, “Sunrise On Slaughter Beach”y la madrileña sala La Riviera los recibió un frío martes mundialista, lo que hizo mella en la afluencia. Con algo más de media entrada, un público más cercano a los cincuenta que a los treinta recibió con entusiasmo a los norteamericanos, que arrancaron con “Passive Restraints” y dieron inicio a hora y media de rock robusto y correoso.
Clutch es una banda singular, no sólo porque llevan toda su carrera, es decir, más de treinta años, sin cambiar de formación, si no porque su propuesta escénica, siendo mínima, es absolutamente hipnótica. Sus músicos no destacan ni por su actitud ni por su estética. Cualquiera de ellos pasaría sin problemas por tu vecino del tercero. Tim Sult no sólo no se mueve un ápice en todo el concierto, si no que ni siquiera mira al público, sus ojos siempre están fijos en su guitarra. Dan Maines es un auténtico portento capaz de rellenar con las florituras de su bajo hasta el último de los huecos (pocos) que deja el guitarrista, pero parece inmune al calor del público.
En la batería, Jean-Paul Gaster, empuja con su portentosa pegada esa maquinaria perfecta que es la banda. Pero es el gran Neil Fallon, sin duda, el que consigue que nadie pueda quitar la vista del escenario. Su presencia resulta imponente, mirando fijamente a cada espectador a los ojos, bramando las letras de las canciones con su voz de predicador perturbado y gesticulando de forma amenazante.
Clutch
Y así, con el público fascinado por Fallon y por el contundente muro sónico que emite la banda, Clutch desgranó un setlist destinado a noquear al público. “Earth Rocker”, “Nosferatu Mother”, “Skeletons”, “D.C. Sound Attack”, para la que Neil sacó la armónica y el cencerro, “X-Ray Vision”, “Firebirds”, “Ghoul Wrangler”... Muchos de los temas más potentes que han creado en los últimos años retumbaron con fuerza en la noche madrileña. Tras “The Wolf Man Kindly Requests” y una pequeña pausa, la banda vació su arsenal. Comenzaron los bises con “A Kick Death in Texas”, siguieron con la obligada “Electric Worry”, que logró enloquecer definitivamente al público e incluso provocó algún pogo, y remataron el concierto con una brutal interpretación de “The Face”.
Con un repertorio como el que eligieron en su visita a la capital, Clutch resultan imbatibles en directo. Consistentes, precisos, arrolladores, enérgicos, ver a los norteamericanos en Madrid fue como recibir un puñetazo en el estómago y sentir que se te ha quitado la tontería para toda la semana.