Todo el que haya asistido a un concierto de Lendakaris Muertos sabe lo que se va a encontrar: un show adrenalínico, visceral y caótico en el que el único fin es la diversión. Para los más habituales forma parte de ese componente lúdico ver las caras de los que se enfrentan por primera vez en directo a los navarros. En ellos se muestran los ojos alucinados y las sonrisas incrédulas de quien ha descubierto algo extraordinario.
Catalina Grande Piñón Pequeño habían puesto al público a tono con su delirante espectáculo, donde lo absurdo y lo histriónico se mezcla en una puesta en escena impactante con la que se ganaron al numeroso público que ya había en sala. Musicalmente, este trío de guitarra, bajo y un showman - cantante casi alienígena, hacen lo que ellos llaman punk fandango, o lo que es lo mismo, canciones de letras ácidas y disparatadas a ritmo punkarra. Si se os cruzan en vuestro camino, no os los perdáis. |
Con el público ya en “modo Dios”, aparecieron los Lendakaris y el caos se adueñó del local. Arrancaron con “Dame Punk” y a continuación fusilaron sin descanso un abarrotado setlist en el que tuvieron cabida los clásicos imprescindibles, que la concurrencia coreó con ímpetu demostrando tener la lección perfectamente aprendida.
Todo transcurrió como debe transcurrir en un concierto de Lendakaris Muertos, diversión al máximo, energía descontrolada, buen rollo en la actitud, mala leche en las letras y todo el mundo disfrutando como loco. Varias veces se sumergió Aitor, el cantante, entre el público, dejando que éste tomara el micrófono y coreara lemas como “Cómeme la Franja de Gaza”, “Gora España” o “Eta, deja alguna discoteca”. Varias veces el escenario se llenó de espontáneos y varias veces volaron camisetas, bebidas y hasta personas
Como manda la tradición, terminaron el concierto con “Oso Panda”, el himno por excelencia, y los Lendakaris Muertos dejaron de nuevo tras de sí un reguero de gente sudada y feliz, agotados tras un encontronazo con una banda que, actuación tras actuación, sigue sumando adeptos cada vez más variopintos a su locura. |