Aunque el reloj de la mesa de DJ Plan B marcaba inamoviblemente las 13:12, pasaban algunos minutos de las 21:30 del jueves 9 de febrero cuando la melodía de “Así habló Zaratustra” de Richard Strauss anunciaba, entre los vítores del público que se había dado cita en la Sala Óxido de Guadalajara, el inicio de otro ignominioso concierto de Los Chikos del Maíz, que se habían desplazado a la Alcarria dentro de la gira de presentación de su nuevo trabajo que lleva por título Yes Future y que pudimos empezar a disfrutar a finales de 2022.

El tema elegido para disputar el primer asalto fue “Ecos de un futuro pasado” que supone toda una retrospectiva y un ejercicio de autocrítica respecto a actitudes y canciones de tiempo atrás que, vistas con la óptica actual son del todo censurables; y en la que Toni y El Nega piden disculpas por todo ello en forma de obra de arte -en contraposición a la postura adoptada por ciertos dinosaurios del pop que recientemente han defendido sus contenidos machistas y homófobos amparados en el discurso de que “eran otros tiempos”-

Seguidamente “Criptobros”, segundo corte del nuevo disco, sirvió (junto con “Llamaradas”, que sonaría más adelante) para poner de manifiesto que se puede dar una vuelta más de tuerca haciendo un rap más elegante y complejo sin perder un solo ápice de contundencia y mordacidad.

“No es país para viejos” supuso un pequeño respiro al público que abarrotaba la sala (se habían vendido la práctica totalidad de las entradas) para que, a continuación la inmortal voz de Robin Williams en Good Morning Vietnam advirtiese el inicio de “La estanquera de Saigón”, pero entre el vietcong ejecutando al granjero de Kentucky y las siete balas para Melitón Manzanas, algún tipo de fallo eléctrico hizo que las bases dejasen de sonar. Pocos segundos después la incidencia estaba ya solucionada y el tema interpretado de nuevo desde el principio con más vehemencia aún (si cabe).

Momento entonces para “Defensa de la alegría” y para que Toni, iluminado por las linternas de los móviles y con una voz cargada de emotividad, cantase “Volver”; que aborda de manera autobiográfica la importancia de la salud mental y reivindica que la sanidad pública se haga cargo de la misma de una forma accesible y eficaz.

A continuación vinieron del tirón y sin anestesia “Llamando a las puertas del cielo”, “Paraísos artificiales”, “A3 vibes”, “No pasarán” y “Los pollos hermanos” dejando casi sin aliento a un público entregado que no había dejado de cantar ni bailar desde los primeros compases de la noche haciendo gala, todo sea dicho, de una excepcional forma física.

La guitarra de “Killing in the name” de Rage Against de Machine abrió una pequeña pichada de DJ Plan B tras la cual el Nega hizco hincapié en el papel de los disc jockeys y en la inestimable importancia de su trabajo, muchas veces condenado a un segundo plano o, incluso, invisibilizado; aunque sin ellos resultaría imposible hacer rap.

La noche continuó con “La vida sense tu”, canción que añora la Yugoslavia soviética; “Libreros”, que cierra su anterior LP Comanchería; “Fiebre del viernes noche”, que de alguna manera describe la dinámica de aquellos que nos servimos del fin de semana para olvidar durante cuarenta y ocho horas una vida anodina y sin expectativas; “New kids on the black block” y “Fear of a mazorka planet”, rescatado del álbum de 2011 Pasión de Talibanes.

Tras una segunda pinchada y con la determinación del púgil que sale a buscar el KO, se inició un último bloque compuesto por “Comanchería”, “Llamaradas”, “Nómadas” -canto a la revolución y a la vida que no tardará en convertirse en un himno-; “Anatomía de un asesinato”, precedido del inconfundible corte de voz de Novecento y coreado por una sala que parecía dispuesta a enfrentarse violentamente con los camisas negras o a expropiar a Marcos de Quinto (cualquiera de las dos opciones es igual de buena); “Pasión de Talibanes” y “El país del miedo”, para terminar celebrando el éxito de la huelga de las trabajadoras de Inditex al ritmo de “Pan y rosas”.

En resumen, Los Chikos del Maíz ofrecieron un concierto de poco más de hora y media en el que presentaron su último trabajo por todo lo alto, intercalando algunos de sus temas más icónicos que siempre funcionan en directo y recuperando algunos menos utilizados, pero que supusieron las delicias de un público que disfrutó visiblemente de principio a fin y que se despidió de los valencianos con una ovación que por momentos parecía interminable.