Ya hemos comentado alguna vez el hecho de que aunque Madrid pueda resultar en ocasiones un tanto hostil para sus artistas locales, siempre (o casi siempre) es cálido y acogedor con los músicos y bandas que nos visitan. Una prueba más de ello fue el cartel de “No hay entradas” que colgó la sala Cadavra el pasado veinticuatro de marzo para recibir a Periferia, formación originaria de La Roca del Vallès (Barcelona) que últimamente cuenta sus conciertos por llenos… o llenazos.

Tras una prueba de sonido no exenta de complicaciones debidas en gran parte a la muy peculiar acústica de la sala; Berta (voz),  Pep (guitarra), Albert (guitarra), Pol (bajo) y Miquel (batería) tomaron posiciones en el escenario con la firme intención de presentar su recién estrenado LP “Fortuna o discordia” distribuido por Beatclap y compuesto por once canciones que suponen un soplo de aire fresco dentro de una industria que poco a poco va olvidándose del rock para centrarse en otros estilos más multitudinarios; o que se aferra al pasado como un náufrago a una tabla empeñándose en seguir explotando fórmulas que una vez funcionaron.

“El niño que no sabe” y “Lady tender” fueron los temas elegidos para abrir la noche y en los que ya quedaron patentes las principales características que definen a la banda, entre las que destacan unas letras sinceras y emocionales que abrazan la poesía y en las que podríamos perfectamente vernos reflejados cantadas por una voz dulce pero que no empalaga; una percusión sencilla, pero muy efectiva y un bajo firme y presente que mantiene encauzadas las vibrantes melodías de unas guitarras que parecen controlar a capricho la mente y el corazón de quien las escucha.

Resulta impactante ver como una banda emergente que está actuando muy lejos de casa es acompañada en las canciones por un público que se hace partícipe desde el principio; y esto quedó de manifiesto durante “Opúsculo para cobardes”, tercer corte del concierto y en el que los cerca de doscientos asistentes al evento cantaban y bailaban como  serpientes encantadas.

Y el hechizo se mantuvo hasta el final, haciendo que el tiempo no se percibiese, que nada más importase. Haciendo que la conexión entre artistas y público fuera cada vez más fuerte y terminase por desatar una tormenta que amainaría en el instante en el que Berta tomó la guitarra para interpretar “Caída libre” para estallar de nuevo a ritmo de “Designios” -primer corte del LP que estaba siendo presentado-.

“Aprender de lo vivido” y “Alas rotas” pusieron fin a un show que irremediablemente se hizo corto sin saber a poco; que dejó a su público con ganas de una segunda cita… y todas las que surjan, un público que se resistía a abandonar la sala y que ardió en aplausos hacia una formación que, sin pretenderlo, había conquistado Madrid.

Nos prometieron que volverían y esperamos que así sea, y que sea pronto. Mientras tanto, habrá que estar pendiente de las actualizaciones de su calendario, pues si su disco suena bien; se trata sin duda de una banda de directo.