Terminaba el mes de marzo y lo hacíamos en jornada de viernes, lo que supone, salvo causa de fuerza mayor, que tocaba concierto para empezar el fin de semana, siendo, en esta ocasión, la cita en la santanderina Sala Niágara, a la que no acudía desde el pasado mes de diciembre, pero a donde tengo pensado ir en varias ocasiones durante los próximos meses.

Y es que, dicho día, iba a actuar, en este céntrico local, la gente de Maxwell y Smarts, un ahora cuarteto a los que llevo siguiendo desde hace casi sus inicios y a los que había visto por última vez un par de meses atrás, habiendo editado hasta la fecha los discos “Primus”, del 2019”, y “Ferralla”, de finales del pasado 2022, aunque de manera física hubiese salido pocas semanas antes de este evento.

Los orígenes de esta banda se remontan al 2018, aunque sus integrantes, Agapito a la voz, armónica y teclados, Liuco a la guitarra y coros, José al bajo y coros y Pedro a la batería, son ya veteranos de la escena rockera local y saben muy bien lo que se traen entre manos, como he podido observar la diferentes veces que los he visto en directo, generándome siempre una grata impresión.

Llegué con cierta antelación a una sala que acababa de abrir, por lo que todavía no había mucha gente, charlando con alguno de los presentes y con algún integrante de la banda, mientras se iba haciendo algo de tiempo para que aquello fuera cogiendo algo más de color y, de esta manera, los protagonistas de la velada se sintiesen más arropados por un mayor número de público.

Más o menos media hora después de la hora fijada, comenzaba la actuación del cuarteto y lo haría saludándonos y con la que abre su reciente disco, que tocaron en su totalidad y dejando fuera los temas de su primer trabajo, siendo ésta “Todo sale mal”, muy pegadiza y animando al personal, teniendo un aire bastante rockero y ese intenso y potente final, para, tras quejarse de que no nos veían por las luces que les daban de frente, continuar con la maravillosa “Sumisión”, de la que editarían un video unos días después, con ese sonido cañero en el inicio, para girar hacia una parte más relajada, aunque luego volvió a intensificarse y contando con un buen solo de guitarra, que puso la guinda a este temazo.

Siguiendo el orden de los temas que aparecen en este disco, llegaba el momento de “Lo que pudo ser”, en el que nos pidieron un acto de imaginación sobre lo que hemos dejado escapar, un gran corte, con muchos contrastes en el mismo y jugando con esa calidad que tienen, para recordarnos que hoy venían a presentar oficialmente su nuevo trabajo, aunque la que vendría ahora sería una versión, concretamente el “Sleepflower” de los Manic Street Preachers, cantada en castellano, con garra, muy animada y con cambios de ritmo abundantes, dejando una pieza muy poderosa en su revisión.

De vuelta a los temas de este disco que venían presentando, era el momento de otro gran corte, “¡Jesus y adentro!”, que habla sobre aquello que pasó hace siglo y medio en el cantábrico, reflexionado sobre ello y con esa afirmación de que “y luego dicen que el bocarte es caro”, un temazo, con ese parón hacia la mitad que cambia el ritmo de la canción hacia un sonido más rockero, subiendo una chica a hablar a modo de espontánea, antes de dejarnos con un final muy grandilocuente y una muy buena pieza; si te han quedado dudas sobre lo de los bocartes, profundiza en la letra y en su historia.

Era el momento de empezar a “Remontar”, comenzando a sonar la batería y avisándonos de que trataba sobre ir contracorriente, iniciándose con fuerza, siendo una pieza muy intensa, con los teclados cobrando bastante protagonismo y con un mensaje muy positivo, antes de hablarnos de nuestras Thelma y Louise locales, es decir, “Cionín y Amparo”, pidiéndonos movimiento, siendo de este corte del que se hizo un video adelanto para este disco, un tema muy bueno, muy pegadizo, más directo de lo que en ellos suele ser habitual y que es muy bien acogido siempre.

Llegaba el momento de otra versión, en esta ocasión del “Rollin' stoned” de los Great White, dedicada a quienes no hacen los deberes, una adaptación rockera y cantada en castellano, con un sonido muy fuerte y ese parón, para luego recuperar esa intensidad, quedándoles muy bien, para pasar al corte que da nombre a su nuevo disco, “Ferraille”, que, como nos recordaron desde el escenario, podíamos comprar al final del concierto, con ese inicio potente, pero pegadizo, para luego ralentizarse, pasando luego por una parte más festiva, casi bailable, y recuperar esa  fuerza, con muchos cambios de ritmo y pidiéndonos palmas en la última parte, mostrándose los teclados muy presente, dejándonos un maravilloso final, con ese sonido tan atmosférico, la guitarra brillando y acelerándose gradualmente: una joya.

Avisaron de que les quedaba una más y que estaba dedicada a todas las mujeres presentes, pidiéndonos que nos animásemos, que era viernes, siendo el turno de la que restaba de su segundo trabajo, es decir, “Maxwell”, empezando muy cañera y con mucha fuerza, siendo una pieza muy pegadiza, en la que nos agradecieron nuestra presencia, presentando a los componentes de la banda y poniendo, en un principio, el punto y final a la velada.

Pero la gente quería más y los músicos también, por lo que se decantaron por tocar otra pieza, siendo presentada como una canción que venía de nuestras antípodas, y es que llegaba su versión del “Gone Shootin'”, de los míticos AC/DC, cantada en castellano, muy buena y pegadiza, pero con cambios de intensidad y con Liuco bajando al final para tocar entre los allí presentes.

Muy buen concierto, quizás el mejor que los haya visto, de unos Maxwell y Smarts, que durante la hora y media de que estuvieron actuando, sonaron muy compactos y sólidos, viéndolos estar muy a gusto y trasmitiéndonos esa misma sensación a lo que allí estábamos, consiguiendo que el público, bastante variado y que acudió en buen número, disfrutase con ellos.

Es una banda que no fallan en directo y que tienen un repertorio, incluidas las de ese primer disco que hoy omitieron, con temas de mucha personalidad y muy variado, haciéndonos disfrutar con esas historias, tan diferentes a las habituales, que nos trasmiten, con su propia calidad musical y con la fuerza que poseen, sin olvidar sus versiones, siempre dándolas un toque personal y casi convirtiéndolas en propias.

Desde que los vi por vez primera me atraparon y cada vez que los veo y les escucho me enganchan más, así que os invito a descubrirlos, tanto en estudio como en directo; seguro que os gustarán.

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Después de despedirme de la banda y de alguno de los presentes, me fui de la Sala Niagara de Santander, tras disfrutar, una vez más, de un concierto de Maxwell y Smarts, dentro de un ambiente festivo, el que se vivió en este local, que sigue teniendo una amplia y variada programación, y a donde iremos varias veces en las próximas fechas para disfrutar de esta pasión que es la música en directo, como la que brillantemente hoy nos ofreció el cuarteo cántabro.