Enero de 2003, Masterplan publica su disco debut. febrero de 2003, caigo enamorado de la voz de Jorn Lande.

Como la vida te lleva por lugares impredecibles, y desde luego no solicitados, hasta 2019 no pude disfrutar de ella en directo, cuando acompañó a Avantasia. Y por fin, pocas horas antes de escribir estas líneas, pude encontrarme con Jorn y su proyecto en solitario.

Kilmara fue la banda que abrió la velada. Haciendo hincapié en su álbum de 2018 "Across the Realm of Time", aprovechó también la ocasión para presentar varios de lo que será su sucesor, "Journey to the Sun", como fueron "Power of the mind" o "Chances".

Y tras ellos Jorn llegó, vio y venció.

Sinceramente, podría dejarlo ahí. Jorn y su banda estuvieron inmensos, y eso que no escuché en ningún momento el teclado del omnipresente Alessandro del Vecchio. Pero creo que lo justo es dedicar a su show unas cuantas palabras más.

Todo parecía indicar que toda su actuación iba a ser una presentación de canciones si descanso. Y es que así transcurrió la primera media hora, con Jorn entregado a su labor 100% interactuando con el público mientras no dejaba de cantar.

Pero a partir de aquel momento, después de cada una, comenzó a dirigirse a todos los asistentes para dar las gracias, de una manera que a mi parecer era más sincera que ensayada, por estar ahí tras los años que hemos pasado y los momentos críticos que estamos viviendo por toda Europa.

A su vez sus palabras reflejaban el amor que tiene por el rock, comentándonos con mucho cariño sobre lo importante que es para él, mencionando a los grupos que escuchaba y que le han influenciado.

Así mezcló repertorio original, únicamente de su carrera en solitario, con un buen puñado de versiones. Entre ellas pudimos escuchar "Too scared to run" de Uriah Heep, "Bad boys" de Whitesnake e incluso dejó una para el final, "Rainbow in the dark" de Dio. Y ya mencioné antes que el sonido del teclado, por lo menos donde yo me situé, brilló por su ausencia, y con todo y con eso, fue tremendamente disfrutable.

No me atrevo a arrojar una cifra para decir como de llena estaba Copérnico. Ya usé antes "abarrotada" para definir la asistencia, pero me parece importante destacar que un porcentaje significativo no asistió como si fuera un concierto más, sino que este dio la impresión de que era especialmente importante. Tras el final los minutos pasaban y la sala no es que se vaciara rápidamente, ni mucho menos. Gran parte de la culpa la tuvo el propio Jorn, que tras una descarga de hora y media quiso quedarse ahí estrechando manos y haciéndose fotos con cada uno que se lo pedía.

Jorn tiene un halo especial que le hace no ser un artista más, y los que le acompañan, Alessandro Del Vecchio a los teclados, Tore Moren y Adrian SB  a las guitarras, Francesco Jovino tras la batería y Øyvind Strønen al bajo, son más que los músicos que tocan con él. No sería un show perfecto en lo técnico pero sí lo fue en lo emocional.