Cuando se anunciaron las fechas para la gira Yes Future de Los Chikos del Maíz no tardaron en agotarse las entradas para la primera fecha programada en Madrid, que sería en La Riviera el sábado quince de abril. Tanto es así que por no caber no cabía ni la prensa especializada, y nos citaron para la segunda fecha, un día antes; fecha para la que de igual modo, se vendieron cerca de mil ochocientas entradas.

En torno a las 21:20 del catorce de abril, día en el que además se conmemoraba el nonagésimo segundo aniversario de la proclamación de la Segunda República, la inmortal melodía de Also sprach Zarathustra de Richard Strauss anunciaba el principio de la decimosexta parada de una gira que comenzó en Gasteiz el tres de febrero y que no para de cosechar éxitos de taquilla.

Entre vítores y aplausos, Toni, Nega y Martin tomaban posiciones para arrancar y lo hacían con “Ecos de un futuro pasado”, primer corte del último LP de la formación valenciana que supone todo un ejercicio de retrospectiva y autocrítica en voz alta en contraposición a quienes se empeñan en excusar y justificar unas conductas del todo cuestionables amparados en el polivalente argumento de que <<eran otros tiempos>>.

El público asistente debía pensar que eso de calentar está sobrevalorado, porque ya desde los primeros compases pudo apreciarse un altísimo nivel de entrega que los músicos agradecieron echando, si cabe, más leña al fuego formándose una perfecta comunión a ambos lados del foso.

Al igual que en el disco, “Criptobros”, cuyo título resulta bastante indicativo de su temática, fue el tema elegido para continuar, haciendo que se formara en la sala un mar de brazos que se movían de un lado a otro con una armonía casi hipnótica.

Momento entonces para bucear un poco en algunos de las piezas más representativas de la dilatada trayectoria de los valencianos, como “No es país para viejos” o “La estanquera de Saigón”, que supuso un brusco cambio de ritmo y el primer estallido de violencia de la noche, tras el que se apagaron las luces para que el público acompañase a Toni con las linternas de sus móviles durante “Volver”, deliciosamente enlazada con “Defensa de la alegría”.

Turno para Nega, que combinó “Llamando a las puertas del cielo” y “Paraísos artificiales” para, a continuación, recuperar el disco que estaba siendo presentado con “A3 Vibes” por parte de Nega y “Rijkaard, Gullit & Van Basten” por parte de Toni y, tras hacer apología de la resistencia activa al fascismo con “No pasarán”, tocó acordarse de C Tangana recuperando el single de 2018 “Los pollos hermanos”.

Seguidamente, Toni y Nega dejaron el escenario y las guitarras de “Killin´in the name” anunciaron el inicio del primer solo de la noche por parte de Dj Plan B, tras el cual y como viene siendo habitual en esta gira, Nega reivindicó el papel y la importancia de la figura del disc jockey en el rap.

Los minutos siguientes sirvieron tanto para añorar el baloncesto en tiempos de Tito (a la vez que se denuncia la decadencia política y social que supuso para las antiguas repúblicas soviéticas la adopción de las tendencias occidentales capitalistas) y para elogiar la muy artificial frondosidad capilar de Ximo Puig en una canción que supone un desternillante ejercicio de sátira.

“Fiebre del viernes noche”, “New kids on the black block” y “Fear of Mazorka Planet” precedieron a un segundo solo de Dj que empezaría con la narración extraída de El Odio (“La haine”, Mathieu Kassovitz, 1995) en la que se cuenta la historia del hombre que cae de un edificio de cincuenta pisos.

La recta final arrancaría con “Comanchería”, tema que da nombre a su álbum de 2019 y que constituye una declaración de guerra en toda regla; “Llamaradas” y “Nómadas” en las que pudimos disfrutar de la inconfundible voz de Laura y “Anatomía de un asesinato”.

¿Qué si hubo bises? Los hubo, y supusieron el final perfecto para una noche en la que todo lo que puede salir mal en un concierto, salió bien. Los valencianos se despidieron de Madrid con “Pasión de Talibanes”, “El país del miedo” y “Pan y rosas”, que sirve además para visibilizar y rendir homenaje a las trabajadoras y trabajadores de distintas empresas y colectivos que actualmente reivindican sus derechos laborales en diversas luchas.

En definitivamente, un concierto en el que quedarse a vivir. Toni, Nega y Martin estuvieron excepcionales y entregados, el público respondió en todo momento, la luz y el sonido fueron inmejorables y el ambiente que se respiraba invitaba a permanecer allí hasta el concierto del día siguiente.