Todavía seguía caliente el asfalto de Toro, no hubo tiempo de enfriarlo, y ya desde bien temprano del sábado, se empezaba a notar la presencia punky por el pueblo.

Sin que los grados de este incipiente verano hiciesen mella en el público, lo que iba a ser el vermú del Vintoro, se convirtió en un éxito de asistencia, motivado también por el concurso de disfraces que se iba a celebrar entre esas horas. Para animar y hacer saltar los ánimos, estaban citados dos grupos, primero Catalina Grande Piñón Pequeño, Piñón Pequeño (en cariñoso homenaje a CCCP, incluido el mismo estilo de la bandera), seguido de Josetxu Piperrak.

Entre la plaza y los soportales, fueron desfilando hadas, vikingos, buzos, gente metida en piscinas que cargaba con la propia piscina, y hasta a la prima lejana de Yoni, no sabemos si con seis pilas de las grandes o no. El público se fue entregando bastante, y Catalina Grande Piñón Pequeño no fue para menos, pues montó un buen bolo fiestero y desenfadado, donde el traje de leopardo del cantante fue perdiendo tela, hasta dejarlo en gayumbos, y seguro que se quedó bien a gusto con el calorazo que hacía. Estos chicos de León supieron ganarse al público, que incluso salía del refugio de la sombra para bailar y saltar, y con el tema de “Amigos de mierda” dieron por cerrado el particular punk fandango que llevaron desde una provincia de Castilla a otra.

Josetxu Piperrak fueron los siguientes en el plan, y ya con la temperatura todavía más subida, los sofocos se fueron trasladando a las zonas de sombra de las terrazas, en la que se cobijó este servidor, en busca de algo frío. Viendo el concierto desde la burguesa comodidad, vi también un generoso chorreo de gente, pese a que a las 14:30 el sol ya apretaba como si fuera una bufanda de lana al cuello. Vimos bastante sudor en los rostros sobre el escenario, y no es para menos, entre la solana y la energía quemada ya sólo en cantar y en tocar.

En su set list, no faltó la versión de “Cualquier día” (segunda vez que la oímos en lo que va de festival), “La botella”, y “Mi primer amor”, para demostrarnos que aún con sus etapas de parón, y sus cambios de formación y de nombre, esta banda navarra sigue muy en forma, con material añejo suficiente como para llenar un escenario y sus alrededores.

Una vez acabado el vermú, se fue derivando toda la gente, ya fuera en busca de sombra, de comida, o de siesta, cada cual tiene sus prioridades. Teníamos dos horas desde que acabó Josetxu y hasta el comienzo del primer grupo de la tarde, Los Desgraciaus, pero hacía tal calor, que abortamos la misión de cubrir su concierto, y nos dimos cuenta de que no fuimos los únicos, pues la cantidad de público que acudió al recinto a esta hora tan calurosa fue más bien mínima. La banda de medinenses tan mundialmente conocida por su tema de “Los coches chocones” tendrá que esperar a otra crónica en la que podamos coincidir, esperamos que la ola de calor no les chocase demasiado.

El siguiente grupo nos iba a refrescar un poco, entre su nombre y la hora asignada, y menos mal, que ya tocaba dejar descansar un poco a nuestras pobres pieles. Los Agua Bendita, con su 30 aniversario como bandera, llegaron en buen rato de la tarde, y eso se seguía haciendo notar en el aforo, que no acababa de despegar aún

Con una mezcla bien refrescante de ska, punk y reggae, en el que cada uno de sus temas podría englobarse en uno de esos géneros, fueron acariciando los inicios de las 7 de la tarde, y mientras estos catalanes seguían con su repaso para sus numerosos seguidores, no se quedaron fuera “África libre”, “Qué bonita”, “Billy Joe” o “Dolor”, con un cierre bien ejecutado que utilizaron con “A tu lado” a las 20:10.

Cuando ya se nos iba ocultando el foco de luz natural, estaban a punto de empezar uno de los grupos con más años de rodaje del cartel, pues desde que hicieron formación en el 87, los valencianos de El Último Ke Zierre no han dejado de tocar por las salas y los festis. Poco antes de las 9 de la tarde (o la noche, como cada cual lo quiera llamar) daban por ocupado el escenario hasta nuevo aviso, y en esa hora y cuarto, nos dieron un buen recordatorio de su amplia discografía.

Con su último disco alumbrado hace más de cinco años, hubo cabida para todo un poco, desde “Vuelta al infierno”, “Veneno” y “Enganchados”, a temazos bien conocidos como “Escupiré jodidos”, “Soldadito español” y el más que popular “Tus bragas”. Como parece que se va convirtiendo en habitual en la mayoría de los grupos, reservaron para el cierre algunos de sus mayores éxitos, no pudiendo ser otros que “Tú me vicias” y “A dónde vas”. Los cinco de Castellón daban por acabada su fiesta cuando ya estaba a punto de esconderse el sol.

Llegaba el turno de los vitorianos de Segis, que estaban programados a las 22:30 en el cartel, pero servidor no pudo verles porque se fue a reponer energías y a descansar un rato, que el día de hoy estaba pasando factura en varias partes del cuerpo. Y más aún sabiendo que se acercaba un fin de fiesta apoteósico, con un regreso muy, muy esperado, y un grupo que sería mi primer encuentro escénico con ellos.

Los Narco siempre fueron unos habituales en las cabezas de los carteles veraniegos, y tras anunciar su regreso con un cambio en la formación original, nos alegramos bastante de verles de nuevo por la que ha sido una de sus casas. Traían un disco nuevo presentado el año anterior “Parásitos”, pero vamos a ser sinceros, no estábamos muy interesados en ese elepé, lo que queríamos era la tralla clásica.

Con Rey Ezequiel a las voces y El Tragabuche a los teclados, estábamos ansiosos por comprobar si se mantenía y se respetaba el estilo habitual de la banda, y para callar unas cuantas bocas, empezaron fuerte con “Son ellos”, pero lejos de calmarse, nos siguieron aturdiendo las piernas de tanto saltar con “Ahí fuera”, “El trapichero” y “Vizco”, para añadir unas cuantas notas electrónicas machaconas al escenario.

Tocaba ir poniéndose serio con los temas más clásicos, gamberros, canallas y hasta combativos, y “Suicídate” encabezó este cambio de tercio del set list, para no dejarnos respirar tras “La hermandad de los muertos” y “Tu dios de madera”.

De su anterior disco, Espichufrenia, uno de los más importantes de su trayectoria pues es con el que dieron una de sus mejores giras, nos colaron “Kimikaze” y el temazo por excelencia, ”Joni el Robot”, lo cual ya nos iba dando un atisbo de que se acercaba el final de la rave. “Dame veneno” fue recuperado una vez más como imprescindible, y para no olvidarse de su último trabajo del 22, “Lamprea” sirvió como tema de los minutos que precedían al hasta luego del grupo. A título personal, hice la prueba de no fijarme en las presencias en el escenario, para evitar juicios de valor de qué vocalista lo hace mejor, y dándome la espalda, para fijarme sólo en las voces, he de decir que no noté mucha diferencia respecto a Vikingo, lo cual puede significar que este regreso posiblemente dure mucho tiempo en los escenarios.

Con un descanso de algo más de media hora de interludio para tratar de recuperar fuerzas, nos íbamos asomando a la despedida oficial de esta edición del Vintoro, con Manifa como encargados de reventar el escenario y reducirlo a cenizas. Ya con la noche bien entrada, aunque sin ser excesivamente tarde en los relojes, las 2 de la mañana fueron generosas con nosotros, pues redujeron los grados y el calor dio paso al fresco.

Esta banda bilbaína con cerca de 20 años de actividad, estaban dispuestos a hacernos reír pero también a hacernos saltar, pues el contenido de sus letras, además de subversivo y dicharachero, es crítico y mordaz, y es que con mucha facilidad se te puede quedar grabado a fuego cualquiera de sus estribillos. Lo primero que nos fijamos fue en un ligero cambio en la formación habitual, sustituyendo Miriam a Gorka en las baquetas, y también nos dimos cuenta de que una buena parte del aforo estaba a los pies del escenario, siendo fieles seguidores de la manda. No podían faltar a la cita himnos como “A las mariscadas” y “Dios salve al Viña”, dejando hueco para “Cristales rotos”, “Incendiaremos la noche” o “El rey Matatu”.

Con Mena entregadísimo en el rol de voz principal y de agitador de las masas, no faltaron algunos trucos de funambulista como lanzar fuego por la boca, que dejó a las primeras filas con las cejas bien calientes. Y para cerrar su actuación, siempre al grito tan asociado a la banda que es “Ruido del bueno!!”, cerraron el set list “La casa del señor”, “Generación rendida” y “Dispara”, para sobrepasar las 3 de la mañana como momento de mandarnos a todos a nuestra santa casa.

Con esto, se dio por concluida una edición del Vintoro que a mí me pareció muy continuista en planteamiento, en estilo y en concepto, lo cual suele ser algo positivo, pero esperamos ver algunas mejoras en lo planteado en la crónica del viernes, de cara al servicio del usuario para mejorar su bienestar (fuentes de agua ya, por favor), redondear los precios hacia un rango más asequible para la media de los bolsillos, y flexibilizar las colas que se pueden llegar a formar, tanto en los accesos como en las barras. Dicho esto, nos veremos en el 2024, toritos.